Frente a frente

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Lo sabía bien, había cambiado por completo y ahora se parecía a las rosas del palacio que había dejado atrás, que ocultaba sus espinas detrás de una encantadora belleza.
y no era para menos, tuvo que afrontar que los "para siempre" pueden llegar a ser tan efímeros como un viento leve, que un "te amo" podría decirse solo por decirse y no porque salga del corazón, y que cuando se entrega el corazón, se pierde la cordura y te arrancan los sentimientos, justo como a ella.

Sirius la vió entrar  sorprendido por su misteriosa mirada, por su aspecto diferente de madre joven y le causó algo de ira al descubrir que no parecía tener nada de arrepentimiento y que no se lanzó a disculparse por lo que supuestamente había hecho.

era realmente hermosa, su cabello rojo, sus ojos a un azúl como el mar, pero sabía bien que había algo mal detrás de todo ese encantó físico y no le faltaba razón, había algo mal en ella, algo roto dentro de su pecho.

-- su majestad -- le dijo mientras le hacía una reverencia y luego de eso lo miró directo a los ojos lo cual estaba prohibido.

-- Helena -- respondió-- ¿por qué llegas hasta ahora?--

no era lo que esperaba escuchar después de cinco años, esto encendió un fuego dentro de ella que hizo querer decirle que tuvo que pensar en ir ahí a enfrentarlo porque el la había dejado y le había causado dolor ¿cómo no pensar en ir ahí? aún así ella le respondió.

-- habían cosas que solucionar antes de venir -- mintió -- por favor discúlpenos, su majestad.

no lo decía de manera sincera, no le importaba lo que él pensara pero quería que viera que lo trataba de modo diferente y hacerle saber que por ningún motivo se echaría a sus brazos llorando.

-- Si me permite, su majestad...hay alguien que muere de ganas por conocerlo --

Lo sabía, lo había visto asomarse tímidamente de detrás de las faldas de su madre pero no se acercó de manera brusca para no asustarlo.
Helena tomó su mano para conducirlo hacia adelante pero sintió su mano fría y casi podía escuchar los latidos de su pequeño corazón que latía de manera rápida por los nervios, entonces se acercó y se inclinó para ponerse a su altura y le dijo.

-- no hay nada que temer, amor mío. te he prometido que siempre estaremos juntos y así será --

Emeth le sonrió y luego miró a su padre que también estaba nervioso por no saber si el niño le quería o no, pero la duda duró poco porque el niño se arrojó a él y él lo sostuvo en sus brazos mientras que Emeth envolvió los suyos al rededor de su cuello y le dijo.

-- papá --

fué suficiente para que no quisiera soltarlo jamás. sintió por primera esas palabras, era su hijo y nadie podía decirle que no era así, además su parecido con él era notable. sus cabellos rubios como los suyos, los labios e incluso hasta las manos pero los ojos...esos si eran la marca de su madre.

Helena los observó reprimiendo las lágrimas. aunque guardaba un profundo odio por él, le pareció una ternura el momento y que su hijo le haya abierto su corazón en un abrazo. se acordó de golpe de ella misma.

-- ha esperado tanto por verlo -- dijo -- ahora que lo tiene, por favor no vaya a lastimarlo.
-- ¿dices que crees que le haría daño? -- preguntó ofendido y Helena le respondió con algo simple e indiferente --
-- yo sé por qué lo digo --

Su cilencio se vio interrumpido cuando cordelia, la madre de Sirius entró en su oficina. Se acercó a ella en cuanto la vio.

--así que por fin has llegado -- le dijo -- ¿quien crees que eres para hacernos esperar? --
-- discúlpeme, señora -- le contestó-- no  me creo nadie, solo tuve problemas antes de llegar.

Trono de espinas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora