Engullido

0 0 0
                                    

El barco se mece de un lado a otro. Es un barco que he construido con mis propias manos, que aunque tuvo sus buenos años, ahora está desgastado y averiado, pero es el único lugar al que puedo llamar mi hogar. Esta madera deteriorada no va a resistir otra tormenta, al menos no una de gran envergadura y eso no me importaría mucho, si no fuera porque ahora mismo en mitad del mar, que conozco de toda mi vida, lo que se acerca a nosotros, es algo que sabemos que no vamos a sobrevivir. Nubes negras, colosas, que no dejan pasar la luz... se mueven de manera independiente a como el viento lo hace. Solo puedo admirar su fuerza y preguntarme: ¿Qué son?

No pueden ser de este mundo, por la manera en que veo que hacen desaparecer las embarcaciones de algunos navegantes conocidos, aquellos del puerto que frecuento. Algunos parecen haber saltado al mar y tratan de nadar en mi dirección, lamentablemente en vano. Pero ¿por qué harían eso, más allá del terror más desquiciado? ¿Qué esperan que haga? El motor de este cacharro no podría llevarnos ni siquiera cerca de la costa a la velocidad en que esas nubes avanzan; no podríamos esquivarlas tampoco, se mueven de manera impredecible; y yo no soy ningún marinero intrépido o aventurero talentoso capaz de sacarnos de este apuro. Estoy seguro no podría ni ayudarlos a subir a bordo, porque en realidad quiero estar solo, aceptando aquel destino frente a mis ojos... el fin de mi mundo.

Una de las nubes me empieza a cubrir, en ese momento entiendo cómo desapareció todo. Lo percibo en el aire, denso, como si cada segundo hubiera menos oxígeno; luego noto que el olor del mar es distinto, por instantes dándome la sensación de estar en otro lugar, quizás una cueva, pero luego el olor cambia y me veo en una montaña helada, en su pico más alto. Hasta que al fin pierdo el equilibrio de repente por una de esas olas, de una fuerza sobrenatural. Observo el agua y veo un remolino formándose y creciendo a una velocidad inexplicable, simplemente hipnotizante. Caen relámpagos ahora a mi alrededor, me termino preguntando si esto es acaso un castigo divino, pero ¿qué podría haber hecho tan mal como para acabar en esta situación, viendo mi preciado lugar seguro, todos mis recuerdos que se parten y se queman por una descarga eléctrica? Ahora todo lo que una vez vi, sentí, pensé, creí, se hace cenizas. Y desde dónde voy a tener tal perspectiva, sino es mientras caigo al agua, que me envuelve por completo. Solo voy a cerrar mis ojos y esperar que todo pase. Ya no puedo moverme, no puedo respirar, soy inútil y vulnerable ante este ser que me empuja hacia las profundidades.

En efecto, estimado lector, no soy ni seré ningún héroe en una historia.

EngullidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora