La re-elección

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Me senté en un sofá medianamente apartado, las serpientes por su parte se encargaron de hacerle ver a los otros jefes de casa la razón de necesitar una re-elección, son buenos argumentos, la guerra los cambió tanto que ya no se sienten parte de su anterior casa, los ideales y personalidad ya no van ligados.

— Profesores, creo que ellos tienen razón, la guerra nos cambió a todos, algunos tal vez ya no se sientan parte de su casa, pero siguen allí por la costumbre de estarlo, por no querer más cambios en su vida, ya han habido muchos; en realidad, me parece valiente de su parte enfrentarse a un cambio tan grande — Me puse de pie para dar mi opinión, porque según se veía, nunca íbamos a salir de allí, serían buenos leones por su gran terquedad.

El director que había permanecido callado todo el tiempo asintió e hizo levitar el sombrero hasta el escritorio, la decisión había sido tomada, estiré mi pulgar hacia arriba para darles moral.

Draco fue el primero en ponerse el sombrero, fueron largos minutos, no sucedió como en su primer año que todo fue instantáneo, cuando estábamos por rendirnos el sombrero dio su respuesta.

— Ravenclaw — El gritó resonó por todo el despacho, ni me intento sorprender, era algo obvio, jamás podría ser un buen león, que lastima.

Zabini tomó asiento, ya que Theo se notaba un poco reacio y muy nervioso, me puse a su lado para darle un poco de apoyo, mi mano descansó sobre su hombre, sentí que se relajó un poco, siempre me ha parecido tan tierno para estar con las frías serpientes.

Me quedé mirando las expresiones que hacía Blaise, eso es desagrado, qué charla estarán llevando, debe ser algo muy interesante.

— Ravenclaw — La otra exclamación nos rodeo a todos, el sombrero se puso de nuevo en el escritorio y Zabini sonreía como un loco.

— Profesora, casi me roba, estuvo muy cerca — Dirigiéndose ante la profesora McGonagall que solo levanto una ceja y dio una leve sonrisa.

Theo colocó el sombrero en su cabeza, sus manos temblaban un poco, la charla fue más corta, la respuesta fue rápida, otra águila nueva.

— Casi un tejón, hubiera sido agradable permanecer en las mazmorras — Ahí estaba el chico para nada tímido, si, sería un buen Hufflepuff si no fuera por su gran intelecto.

— ¿Potter, va a tomar la re-elección? — No pude responder a la burla del director cuando una McGonagall iracunda se lanzó sobre él.

— Ni lo pienses, Snape, ni loco dejo que te lo lleves — Su voz se elevó una octava más aguda mientras señalaba a su jefe con un dedo, Snape solo la miraba con un brillo de diversión.

— En realidad no veo la necesidad de cambiar de casa, pero me pica la curiosidad — Ignorando las miradas que me lanzaron al soltar eso, tomé el sombrero con la clara directriz de que el mensaje solo me fuese dado a mi.

— Señor Potter, creo que esta conversación ya la tuvimos una vez, eres un león en gran esplendor, pero no niego que una serpiente te hubiera traído cosas muy buenas, ten cuidado Potter, tienes una mente muy ambiciosa y ese deseo que tienes puede ser tu gran destrucción si lo tratas con el impulso de un Gryffindor, una serpiente necesita más paciencia y perseverancia, un toque duro y se cerrará, el pétalo de una rosa muy suave, necesita más la mente de un Slytherin para llegar hasta el fondo — Agradecí rápidamente, me quité el sombrero e intenté ocultar mis mejillas completamente rojas, mis pensamientos eran más permisivos de lo que pensé, debo practicar mi oclumancia, si él se entera va a acabarme.

Estaba tan ensimismado que no me enteré que el despacho se encontraba vacío, estaba en compañía del director, quien me miraba con una ceja alzada y una mueca muy similar a una sonrisa retorcida.

— Si, la oclumancia es un arte que necesitas con desesperación, sabe que siempre estoy abierto para enseñarle, Potter, ya sabe, a no dejar que penetren su mente — en mi mente todo eso sonó de una manera tan sucia y erótica, seguíamos hablando de las clases, cierto, porque mi imaginación no estaba muy centrada en mi educación.

Sabiamente permanecí callado, Snape se acercó a mi como si fuera un gato acechando su presa, me gustaba sentirme como comida ante esos ojos; la saliva pasó por mi garganta apretada, estaba tan cerca, ya podía sentir su pecho subiendo con cada respiración.

— Mañana después de a cena en mi despacho, empezamos con la primera clase de oclumancia — Asentí y me permití inhalar su perfume, un poco de menta, hierbas aromáticas y un fuerte perfume de hombre.

Se alejó unos pasos y me permitió salir, bueno, solo había un pequeño espacio, si quería irme debía pasar por debajo de su brazo y muy posiblemente rozarlo. La valentía volvió a mi, si él quiere jugar, dos podemos hacerlo, decidí seguir el consejo del sombrero, dejemos que mi Slytherin interior tome las riendas.

Lo miré con una sonrisa de medio lado, posé mi mano en su hombro y pasé con agilidad debajo suyo, solo permitiendo ese toque intimo, que viajo de su hombro hasta su pecho y cintura, para después pasar por detrás y hacer un recorrido hacia arriba. Acerqué mi boca su oreja, poniéndome de puntillas y usando mi mano en su espalda como apoyo.

— No juegues con un león si no estás dispuesto a que te muerda, ya sabes, las serpientes no me preocupan, con un silbido me obedecen — Susurré de la forma más baja y sensual posible, usando mi poder Pársel, dejando que la eses se alargaran un poco, sentí un estremecimiento, tal vez me pasé con ese uso y si le recordé al viejo oscuro.

En un rápido movimiento se giró y quedé acorralado entre su cuerpo y la pared, vi como me miraba lleno de deseo, observó mis labios y luego subió a mis ojos, hizo lo mismo tres veces más antes de por fin hablar.

— Cuidado Potter, podría creer que soy la presa huyendo de su depredador — Tal parece que esa idea no le disgustaba mucho, sus ojos brillaban con un tinte divertido.

— ¿Por qué no lo averiguas, Snape? Quién cae primero ante su depredador — Usé mi mirada marca Potter, arrogante, sexy y desafiante.

— Acepto su apuesta, señor Potter, pero aténgase a las consecuencias cuando caiga rendido ante mi — Dejó una suave caricia en mi mejilla y se apartó, con una pequeña risa salí de su despacho, supongo los chicos se debieron ir hace mucho.

Al bajar por las escaleras, seguí mi camino a la Torre, no quería problemas entonces estaba apurado, al llegar a la Torre vi a algunos chicos sentados escuchando a mis amigos en su papel como prefectos y premio anual, los saludé con una linda sonrisa y me senté cerca para escuchar las directrices que se estaban dando.

Creo que fue muy mala decisión sentarme allí, los chicos perdieron la poca atención que tenían en sus mayores, vi como Hermione me miraba con la cara de "Te voy a gritar de mil formas posibles", así que me puse a su lado y le di la bienvenida a todos, la importancia de seguir las reglas y el escuchar a los prefectos como su mejor opción.

No les podía pedir mucho, así que se convirtió en noche de historias, les conté mis aventuras por el colegio, algunos elfos nos trajeron chocolate caliente con galletas para acompañar ese momento.

— Creo que todos ustedes deberían estar en la cama hace mucho, mañana tienen clases — Entró McGonagall a acabar la fiesta, mirando a los prefectos severamente por no cumplir su rol y luego dirigió su mirada a mi, sus ojos brillaban entre enojo y orgullo. — Esta actividad la pueden continuar en su fin de semana, estoy segura que muchos de sus compañeros mayores van a tener muchas cosas que decir, pero ahora todos a la cama —

Así lo hicimos todos, nos fuimos a dormir, cuando estuve seguro encerrado por las cortinas de mi cama me puse a pensar en lo sucedido hoy. Así que no le era indiferente al director, debía planear mis movimientos, lo suficientemente sutiles, pero convincentes para llevarlo a mis pies.

Espero que el director se encuentre listo, porque mi plan inicia ya, veamos cuanto puede durar su voluntad de esperar a que yo caiga a sus pies. Espero mañana pongan bastante crema batida en el gran comedor. Entonces una idea me llegó a la mente, aquel libro que tomé de la biblioteca Black, debo encontrarlo y empezar a practicar, veamos si es fácil sentir un ser invisible provocándote, Snape no sabes donde te has metido. Un Potter nunca pierde.

Las perversiones de PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora