PERFECCIÓN|Sara Stone|
Se giró en mi dirección por fin dignándose mirarme, pero no era una mirada dulce ni mucho menos cálida, era una mirada áspera y espesa. Y sin decir otra palabra, comenzó a caminar en dirección contraria a donde yo me encontraba.
—¿A dónde vas? — pregunté abatida. No respondió, así que comencé a seguirlo — Es mi turno de hablar. Te he pedido perdón y ni siquiera me dices nada al respecto.
Aceleró su paso y yo tuve que correr para alcanzarlo. Sin embargo, apenas y le rozaba los talones.
—No estabas pensando en cómo dejarme. ¿De verdad? — grité para que pudiera escucharme. — Porque parece todo lo contrario. Parece que lo estabas calculando.
Llegamos a una pequeña cabaña, pero eso no me importo en absoluto y yo proseguí.
—No importa que hagas, yo jamás voy a alejarme de ti. — dije siguiéndolo hasta la pequeña cocina. Evite reaccionar cuando saco una pequeña botella de vino tinto y se sirvió una copa. — Porque yo te amo con el alma, Leonardo Pereira. Y siempre va a ser así. — tragué saliva con dificultad. Mi corazón estaba tan acelerado que me dolía el pecho. — Necesitamos hablar con el corazón abierto para que esto funcione.
Conseguí que la copa no llegaran a sus labios. Un punto a mi favor, pero un punto a su favor fue que después de dejar escapar una ligera sonrisa de completo egocentrismo, se dirigiera a la sala de estar sin responderme.
— ¿Acaso soy invisible? — fui tras él furiosa. Estaba ignorándome. — Estoy aquí. Hola. ¡Hey!, ¿por qué haces esto?
Encendió el televisor y comenzó a cambiar de canales mientras se acomodaba sobre el sofá para descansar.
—¿Así qué aquí estuviste todo este tiempo? —pregunté cruzándome de brazos. — Estaba destrozada, ¿sabes?
Él no parecía escucharme.
— ¡Eres… !
Era como si yo no existiera a pesar de estar frente a él.
—Deja de ignorarme, ¿quieres?—le pedí en un susurro — Di algo, o... No volverás a verme en tu vida.
Entonces había conseguido que me mirara.
—¿Y qué quieres que diga? — musitó bruscamente.
—Algo que me de paz. Algo que tranquilice mi corazón. ¿Puedes? —Murmuré soportando la ganas de llorar — O al menos, termínalo de romper.
Se llevó las manos a su cabello y se lo despeinó con ferocidad. Al menos conseguí hacerlo reaccionar.
—¿Qué quieres que te diga? — repitió iracundo — Lo que tenia que decir ya te lo dije.
— Quiero que me digas… — susurré sintiéndome abandonada — Leo, yo quiero…
—¿Quieres qué te diga cosas bonitas? — soltó con aspereza — ¿Quieres qué te diga que me encanta cuando sonríes? ¿Qué eres preciosa? ¿Acaso quieres que te diga que me traes loco? ¡Pues claro que me traes loco, mujer! Eres rara y eso te hace hermosa a tu manera, Sara.
Di un paso hacia atrás cuando se puso de pie de manera brusca. Tragué saliva con dificultad en el momento en que su mirada se oscureció al toparse directamente con la mía. Me estremecí y a pesar de ya estar acostumbrada, esta vez lo percibí tan grande y tan robusto.
—Pero también me irrita lo terca e inmadura que eres en algunas ocasiones. — comenzó a decir dando un paso más hacia mi, mirándome de aquella manera tan penetrante e imponente —Que no aceptes que estas mal y qué creas que yo soy el único culpable cuando hay problemas.
Cada paso que él daba hacia delante yo lo daba hacia atrás. Hasta que terminó arrinconándome contra la pared haciéndome sentir tan pequeña y vulnerable frente a su hombría.
—No eres perfecta y eso lo entiendo muy bien, así como yo tampoco lo soy — murmuró — Me enloqueces y me sacas de mis casillas constantemente...
Sus brazos me encarcelaron y pude percibir como sus ojos se dilataban mientras se embriagaba con mi aroma.
—Y a pesar de todo eso... — susurró inclinándose ligeramente hacia delante permitiéndome sentir sus labios rozar mi oído y su aliento erizarme la piel — Yo no podría vivir sin ti.
Mi corazón dio un vuelco de emoción, pero no era suficiente. Yo también quería hacer más por él, quería demostrarle que yo también quería cambiar y acoplarme a lo que éramos y a lo que estábamos construyendo como familia.
—Entonces... — titubeé y respiré profundo —¿Qué es lo que quieres tú de mi?
Sus dedos comenzaron a acariciar mis labios con delicadeza y su mirada se perdía en ellos. Y así fueron descendiendo por toda mi garganta en un lento recorrido trazando la fina línea de mi clavícula.
—Quiero que entiendas que eres la única mujer para mi — susurró suavemente, pero con voz firme.
Pegó su cuerpo más al mío restregándome su erección en el vientre, donde su mano derecha se perdía en mi garganta y su mano izquierda jugueteaba con el tirante de mi vestido.
—Quiero que sientas mis manos sobre todo tu cuerpo. — murmuró sobre mi garganta.
Y así fue, sus manos bajaron los tirantes de mi vestido por debajo de mis senos, dejando expuesto el bikini rojo, que lo hizo sonreír. Más no le importó tirar de el para dejarme completamente desnuda por la parte superior mostrando mis pechos por completo.
—Quiero que sientas cada roce — sus dedos comenzaron a trazar el contorno de mis pechos dirigiéndose tentativamente hasta mis pezones. El contacto de sus dedos apretándome provoco que dejara escapar un sutil jadeo. — Cada caricia...
Metió su rodilla entre mis piernas y me las abrió con brusquedad, donde su mano libre logró hacerse paso hasta mi intimidad y así comenzó a frotarme sobre el bikini de la parte inferior por unos segundos antes de quitármelo de un tirón.
—Quiero que me sientas tanto por fuera como por... dentro. — musitó.
Gemí cuando metió dos dedos sin previo aviso. No dolió, pues estaba más que lista para él, pero aún así me tomó desprevenida. Enseguida levantó mi mentón obligándome a mirarlo a los ojos, su mirada estaba oscura y brillosa de tanto deseo, como buen un animal sediento. Comenzó a bombear con ellos dentro de mi haciéndome temblar de placer, cada embestida siendo más rápida que la anterior. Yo quería besarlo en el proceso, pero él se alejaba cuando estaba a punto de conseguirlo.
—Me has hecho enojar — respondió a mi suplica.
Alentó los movimientos de su mano haciendo las arremetidas más bruscas obligándome a cruzar las piernas como respuesta. O al menos intentarlo. Me aferré a sus hombros con fuerza cuando me sentí venir, pero entonces él se alejó de golpe sacando los dedos abruptamente.
— ¡Oye! — protesté irritada y jadeante.
Se volvió al sofá dejándome con las piernas temblando media desnuda, y mirándome de pies a cabeza con un brillo pícaro en los ojos y una sonrisa descarada comenzó a desabotonar con una sola mano, uno por uno, los botones de su guayabera. Y con esa misma mirada me indicó que terminara de desvestirme, lo cual hice lentamente bajo su completa atención.
Se dejó la guayabera a medio abrir permitiéndome apreciar cada línea de su desnudo torso masculino y en un rápido movimiento que apenas y pude percibir, se deshizo de la bermuda dejando a la vista mi parte favorita de su cuerpo.
— Móntame. — ordenó.
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¡ELLA ES MI DESASTRE! ™
Romance[ ESPECIAL: ¡LA CHICA DESASTRE!] No se trata unicamente de estar enamorados. No se trata solamente de desearse. No se trata simplemente de amarse. Es mucho más que eso... Nuevas situaciones que nos harán reír, enojar y amar. La breve continuación d...