Lo primero que siento al abrir los ojos es el dolor en todo mi cuerpo. El dolor de mi brazo es punzante y observo que lo tengo debajo de una camiseta. Al girar mi cabeza, veo que Diego West está sentado en una silla a los pies de la cama en una habitación que desconozco.
—Buenos días —dice aliviado.
—¿Cuánto tiempo llevas ahí?
—Un rato.
—Es de psicópatas mirar a la gente mientras duerme.
—Y ahí estás de nuevo —se levanta— ¿Te duele la cabeza?
—Estoy bien.
Intento incorporarme y él me ayuda.
—Podrías haberte matado desde esa altura, es un milagro que estés bien.
—Mal bicho nunca muere. Siento haber venido sin avisar, no fue una buena idea.
—No te disculpes. Te traeré el desayuno para que puedas tomarte algo que te alivie el dolor.
—Gracias, también necesito una ducha.
—La tendrás.
Lo veo salir de la habitación, sus jeans apretando su redondo trasero y su camiseta de tirantes blanca amoldándose a su musculosa espalda.
Pensé que venir y disculparme en persona era una buena idea porque dudaba mucho que él me cogiese el teléfono. Sabía dónde había ido porque él se lo había dicho a mi padre, solo tuve que visitar el pequeño pueblo para saber dónde se encontraba: La granja West.
No me importó cruzar ese alto trigal sola cuando el chico, Ronan, me indicó donde se encontraba Diego. Yo solo quería llegar hasta él y quitarme el pellizco que tenía en el pecho desde que esas horribles palabras salieron de mi boca.
Sé que tengo que aprender a controlar lo que digo cuando estoy enfadada porque puedo llegar a hacer mucho daño, pero pocas veces lo digo en serio, solo busco herir.
He estado en casa desde que salieron las fotos porque tenía a una panda de paparazis queriendo sacar en internet mi peor momento. También había visto algún que otro helicóptero sobrevolar mi casa, por lo que había tenido que dejar de salir al jardín.
Matthew estaba decepcionado, mamá y papá también. Kika estaba preocupada, pero era la única que se lo había tomado con humor. "Ojalá me hicieran a mí sexo oral en una cascada" había dicho.
Me sentí violada, ofendida, disgustada y triste porque han convertido ese día en el peor de mi vida. Me insulté, lloré y me di asco mientras Matt intentaba consolarme. ¿Cómo había podido ser tan estúpida?
Culpé a Diego.
Lo culpé por haberme convencido de ir. Por ponerme tan sumamente caliente que no pensé en lo que hacía. Culpé a su bonita sonrisa, su estúpido cuerpo caliente esculpido por algún dios y su carisma.
Gracias a eso le demostré que no era la gran persona que aparentaba ser y yo me di cuenta que tenía que mejorar.
Diego aparece con una bandeja llena de comida y la pone en la mesita de noche con cuidado. Zumo de naranja, tostadas, bacon y huevo.
—Espero que te guste.
—¿Lo has hecho tú?
—La tía Betty. ¿Necesitas ayuda?
—Creo que no.
Tengo un brazo sacado por la manga de una camiseta de mangas cortas que no es mía y mi otro brazo, con el cabestrillo, está debajo de ella. Llevo mi mano al vaso de zumo y le doy un sorbo.
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[Saga West] INEFABLE #2 (ALBA)
Teen FictionDesde Texas a Santa Mónica. Dispuesto a vivir un verano lleno de aventuras, Diego West cogió sus maletas y se fue donde siempre brilla el sol y las estrellas te ciegan.