Capitulo dos: hermosos ojos verdes

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Pov's Zack

Aquella voz resonó nuevamente en la cafetería con firmeza y determinación, rompiendo la tensión recién creada. Mire a los lados intentando descifrar de donde venía esa voz, cuando vi a un rubio acercarse con paso firme.

-- ¿No sabía que es así como se divierten las personas sin cerebro?-. Su tono era de burlón, ese chico rubio parecía estar buscando ofenderlos - Me sorprende que personas como ustedes hayan logrado estar en esta academia, pero eso no significa que puedan hacer lo que quieran-. Continuo, ya plantado frente a ellos, demostrando su clara superioridad en altura.

- Si no quieren tener problemas, les recomiendo que sigan las normas-. Finalizo, dejándolos perplejos. Aunque su porte era elegante, se podía deducir que su objetivo al intervenir no parecía ser ayudar al chico, sino más bien mantener el orden en los pasillos.

El matón que estaba molestando al chico gordito intentaba mantener su postura atacante, pero se podía ver un leve rastro de miedo en él. De forma amenazante le dijo: - ¿Acaso vas a llamar a un profesor? No sea sapo. Además, este gordo se lo buscó, si no quisiera que lo molestaran, no estaría como una bola de grasa-. Concluyo con una risa cruel.

El chico rubio observó al matón con seriedad, como si toda esta situación no fuera más que un fastidio para él. Se acercó unos pasos más, mirándolo directamente a los ojos para advertirle - Te diré algo que debes tener en cuenta a partir de hoy-. Su tono frio contrastaba con la frialdad de sus palabras.

-- Si vuelves a dirigirte de esa manera hacia mí, intentas faltarme el respeto o causas desorden innecesario y estúpido. Una llamada bastara para que te expulsen y que toda tu familia termine en la calle-. Agrego con una sonrisa gélida. Luego, sin apartar la mirada le preguntó – ¿Vas a volver a intentar pasar sobre mi autoridad?

Al escuchar esa amenaza, los matones intercambiaron miradas entre ellos claramente angustiados, antes de salir corriendo. Probablemente está era la primera vez que recibían una amenazaba de tal magnitud. Por lo que no pude evitar verlo con admiración y curiosidad.

Sin darme nuestros ojos se encontraron brevemente, y los suyos, de un penetrante color verde, parecían estudiar cada parte de mi ser, como si estuvieran juzgando hasta los detalles más ocultos de mi alma hasta a mis antepasados. Para después continuar su camino sin mirar atrás.

Pasaron unos minutos para que la cafetería volviera a su bullicio habitual. Algunos estudiantes, asumo también nuevos en el instituto, preguntaban quién era ese chico rubio, mientras que otros simplemente continuaron como si nada relevante hubiera pasado.

Fue en ese momento que reaccioné y me apresure a ayudar al chico gordito que seguía en suelo. El matón lo había derribado y el chico rubio no se había tomado la molestia de ayudarlo. El chico no se había levantado, posiblemente debido al shock de la situación, así que le tendí la mano y le pregunte con preocupación - ¿Estás bien?-.

El chico regordete se sobresaltó levemente cuando le hable, pero rápidamente recupero la compostura y tomó mi mano para ayudarse a levantarse del suelo con algo de torpeza -Gracias, perdón estaba en la nubes. Es la primera vez que alguien me defiende-. Dijo algo nervioso mientras jugaba con sus manos. Intentado hacerlo sentir más cómodo, le pregunte – ¿Quieres acompañarme en lo que queda del almuerzo?-.

Él aceptó amablemente mi invitación y continuamos hablando mientras caminábamos hacia la mesa donde había dejado mi comida –Sabes, me alegra que este instituto sea diferente a los demás. Por lo general, las personas no hacen nada -. Comento con gratitud en su voz.

Cuando dijo eso no, pude evitar recordar a la chica rubia que me había ayudado en la mañana, sus ojos, a diferencia de los de ese chico, eran de un verde más cálido y transmitían seguridad – A mí también me alegra que este instituto sea diferente a los demás-. Respondí, aun con la imagen fresca de ella.

-Por cierto, me llamo Zack-. Dije, recordando que había olvidado presentarme, - yo soy Oliver, un placer conocerte -. Respondió con una sonrisa. Ambos nos estrechamos las manos como si fuéramos gerentes de una empresa. Reímos ante esa ocurrencia y continuamos hablando pero ahora de nuestros pasatiempos, al parecer teníamos en común el gusto por la literatura.

Mientras hablábamos, Oliver me revelo que antes solía practicar baloncesto, pero que lo dejo debido a las constantes burlas que recibía por ser algo gordito. Eso me sorprendió y quise animarlo – ¿Y por qué no lo retomas? Estoy seguro que en poco tiempo serás uno de los mejores-.

Sintiéndome en confianza, le confesé a Oliver – Sabes, a mí me encanta el teatro, pero no he podido estar mucho en el escenario. En mi antiguo instituto, el club no tenía suficiente apoyo-. Dije algo desanimado, cuando una idea cruzo por mi cabeza.

-- Ya sé, estoy seguro que aquí los clubes son otro nivel, así que cuando encontremos el de nuestro interés, nos unimos-. Exclame emocionado. Seguimos conversando animadamente hasta que sonó la campana, indicando el regreso a las clases.

El resto de las clases transcurrieron tranquilamente. Me sentía emocionado de haber hecho un amigo en tan poco tiempo, lo que se reflejó en mi mayor participación. Al final del día, estaba ansioso por regresar a casa y contarles a mis padres todo lo que ocurrió este primer día.

Ya había planeado escribirle una carta de agradecimiento a aquella chica rubia, tenía la intención de dejársela en su casillero, aunque el problema era que no sabía cuál era su número. Sin embargo, ya me encargaría de averiguarlo más tarde. Cuando las clases por fin finalizaron, salí a la salida para esperar a Oliver..

En lo que esperaba, note de reojo a Daniel subiendo a un carro elegante. En ese momento, no pude evitar desear tener todo ese dinero y poder moverme en una de esas bellezas. Salí de mi fantasía cuando vi a Oliver corriendo hacia mí.

Caminamos mientras conversábamos, en un momento se me ocurrió mencionarle sobre mi encuentro con esa chica rubia que me había encontrado en la mañana, con la esperanza de que supiera quien era.

-- ¿Hablas de Carla? Es muy linda, pero me sorprende que la hayas visto. He oído de que es muy difícil encontrarla, el consejo estudiantil y mantener un buen promedio la tienen muy ocupada-. Eso contestaba a por que no la había visto en la cafetería.

Estaba agradecido de que supiera su nombre, pero tenía curiosidad de como lo había conseguido. A lo que le pregunte, fingiendo ser un detective, invadiendo su espacio personal --¿Y tú cómo sabes su nombre?-. Oliver rio ante mi actuación y con un leve sonrojo respondió.

-- En la mañana hablé con un chico llamado Marco, me habló de todos los estudiantes de aquí, incluso del chico rubio que me defendió en la mañana, que por cierto, se llama Daniel. Incluso me hizo un mapa para explicar todo el instituto-. Finalizando con una leve risa, recordando ese momento.

Al llegar a mi casa, no pude resistirme a hacer una última pregunta crucial - ¿De casualidad, ese chico Marco no te habrá mencionado el número de casillero de Carla?-. Un fuerte sonrojo se apodero de mis mejillas cuando finalice, algo que Oliver noto y no perdió la oportunidad de burlarse antes de darme el número. Acordamos en continuar nuestra conversación mañana y nos despedimos.

Entre rápidamente a mi casa, donde mi madre me recibió con un cálido abrazo y un beso en la mejilla. Durante la cena, nos reunimos todos en la mesa, y cuando me preguntaron cómo me había ido, les conté todo sin omitir ningún detalle. Durante la comida, mi padre ocasionalmente hacía chiste, y mi madre lo regañaba en tono de broma.

Cuando termine de cenar, subí a mi habitación con la intensión de escribir la carta para Carla. Sin embargo, antes de poder comenzar. Julián entró en su pijama, abrazando su peluche de dinosaurio - ¿Me puedes leer un cuento Zack?-. Apenas terminó la pregunta, ya me estaba tomando de la tela del pantalón para llevarme a su habitación. Al parecer, no tenía opción más que aceptar, así que reí ante esa conclusión, para luego alzarlo en brazos.

-- Qué libro quieres que te lea-. Le pregunté, y vi cómo se movía emocionado en mis brazos. Sin sorpresas, respondió - ¡Las aventura de los Dinoamigos!-. Había perdido la cuenta de cuantas veces le había leído ese libro. Mientras lo leía, note que ya se había quedado dormido, así que lo acosté con cuidado y regrese a mi cuarto para terminar la carta.

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⏰ Última actualización: Oct 16, 2023 ⏰

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