Capítulo 24: Alma, Cuerpo y Mente.

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Deimon.

Decido tratar de enfocarme de nuevo en la bolsa de boxeo, pero por el rabillo del ojo noto que Ryan aún sigue quieto mirando el círculo amarillo en donde quedó la flecha que disparé.

Empecé a practicarlo en el campamento, Diego se encargaba de ayudarme con eso y no es un muy buen profesor que digamos pero me enseñó bastante, eso de disparar sin ver solo fue suerte de principiante pero fue divertido humillarlo.

Trato de reprimir una sonrisa pero la maldita amenaza con salir, niego con la cabeza y hago que la seriedad vuelva a mi rostro, no pienso perdonar tan fácil. Tomo aire y regreso a lo que estaba.

Me vendo las manos, doy unos pasos atrás y me posiciono, doy el primer golpe, luego otro, otro y así sucesivamente, también agrego algunas patadas a la bolsa. No tardo en empezar a sentir las gotas de sudor correr por mi frente, pero aún así sigo golpeando la bolsa con más determinación.

Hasta que la imagen de Roma viene a mi mente, entonces golpeo más fuerte mientras que recuerdo todo lo que me dijo está mañana.

Flashback.

Después del repentino encuentro con Ryan decido ir a la cocina por un vaso de agua, los chicos ya estaban ahí cada quien con su desayuno y los gemelos escribiendo resúmenes de cuentos infantiles.

Desde que ellos llegaron conmigo hemos practicado mucho la lectura y escritura, al igual que otros temas como la matemática, geografía, historia, etc. Siendo sincera me han sorprendido bastante, son muy inteligentes y tienen mucho potencial, me enorgullecen mucho. Lo suficiente como para sonreír inconscientemente cada vez que los veo.

—Mamá— la voz de Nicky hace que le preste atención.

Después del incidente del acantilado de hace dos días los gemelos me dijeron "mamá" por accidente pero no me molestó, al contrario me emocioné mucho con una simple palabra, tanto que un par de lágrimas amenazaron salir y eso me recordó a la primera vez que le dije mamá a Gilda. Quien diría que una simple palabra era capaz de crear tales emociones, hasta que dices experimentarlo por ti mismo.

Sonrío con dulzura al observar a los pequeños frente a mí, sus ojos color miel me observan expectantes y la palabra se repite en mi mente, sin duda me he encariñado mucho con ellos, y puede que sea raro que unos niños de siete años le digan mamá a una adolescente de diecisiete pero me da igual, ellos son como mis hijos. Y juro protegerlos con mi vida si es necesario.

—¿Qué sucede?— pregunto con voz suave.

—¿Podemos hacer galletas?—

Su hermana me mira con una sonrisa, asiento y empezamos a hacer las galletas entre los tres, los chicos nos ayudaron a lavar lo que ensuciamos y las chicas a ordenar. Miro la hora en el reloj de pared, hace una hora le dije que bajara. Frunzo el ceño.

¿Qué tanto demora?

Dejo una bandeja en el horno y salgo de la cocina, comienzo a subir las escaleras y en el proceso me cruzo a Roma, trato de ignorarla pero ella me detiene del brazo bruscamente, la miro con mala cara. De todo lo que me gustaría que sucediera el día de hoy, ella es la última en mi lista. La miro a la espera de que salga con su primer estupidez.

—Es mejor que no subas, se está vistiendo— me sonríe con falsedad.

Frunzo el ceño al entender a que se refiere, o a quien. La miro de arriba a abajo.

—¿Cómo puedes saber eso?— suelto con un poco de burla.

—¿De dónde crees que vengo?—

DeimonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora