Capítulo tres

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—¡Oigan, vamos a cambiar de salón con los del otro curso, así que tendremos un descanso de 10 minutos! —anunció una compañera.

Es una molestia tener que cambiar de salones, suficiente tenía con los días de deportes.

Me apresuré a recoger mis cosas y caminé por el largo pasillo lleno de estudiantes.

Fue en ese momento cuando lo vi.

Zion.

Estaba acompañado de un chico pelirrojo y una chica de cabello castaño. El chico lo tomaba por el hombro, y la chica estaba a su lado sonriendo. Los tres estaban riendo.

Venían en mi dirección, pero la verdad es que ya ni me preocupaba por saludarlo o algo así. Al principio, varias veces que nos encontrábamos en los pasillos, tenía la intención de saludarlo, pero como él no lo hacía, pensé que yo era la única tomando en serio esta relación. Así que decidí no pensar mucho en ello y dejarlo pasar. Lo más probable es que para él, yo solo fuera un conocido más.

Aunque nuestra relación es peculiar, a veces solo hacíamos contacto visual o simplemente nos ignorábamos. Lo aprendí la primera vez que nos cruzamos y él no hizo el intento de saludarme, así que yo tampoco. Está bien de esa manera. Sería raro si de repente nos saludamos cuando nadie nunca nos vio juntos.

Solo en el salón de artes era que nuestra conexión se hacía presente. Ese es como nuestro secreto, algo que solo sabíamos él y yo.

—¿Por qué no tienes novia, Zion? Si le gustas a muchas chicas —le preguntó la castaña, parecían cercanos ya que su mano no paraba de dejar pequeñas caricias en su brazo.

—Claro que no, no creo que sea así —soltó una pequeña risa.

—Hey, deja de coquetear con él, si tanto quieres un novio, ven conmigo —dijo el chico al lado de Zion.

—Eww, no —contestó la castaña.

No pude evitar soltar una risa que se escuchó justo a su lado. ¡Ups! Me apresuré a alejarme de ellos.

—¿Esa chica se rió de nosotros? —se preguntó.

—No creo, mejor vamos al salón, se está haciendo tarde —dijo Zion. Sin embargo, aunque me alejé, sentí su mirada en mí por unos segundos.

Esta vez los dos estábamos sentados en la sala de artes, uno al lado del otro. Él en su lugar de siempre, y yo con mis piernas pegadas a mi pecho.

—Bueno y ¿De qué te reías en el pasillo?—Puso su mano encima de mi cabeza haciendo presión

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—Bueno y ¿De qué te reías en el pasillo?—Puso su mano encima de mi cabeza haciendo presión.

—Solo me pareció gracioso que te hicieras el humilde ahí—una sonrisa culpable en mi rostro.

—¿Ah, sí?—esa expresión juguetona en su rostro tan típica de él era tan diferente de la sonrisa amable que le mostraba a los demás.

—Si bueno, le gustas a varias de mis compañeras de clase, siempre están hablando de ti—dije tratando de quitar su mano de mi cabeza.

—¿Y tú?—.

—¿Yo qué?—dije finalmente logrando quitar su mano y la sostuve entre las mías para evitar que me volviera a querer aplastar.

—¿Qué piensas de mí?—su mano se envolvió alrededor de una de las mías.

—Yo...—lo miré fijamente—pienso que eres tan doble cara—me reí un poco.

—¿Ehh? ¿Buscas molestarme?—con su otra mano intento hacer presión sobre mi cabeza.

—¡Lo siento, lo siento! jajajaja...

Así pasaban mis días escolares con él, fuera del salón de arte somos completamente desconocidos, pero dentro tenemos este tipo de relación

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Así pasaban mis días escolares con él, fuera del salón de arte somos completamente desconocidos, pero dentro tenemos este tipo de relación.

No voy a mentir, se sentía bien todo esto, era relajante tener a alguien con quien estar aunque sea poco tiempo.






Honey LemonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora