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— Si no me dejan de molestar mi novio les va a dar una paliza —

El grito del Yang menor había comenzado la retorcida historia de su amor, pero como evitar usar a su hermano de escudo, estaba cansado de recibir palizas de sus mayores por el simple hecho de que sus ojitos fueran más pequeños que de los demás.

El no tenía la culpa de sus marcadas facciones asiáticas que heredó de su padre omega, Felix al ver lo roto que estaba su hermanito simplemente vio a los niños quienes eran más bajitos que él, pero más altos que Jeongin.

Su madre siempre le había pedido que cuidara de Jeongin sin importar que, era el mayor y su responsabilidad fue el pequeño de ojos similares a un zorro, el pecoso menor no pudo negarse al pedido de su madre, simplemente quería complacerla como siempre lo hacía.

Por lo que cuando su hermanito un día llego corriendo y pidiendo que lo defendiera de aquellos niños no dudo en enfrentarse a la manada de críos. Los menores no dimensionaban que Felix no les podía hacer tanto daño como Jeongin hacia creer, ya que muy apenas era un año mayor que ellos, pero eso no debían de saberlo para ellos Felix era similar a un adulto.

— Pídanle perdón a Jeongin — Abulto sus labios quitando todo intimidante en su pose, pero los pequeños quienes estaban temblorosos asintieron.

— Lo lamentamos Jeongin, no volveremos a molestarte — El pequeño niño quien aún se ocultaba detrás de su hermano sonrió con satisfacción al escuchar esas palabras.

Corrieron al instante dejando a ambos hermanos solos, Felix por fin pudo soltar un suspiro antes de inflar sus mejillas rojitas por el calor que tenía.

— Listo Innie, vamos a casa que tengo hambre — El infante volteo a ver a su hermano con una enorme sonrisa, estaba aliviado que por fin dejaría de ser molestado.

— Vamos Lixie — Jeongin tomo la mano del mayor y ambos como su madre les había enseñado caminaron de regreso a casa.

Y con una ligera desviación en el camino cuando el señor de los helados se atravesó en su camino, pero no fue culpa suya, sino del helado de chocolate que siempre les hacía ojitos.

Quien diría que Jeongin tomaría de excusa aquellos niños para ser mas empalagoso con el mayor, si bien no hacían nada mas que tomarse de la mano y compartir helado para un par de niños aquella acción era tan intima como lo seria para un adulto dar...

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Quien diría que Jeongin tomaría de excusa aquellos niños para ser mas empalagoso con el mayor, si bien no hacían nada mas que tomarse de la mano y compartir helado para un par de niños aquella acción era tan intima como lo seria para un adulto dar un beso.

Felix no tenía problemas porque no era para nada nuevo lo que hacían en la escuela que lo que hacían en casa, pero todo revoluciono cuando ambos infantes tuvieron 11 y 12 años. Jeongin por fin pudo ver una película de "adultos", bueno si a eso se le puede llamar al diario de la princesa.

Pero lo que le intereso al pequeño fue como los protagonistas al final se daban un beso que tanto ansiaba la mayor, Jeongin sabía que eran los besos porque su papá siempre se los daba a su mamá, más cuando papá olía muy rico como a uva.

La incoherencia en el mundo de los YangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora