CAPÍTULO._9

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Capítulo 9.

Sentí el agua caer sobre mi cuerpo. Cada parte de mí, se sentía como si unas garras se apoderaban de mi piel. Ya había llorado suficientemente. Me dije a mi misma, sacudiendo mi cabello. A veces uno misma se apaga, a veces las emociones se amarran, pero, ¿sé puede apagar lo qué sentimos? Mi rostro estaba plasmado en el espejo. Mis ojos. Si se podría describir exactamente lo que pasaba por esa mirada, muchos entenderían, ¿sería posible ver el alma de alguien a través de sus luceros? Quizás sí. Mi cuello tenía ciertos moretones, y mis mejillas aún ardían. La noche había pasado tan rápido. Que ni cuando los rayos del sol entraron por la ventana, se sintieron cálidos como el primer día. Mamá se había ido a Boston por unos días, al igual que el monstruo. Suspiré pausadamente, mientras amarraba mi melena en una alta cola.

La mañana se veía triste, cómo si el universo reflejaba mi estado de ánimo. Que absurdo. Bufé. Me encaminé hacia la cocina en busca del desayuno, papá se había marchado tan temprano, que ni siquiera me di cuenta cuando llegó y la hora en la que se fue.

Tomé la chamarra, y salí sin espera del departamento.

El sol se había escondido, y una nube había cubierto la ciudad, las gotas de lluvia caían lentamente sobre mi regazo, mientras me encaminaba a la preparatoria. Las ramas de los árboles que adornaban algunas calles se enredaban entre sí, por el aire que corría a mi alrededor. Cruce unas cuadras más, y el letrero con el nombre de la escuela era lo primero que llegaba a mi campo de visión.

Si en algún punto de mi vida, me preguntaría qué pensaba sobre la vida y la muerte, quedaría en medio. Lo pensé. Vivir era algo tan solido e insignificante, ¿y morir? Morir era casi lo mismo que vivir, era engañar al cuerpo, a diferencia de este, veías el pasar de recuerdos mediocres, y recuerdos llenos de felicidad, aunque, ¿cuál era el bello recuerdo que la vida me guardaba? Si la mayoría de este, el monstruo siempre acechaba.

Me detuve de golpe.

Sin pensarlo dos veces ofrecí una disculpa a quién estaba delante de mí. Su cabello negro caía sobre su frente, y sus pupilas seguían igual de intensas cuando lo vi por primera vez en central Park. Su sonrisa era cálida, era el tipo de sonrisa amable que todo mundo le regala a un amigo. Sonreí. Vestía como de costumbre, con elegancia y con esa gran sonrisa enérgica.

-Hola -Por fin dije. -Creí que ibas en la NYU.

Tenía un diminuto lunar por debajo de sus labios. Y sus pestañas así de cerca estaba más largas. Bufó. -Pasaba por aquí, y sólo quise saludar -Me regaló otra sonrisa.

-¿No crees que es un poco extensa la distancia a tu universidad? -Pregunté. Alejándome dos pasos hacia atrás. -¿No llegarás tarde? -Dije al ver a Cora bajar de una camioneta azul.

-Puede. -Respondió. Soltó un suspiró, y continuó. -Hoy habrá una exposición de arte a dos cuadras del central Park. -Dijo sin espera -¿Te gustaría ir? -Dudó- Claro sí quieres -Sus ojos negros me miraron. Veía pasar un destello sobre ellos. Era agradable. De hecho, se me hacía un amigo demasiado peculiar. Sabía muchas cosas, y siempre tenía algo que decir.

-Claro que quiero -Sonreí. Le di un pequeño golpe a su brazo izquierdo. -¿Después de clase? -Pregunté, a lo que él respondió que sí.

-Entonces te veo después de clases -Aclaró- y bueno, joven Julie-Arrugué la cejas. Sí, mi segundo nombre, el cual era también el nombre de la abuela -Tengo que irme, y el metro debe estar lleno -Fue lo último que dijo, antes de casi salir corriendo por las avenidas.

Al entrar, el mismo pasillo me esperaba, carteles diferentes, y la misma canción de la radio de la escuela. Subí los escalones y crucé el pasillo izquierdo. La pelirroja esperaba a algo o alguien en el marco de la puerta, me regaló una sonrisa, y la observé mejor. Sus verdes ojos  eran medianos, y sus labios hoy llevaban un labial demasiado llamativo, de un rojo intenso. Su cabello pelirrojo, lo traía con rizos marcados, y en lo que notaba de su nariz, era una perforación, haciendo la lucir quizás más ¿ruda?. Llevaba un vestido negro, y botas con un poco de tacón.

-¿Cómo me veo? -Preguntó, mientras daba una vuelta. -Has tardado mucho, te he estado esperando .-Dijo con una amplia sonrisa que llegaba a hasta sus luceros. -¿Quién era él?

Suspiré. -Un amigo que conocí. -Fue lo que respondí, en lo que ambas entrábamos al aula de geometría. -Se llama Erick – me senté en el primer pupitre, y ella justamente detrás de mí.

-Tiene un rostro conocido -Indagó. -Se parece a Carl -Me giré ante ella con una expresión extraña. -¿Qué?

-¿En qué se parecen? -Pregunté con confusión.

-En nada -Bromeó. Carl era un compañero de clase. Un poco menos alto que Erick, pero este era rubio con ojos completamente azules. Tenía pecas pequeñas por debajo de sus ojos. Ella carcajeó levemente -Déjame hoy desperté algo loca -Lo confirmé con una expresión en los dedos. -Te cuento- me acomodé, mientras su boca explotaba con mil palabras -Hoy -suspiró- El chico de mis sueños apareció nuevamente-Arrugué las cejas- ¡Volví a soñar con él! -Exclamó con entusiasmo -Sólo lo vi una vez, fue en el metro...

-¿Te sientes bien? – la interrumpí. No pude evitar reír.

-Es de broma -Carcajeó de nuevo -Amanecí con la idea de que necesito un cambio de look, y pensé en este, ¿me veo bien? -Ascendí -Me costó tanto para que mi madre me dejara hacer una perforación, la hice sola -Mis ojos se pasaron ese pequeño aro cerca sobre su nariz. -Dolió demasiado-Aclaró. Antes que de él profesor entrara al aula.

Los números entraban y salían de mi campo de visión.

Tan mala no era, de hecho, en Buenos Aires había participado en varios certámenes de matemáticas, el cual en dos ocasiones junto con mi equipo habíamos llegado con los primeros lugares. Sonreí. Quizás sí tenía recuerdos bonitos, quizás si había algo más allá de la incertidumbre y del caos, quizás. Me dije a mi misma, cerré la mochila.

En las clases siguientes, una que otra compartí con Cora, y solamente, hasta francés coincidí con Carl, quién miraba un abismo pasar delante de sus luceros y si esa era la forma de describir su campo de visión. Su cabello rubio caía por su frente, mientras se mordía el labio. Había algo en él, que mi mente me pedía acercarme, y quizás, era esa clase de juego que mi mente había aplicado con Erick. Ese vínculo amistoso. Pero no lo hice, no pude sentarme a su lado, de hecho, me senté nuevamente en primera fila, sola, alejada de cualquier persona que estuviera a mi lado.

¿Por qué sentía este maldito tormento? La pregunta llegó. Haciendo que mi mente se concentrara penetrantemente en mis absurdos pensamientos. Hasta que una suave voz llamó.

-Hola -Dijo el chico delante de mí. Era Carl. Su voz era tan tímida, que apenas sus ojos podían centrarse en mí. Sentí un amargo dolor sobre mi cuerpo. El cuál intenté esconder. -Soy.... Carl -Se presentó- ¿Eres Darían Julie? -Preguntó con nerviosismo. Ascendí. ¿Todo el tiempo tendría miedo? ¿Por qué no podía dejarme llevar? ¿Por qué? -No quiero molestarte- Dijo con la voz aún mas temblorosa. -La profesora de Biología, me pidió que te entregara esto -Dejó encima de la mesa una nota sobre el examen pasado -Felicidades, igual eres buena estudiante -Sonrió antes de marcharse por aquella puerta.

Solté ese suspiro que aguantaba mi alma.

¿Podía detener este dolor?

¿Era hora de enfrentar un miedo que no me permitía avanzar?

¿Cuál sería el sentido de la realidad? Las preguntas surgieron nuevamente. Había avanzando un poco, dejándome llevar con ese amigo amante de los museos, incluso con mis amigas de Buenos Aires había avanzado, pero en ese momento, mi cuerpo se sentía calmado, estuve a punto de negarme a la invitación de aquel chico, y apartarlo, ¿estaba haciendo bien? No, no lo estaba. Tomé mis cosas que se encontraban en el pupitre, y salí.

Aquel chico rubio estaba parado frente a su casillero. Sacaba sus últimos libros, y cerraba, encontrándome a su lado.

-Sí, soy Darían- Sonreí. -¿Estas en el equipo de matemáticas? -Pregunté, él dijo que sí. -¿Aún puedo unirme?

-Sí -me sonrió -Nos hacía falta un integrante -Su rostro marcaba felicidad. Era notable. Cruzamos varios pasillos hasta llegar a la entrada de la escuela, mientras me contaba de las próximas reuniones y el plan de estudio de las siguientes competencias.

Podría avanzar.

Quizás.... Suspiré.

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⏰ Última actualización: Jul 19, 2023 ⏰

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