Si o si

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Olivia no podía comprender cómo había personas que encontraban fácil memorizar cosas tan tediosas. Intentaba responder al examen, enfocándose en lo que le resultaba más sencillo o al menos familiar, pero era en vano; cuanto más avanzaba, más se angustiaba por la baja calificación que obtendría. Se preocupaba por cómo un maldito examen diagnóstico arruinaría su puntuación perfecta.

---Muy bien, les entregaré los resultados en tres días; para la próxima clase, deberán tener el separador de la materia con su respectivo temario.

Eso fue todo, apenas el profesor salió, Olivia golpeó su pupitre, atrayendo la mirada de sus amigos.

Algunos se quejaban de la dificultad, otros aseguraban que era solo lo básico y algunos optaron por no darle importancia.

---Tranquila, aún no conoces tu resultado, además, quizás solo lo dice para asustar.

---No me importa, no puedo reprobar un examen, él no puede reprobarme.

Era evidente que no contaba con el apoyo de sus amigos; a menudo pensaban que exageraba, al final "aprobar es aprobar", pero para ella los exámenes eran algo más sagrado, eran lo que la hacían intocable.

Así que no se pensó mucho en usar por primera vez el poder monetario para lograrlo.

—Si vienes por el resultado, ya dije cuándo los daré—informó en cuanto se abrió la puerta.

—No me interesa, quiero un diez—dijo la chica, sin merecer que esos hermosos ojos dorados se posaran en ella, solo recibiendo una pequeña sonrisa burlona.

—Así no funciona, señorita...

—Jones— completó —nunca he tenido una mala nota en mi vida, y no planeo que esta sea la primera.

—Pues lo siento, pero aquí no vamos de acuerdo a sus planes— no hubo respuesta —entregaré las calificaciones en tres días, no me haga repetirlo...

—¿Cuánto quiere?— interrumpió —pagaré lo que sea por un diez, no permitiré que un estúpido examen de diagnóstico afecte mi boleta.

—¿En serio?— respondió con claro desinterés. Sin embargo, lo único que consiguió que esos ojos la miraran fue cuando dio un fuerte golpe al escritorio con ambas manos —Señorita Jones, ¿qué está dispuesta a ofrecer por una buena calificación?

"Podría dejarlo sin caminar por una semana," pensó para sí misma. Y es que, sin importar cuánto enojo sintiera hacia él, tenía que admitir que ese profesor era exactamente su tipo.

–-- ¿Dinero, sexo? O ¿planea amenazarme?

—¿Por qué no las tres?— respondío — aunque la segunda opción es extrañamente tentadora.

Es un pensamiento común, aunque nunca espero que se confesara tan directamente.

—Usted es la definición viviente de todo lo que está mal --- la chica simplemente se rio ---aunque parece que ha conseguido que la gente a su alrededor no piense lo mismo

—Usted no me conoce, profesor— respondió —y créame, es mejor que me conozca en buenos términos.

—Entonces, ¿es una amenaza? Bien, déjeme decirle que no me importan sus buenas notas ni la reputación que haya conseguido. Las decisiones en esta materia las tomo yo, y si digo que su calificación no cambiará, así será. No importa si el director, su madre o incluso el presidente intentan convencerme de lo contrario.

Con cada palabra, aunque en tono pasivo, me estaba enfrentando y haciéndome retroceder hasta la puerta. Y cuando finalmente me tuvo fuera, cerró la puerta en mi cara.

—Bien, usted lo ha querido así...

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