Capítulo 10

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   Se escucharon pasos rápidos provenientes del túnel de aulagas. Garra Sombría acababa de levantarse, y estaba contándole a Celestino que practicarían movimientos de lucha cuando ocurrió. Ya había pasado un día desde su charla con Estrella Arenosa, y no llegó a sobresaltarse cuando Zarpa Polvorosa, que emergió del túnel, aulló, alarmada:
   —El Clan de la Sombra... ¡Nos ataca! ¡El resto de la patrulla se quedó en la frontera!— resolló.
   —Ya vamos para allá—Estrella Arenosa salió de su guarida y comenzó a dar órdenes—¡Que todos se preparen! ¡Ha llegado el momento de una batalla! ¡El Clan de la Sombra pasó la frontera!
   Maullidos de alarma brotaron en el claro, mientras los gatos se preparaban para salir directo a la batalla. Cuando el líder dió la señal, echaron a correr por el bosque. Se dividieron en dos grupos distintos; uno dirigido por Estrella Arenosa y otro con Leónido a la cabeza. Ella iba siguiendo a Leónido.
   Llegaron primero. Allí ya estaban Flor Trigueña, Abedul y Tormenta Gris, que habían salido en la patrulla. Estaban muy heridos, pues hasta ese momento habían sido cuatro contra... bueno, muchos más. En cuanto vieron como llegaban los refuerzos, saltaron de euforia y continuaron la batalla, revitalizados, junto con sus compañeros de clan. Con Leónido venían Nube Blanca, Patas Blancas, Zarpa de Pino, Celestino y Garra Sombría, mientras que los que aún no habían llegado eran los que seguían a Estrella Arenosa: Manto Abrasado, Flor Centelleante, Zarpa Albina y Zarpa Espinosa.
   La pelea continuó. Garra Sombría se encontró cara a cara con un guerrero de anchos omóplatos, y este se le chó encima. La gata recibió un mordisco cerca del lomo y quedó inmovilizada contra el piso, cuando tuvo una gran idea; aflojó la tensión y el otro gato así lo hizo, maullando victorioso. Pero, justo en ese momento, ella lanzó una fuerte patada con las patas traseras que le dió al macho en plena barriga y lo echó hacia atrás. Entonces la guerrera tuvo la oportjnidad de saltar y darle unos cuantos zarpazos, y en cuanto lo hizo el enemigo aulló de furia y dolor, para luego huir.
   El corazón aún le latía con fuerza. Se percató de que Campañol, el curandero del82 vn Clan de la Sombra, no parecía tener hierbas suficientes, y se preguntó si debería hacer algo. <<No>> le dijo su vocecita Estaba buscando otro enemigo con la mirada, cuando sintió un peso en la espalda. Se dejó caer y aplastó al otro gato, pero pegó un brinco cuando él le pinchó el costado con una uña. Por fin lo pudo ver. Era un gato atigrado marrón de ojos amarillos, posiblemente un aprendiz. Garra Sombría se echó sobre él y le atacó. Antes de que se diera cuenta, el invasor había quedado echado en el piso, y a ella le dió pena. Estaba sangrando por un gran tajo cerca de la barriga, y la guerrera pensó que había sido muy dura con él. Era solo un aprendiz, y, además, Campañol no parecía poder atenderlo bien, es más; ya habían unos tres gatos del Clan de la Sombra siendo atendidos por él.
   Tomó al aprendiz por el pescuezo y comenzó a avanzar hacia el aitio donde se encontraban Luciérnaga y Pedregosa. Dejó al gatito en el suelo y la curandera más joven la miró sin comprender.
   —Este aprendiz está demasiado herido, ¿podríais ayudarlo?— Pronunció aquellas palabras al tiempo que Pedregosa empezaba a examinar al aprendiz.
   —Pero... ¿y Campañol?—preguntó.
   —Está demasiado atareado, y creo que le faltan hierbas—explicó Garra Sombría.
   —Oh—la curandera color crema alzó la mirada entre los gatos enzarzados, y luego bajó la vista y asintió, justo antes de que su mentora le pidiera ayuda para aplicarle unas hierbas al gatito.
   En cuanto las curanderas se fueron, la guerrera se acercó al aprendiz, preocupada. El gato se movió. Aunque podría haber estado inconsiente, Garra Sombría sabía que había estado despierto todo el tiempo. Se acercó más y le susurró al oído:
   —Tranquilo. Todo estará bien, ¿Sí?— No hubo respuesta, pero la gata siguió intentando —¿cuál es tu nombre?
   —Zarpa de Cedro—respondió él, casi en un susurro.
   —¿Sabes, Zarpa de Cedro? Peleaste con honor, y me temo que yo no lo hice.— Por primera vez, tras decir eso, el aprendiz le dirigió una mirada.
   —¿Y tú cómo te llamas? Eres guerrera, ¿cierto?— la voz del gato continuaba siendo insegura, pero parecía ir tomando confianza.
   —Garra Sombría—maulló ella. Al gato se le pusieron los ojos como platos —sí, la solitaria.— Estaba tan acostumbrada a eso que le habìa respondido sin que el gato hiciera la pregunta. Tras unos segundos, habló —bueno, debo irme. Tengo que pelear por mi clan.— Dicho eso, se giró y volvió a internarse en la batalla.
   La pelea ya estaba acabando, y parecía ser un empate, aunque más ganado por el Clan del Trueno. Mientras Zarpa de Cedro se iba con su clan, le dedicó una última mirada a Garra Sombría, y continuó caminando. La guerrera pensó <<por fin, ya todo acabó. No más problemas, no más batallas, no por un tiempo>>. Pero estaba rotundamente equivocada. Las cosas no acababan allí. Se escuchó un aullido proveniente del sitio donde se encontraban las curanderas. Corrió a ver que pasaba y logró, a duras penas, pasar por encima de la multitud que se había acumulado en torno de ellas. Al llegar al sitio, encontró a Nube Blanca sollozando débilmente junto a un  pequeño bulto de pelaje blanco y rojo. Manto Abrasado apareció de entre la multitud y se acercó corriendo a ver qué era lo que ocurría.
   Luciérnaga se acercó a Garra Sombría y le susurró al oído:
   —Es Zarpa Albina. Está agonizando.— Tras escuchar aquellas palabras, miró directamente a la pequeña gata. Se acercó y comprobó que, efectivamente, aún vivía. Lo sabía por un ligero movimiento que indicaba su respiración. Notó que lo que antes había identificado como pelaje rojizo era en realidad sangre, que desprendía un fuerte olor. La aprendiza estaba muriendo.
   Manto Abrasado se sentó junto a ella, expectante y preocupado. Sus ojos amarillos cargaban con un gran pesar y con un terrible miedo. La respiración de la gata se volvió cada vez más débil, hasta que dió un espasmo y se quedó, ahora sí, completamente inmóvil. Estaba muerta. Tanto la madre como el mentor hundieron el hocico en el pelaje blanco de la gata, ahora con manchas rojas. Rápidamente aparecieron Celestino y Tormenta Gris, quienes copiaron la secuencia. Garra Sombría se sintió terriblemente mal por todos ellos. Nube Blanca y Tormenta gris habían perdido a su primer hija, Manto Abrasado había perdido a su primer aprendiza, y Celestino a su hermana. Las cosas se estaban poniendo terriblemente oscuras, y, ahora que el Clan de la Sombra estaba causando la muerte, ¿cómo una sombra podría alumbrar el camino? ¡Si lo único que hacían las sombras era matar y oscurecer aún más las cosas!
  

 Las cosas se estaban poniendo terriblemente oscuras, y, ahora que el Clan de la Sombra estaba causando la muerte, ¿cómo una sombra podría alumbrar el camino? ¡Si lo único que hacían las sombras era matar y oscurecer aún más las cosas!  

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Arriba, Manto Abrasado.

Días Sombríos #2 / Compañeros / Los Gatos GuerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora