2. The voice that the boy hear

572 89 7
                                    

Tuvo que hacer traer muchas de sus cosas desde Corea. Haber venido con apenas ropa para existir no ha sido de sus mejores ideas, lo admite. La gente lo señala y se lo queda viendo, considerándolo una cómica figura. Parado recto, casi tieso en su sitio, un par de maletas gigantes, una bolsa con libros que se cae cada dos minutos y debe recoger rápidamente; pelicanos sobrevolando y su aspecto torpe por la ropa que lo hace sudar más que un deportista olímpico.

¿Quién en su sano juicio se pone un suéter como ese en pleno sol? ¿En pleno medio día? Peinado de la forma más nerd que encontró porque su cabello fue un desastre hoy, sus gafas no dejan de caerse por el puente de su nariz; su pantalón de vestir caqui haciéndolo lucir incluso peor de lo grande que es.

Algunos incluso le toman fotos para reír del tema compartiéndolo en las redes.

Sin embargo, las burlas se detienen poco tiempo después. En el momento en que el agua se aparta poco a poco y con ello, los barcos chocan entre sí, muchos animales salen volando y caen al agua de nuevo. Una nave gigante, de aspecto fantasioso y sofisticado sale del agua, abriendo sus puertas.

Una persona, usando una enorme máscara en cubriendo su boca y nariz, aparece.

—Usted es Kim Hong-Joong ¿Cierto? —Hongjoong asiente con una sonrisa, apretando la mochila en su hombro derecho—. Un placer conocerlo—La persona hace una pequeña reverencia—. Mi nombre es Choi San, fui asignado como su ayudante y guardaespaldas durante su servicio a la Atlántida—Se presenta con simpatía y Hongjoong da pequeños brincos en su sitio, sin reprimir la sonrisa tonta—. ¿Necesita que lo ayude con su equipaje?

Balbucea y mira en torno a sí mismo, respondiendo en balbuceos.

—E-eh- ¡Sí! Sísí, lo necesito. Es- ¿hay agua ahí dentro? Esto no se puede mojar.

—Aún no hemos decidido qué hacer con su condición de respirar aire—admite algo apenas—. Por lo que el agua está fuera. No debe angustiarse—promete y se acerca. Hongjoong a poco de derretirse de emoción. El cabello de San pasó de ser violeta a ser totalmente rubio, con el sol impactándole de lleno—. Si me permite.

Hongjoong lo ve cargar todas las maletas como si no pesaran nada y llevarlas al interior. Toma la única que resta y entra, sin reprimir la emoción. La nave se cierra, el agua baja y la nave desaparece bajo la curiosa, incrédula y anonadada mirada de todos quienes circulaban la zona y estuvieron gozando a costa de burlarse de Hongjoong.

Sin pensar que una nave atlante llegaría a llevarse al curioso personaje.

Hongjoong se junta a una ventana, la nave desciende hasta la profundidad, a pesar de la penumbra y su estómago retorciéndose del pánico, está emocionado. Demasiado emocionado—. Creo que podría vomitar. —admite en voz alta. San lo ve con pánico.

—No puedo oler, pero por favor no lo haga. No hay servicio de limpieza en esta nave.

—Claro, claro, solo—San retrocede un paso, Hongjoong de verdad casi vomita—. Perdón—balbucea con una mano en el estómago—. Es que tengo... ¡Toda la vida soñando con esto! ¡Y ESTÁ PASANDO! —exclama y San inclina la cabeza.

Es asombrosamente adorable para alguien vestido de forma tan horrible.

—Tengo el deber de mencionarle un par de reglas. Ya que en la superficie no se sabe de nosotros, desconoce al respecto—dice San con gentileza. Hongjoong asiente, aun ve por la ventana, pero San asume que igual puede escuchar—. Los reyes no están precisamente felices con la idea de aceptar a un terrano ir a la Atlántida, pero hay fe en sus capacidades y la posibilidad de eludir una guerra.

—Muy bien, muy bien.

—No puede mirarlos a los ojos, tampoco tocarlos.

—Anotado.

The boy who found his soul || SeongJoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora