El peplo azul grisáceo hondeo con el viento que se filtraba por la ventana abierta y algunos mechones traviesos osaron salir del chongo algo informal que la castaña se había hecho por última opción, suspirando, Agatha se los colocó detrás de las orejas para proseguir a arreglar aquellas florecitas color crema que estaba colocándose intercaladamente en el peinado. Rápidamente tomó un labial rojo beige dejando pequeños puntos en los labios para luego esparcirlos creando un tono medio que resaltaba en su tez trigueña. Echó un último vistazo al espejo, cerró los ojos para respirar profundamente y repitió la acción dos veces más como una especie de mantras. Abrió los párpados desvelando aquellos fanales marrones y procedió a tomar la sortija colocándola en el dedo correspondiente para dejar una sonrisa adornando el rostro.
La delfiense abandonó la alcoba dirigiéndose a la cocina donde su querida madre terminó de guardar en la gran canasta de mimbres uno de los platillos que habían preparado hacía un rato.
—Mírate— Susurro la mayor al ver a su hija, lucía tan hermosa enfundada en aquel peplo azul grisáceo que llegaba apenas a las rodillas dejando al descubierto las zapatillas de orlas entrecruzadas que se ajustaban a las tersas piernas de la joven delfience.— Estas hermosa querida.
—Gracias má— Respondió la joven acercándose y dándole un abrazo a la progenitora antes de tomar la canasta dirigiéndose hacia la puerta de salida y volverse con una sonrisa junto a un ademán de despedida.— ¡Nos vemos luego!
—¡Cuídate y regresa antes del anochecer!— Expresó la mayor desde la puerta de la morada mientras veía a su retoño alejarse.— Hestia, por favor cuídala de todo mal— Susurro aquella plegaria observando el cielo que comenzaba a nublarse.
...
Al fin los vio. La cabellera alborotada de Calixto era inconfundible y la persona que insistente miraba hacia la calle por donde ella venía hacia menos confundible la ubicación que anteriormente Egan le había enviado por medio de una carta. La chica de cabellos castaños sonrió, notó las prendas de aspirantes fueron removidas por un atavió menos voluminoso, aun así, las vendas y los brazaletes de cuero que protegían los antebrazos no fueron quitados. En su análisis, la delfiense divisó a un joven esbelto que sobrepasaba a su pareja por unos cuantos centímetros, de una tez canela y ojos oscuros, el cabello era un poco ensortijado de color azabache, y al igual que los otros; portaba una vestimenta liviana.
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—Hey Atha ¡Por aquí!— Calixto le hizo un ademán innecesario que fue correspondido, vio a la chica cruzar hasta la acera donde la esperaban para saludarla.— Sí que te tardaste ¿Te perdiste?
—Que va, solo... un mínimo contratiempo— Respondió sin darle tanta importancia al tema, para luego dirigirse hacia el chico de cabellos cafés.— La próxima vez avísame con tiempo cual es el lugar— Expresó con el ceño fruncido y una sonrisa de medio lado, antes de voltear y quedarse observando al joven desconocido, como una especie de interrogatorio silencio.
—Él es Heraclio— Presento Egan viendo como el joven extendía la mano en señal de saludo y su pareja le correspondía, un leve apretón como señal de aceptación por parte de ambos.— Ella es...