Capitulo XVIII

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Esa es la mejor parte.

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Su cuerpo temblaba.

No por las brisas frías que chocaban con su cuerpo, aunque si su hermano hacía burla ella les echaría la culpa.

El arma entre sus manos se movía frenéticamente conforme sus nervios subían cada vez más y más.

Sus botas se hundían en el pasto seco, a la vez que se escuchaban pequeñas ramas romperse en ratos. Quería inhalar y exhalar profundamente, pero a la primera inhalada se comenzó a ahogar con el olor que había alrededor. Al momento que sus fosas nasales distinguieron aquel asqueroso olor, sintió que la ardilla que había comido se regresaba.

Y así fue, después de toser varias veces, sintió aquel ácido en su garganta y en cuestión de segundos su comida estaba en el suelo. Agarró la manga de su camisa y se talló la boca, intentando quitarse la suciedad alrededor de sus labios junto a los hilos de baba.

Guardó la pistola en su cinturón, donde también yacía un cuchillo. Sus dedos se iban soltando de aquella arma cuando sintió una presencia detrás de ella. Envolvió su mano completamente en la culata, dio media vuelta y apuntó al hombre detrás suyo.

Su padre bajó su mano que estaba apunto de tocar el hombro de su hija. Suspiró y pudo notar las manos temblorosas que empuñaban la pistola.

Lía al notar que era su padre, bajó el arma lentamente, poniéndole el seguro. Y con dificultad a causa de sus manos temblorosas, la guardó.

-¿Que pasa?-preguntó a la vez que movía sus manos conforme a la pregunta.

-Necesitamos presentarte a alguien.

-¿A quien?

-No lo sé.- su padre sonrió, lo cual causó mucha curiosidad en la niña.

Sin esperar más Lía corrió por el bosque hasta llegar al campamento que había hecho con su familia.

En la pequeña fogata estaban sentados su madre, y su hermano. Michael le regaló una pequeña sonrisa y asentimiento en forma de saludo. Una sonrisa extendida apareció en el rostro de Ophelia, corrió hacia el pero se detuvo secamente al estar a unos pocos metros. Al lado de ellos había un hombre, un hombre que ella no conocía.

Lo observó detalladamente, aunque lo único que ella podía ver era un montón de cabello y barba.

Su madre se paró de el tronco en el que se encontraba sentada. La sonrisa de la menor cayó de inmediato al verla caminar hacia ella con una sonrisa grande y escalofriante, haciendo un perfecto conjunto con su mirada perdida.

𝐍𝐨 𝐓𝐨𝐝𝐨 𝐄𝐬 𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐒𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞- The Walking DeadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora