2. Desafortunadas similitudes

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Dos días habían pasado desde su llegada a la pequeña isla, Hetam y Nevrik se habían entretenido pescando en la cercanía mientras Asami se rehusaba a abandonar la orilla desde dónde ella y Sai habían escuchado el misterioso llamado que desde entonces no se había vuelto a repetir.

Una pequeña choza hecha de ramas y hojas le ayudaban a protegerse del sol abrazador que bañaba la playa desde el mediodía y hasta la puesta del sol. Ninguno de los maestros agua habían cuestionado sus acciones pues a su parecer Asami solo se estaba tomando un tiempo para asimilar la muerte de su amada.

Los tres comían juntos en la mañana, tarde y noche. Asami charlaba con ellos como de costumbre compartiendo distintas anécdotas de sus tantas aventuras hasta que los tres terminaban sus alimentos y volvían a sus actividades previas.

Tal vez era una nueva obsesión, tal vez era ella misma rehusándose a soltar la imagen de Korra, pero lo cierto era que se negaba a partir sin antes resolver el misterio de aquel inusual llamado. Sai también lo había escuchado, no era solo un producto de su imaginación.

La meditación eventualmente la llevó al mundo espiritual, una técnica que le había aprendido a Korra y que había tenido la oportunidad de mejorar durante los meses de recuperación luego de la guerra, algo realmente útil para la ocasión ya que solo existía un lugar en dónde lograría encontrar información sobre los espíritus que habitaban en el antiguo Reino Fuego, la biblioteca de su viejo amigo, Wan Shi Tong.

La lechuza la recibió con gusto y la llevó personalmente hasta la sección en dónde podría llegar a encontrar lo que buscaba, entre ambos repasaron los títulos e índices de un par de docenas de libros y redujeron la búsqueda a cuatro de ellos, cada uno tan ancho y pesado como el otro, ninguno se podía considerar "lectura ligera" e indagar en ellos llevaría tiempo y varias visitas al mundo espiritual.

A la noche del tercer día Asami ya sabía que su estadía podía llegar a prolongarse más de lo que Hetam y Nevrik habían anticipado, le tomaría al menos un mes completar su investigación de forma satisfactoria y no quería obligar a sus acompañantes a quedarse varados en aquel reducido espacio de tierra carente de actividades y entretenimiento.

Durante la cena Asami les dio su nueva versión de lo que debía pasar, ellos debían volver a casa y permitirle a ella quedarse en la isla durante un mes antes de volver a la isla para llevarla de vuelta a casa.

- Necesito tiempo a solas para completar mi duelo, les prometo que no me moveré de este lugar, si me dejan la mitad de sus raciones y tomando en cuenta lo que puedo pescar, puedo sobrevivir cómodamente durante un mes y medio.

Hetam se negó al principio, pero al final se vio forzado a aceptar. Asami podía ser menor que él, y hasta cierto punto podía ser considerada su amiga, pero al final del día seguía gozando de un rango superior al suyo y desobedecerla significaba una gran falta de respeto que él no estaba dispuesto a cometer, después de todo, Asami Sato era conocida por ser una persona inteligente y perfectamente capaz de sobrevivir por sí sola. Dejarla sola no era una idea para nada descabellada.

Un mes tendría que bastar, Hetam mismo se encargaría de volver por ella, no era tanto tiempo como ella hubiera querido, pero estaba segura de que si se esforzaba sería capaz de concluir su investigación dentro del tiempo pactado así que accedió sin objetar más de la cuenta.

Los maestros Agua se marcharon temprano por la mañana, Hetam no quería perder tiempo pues el lapso de un mes apenas iba a alcanzar para volver al pueblo a reabastecerse y regresar por Asami. La joven Sato los despidió y vio navegar hasta que su silueta desapareció en el horizonte.

Así inició una rutina simple pero efectiva, despertaba a las cinco de la mañana a meditar para viajar al mundo espiritual dónde permanecía hasta las ocho de la mañana, de ocho a diez se dedicaba a desayunar, asearse y pescar algo para comer durante la tarde, de diez a una volvía al mundo espiritual, de una a dos comía, de dos a seis volvía a estudiar y de las seis en delante cenaba y se enfocaba en tomar notas sobre lo aprendido en su desgastada bitácora de páginas amarillentas y pastas de piel remendadas que había hecho para ese viaje en específico.

Antología. Futuro Incierto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora