Contra la marea [Regulus Black]

𝙻𝚒𝚣𝚣𝚒𝚎

Elizabeth había pasado día y noche en la sección prohibida, leyendo y analizando cada hechizo que Tom Riddle había creado, pero sobre todo, enfocándose en los contra hechizos. La chica había logrado descubrir un conjuro o al menos el principio de un conjuro capaz de crear una marca en la piel. Un conjuro de sangre. Era algo completamente oscuro y completamente horrible. Más cuando estaba intentando crear la cura o el contra hechizo del mismo.

—Liz, Liz.—Dijo James mientras tronaba sus dedos frente al rostro de su hermana, quien se sobresaltó, al parecer se estaba quedando dormida. Durante esas semanas las ojeras habían comenzado a dibujarse bajo los ojos de Elizabeth e incluso había comenzado a resfriarse un poco.

—Perdón, ¿qué decían?—Preguntó Elizabeth antes de estornudar, James y Sirius la miraron con preocupación.

—Lizzie, ¿estás bien?—Preguntó Sirius con preocupación, no era nada normal que su amiga descuidara su salud.

—Sí, sí, solo necesito descansar un poco. Los T.I.M.O.S, ser prefecta  y el encargo de Dumbledore no me dejan mucho tiempo libre.—Respondió Elizabeth mientras evitaba mirar a su hermano a los ojos, no podría confesarle que estaba estudiando la magia oscura...todo con la intención de que no tuvieran que pelear en una guerra, o poder salvarlos si aquel era el caso.

—Lizzie, ya te dije que renuncies al encargo de Dumbledore, solo tienes quince años, no tienes porqué cargar con otra cosa que no sea la escuela.

Elizabeth lo miró con cara de pocos amigos.

—Lo dice el que quiere unirse al ejército de magos que Arthur dice que debe de ser formado.

—Eso es diferente.

—No lo es James, cada quien juega las batallas que cree valiosas. Y para mí, el encargo de Dumbledore es valioso.

—Solo quiero mantenerte a salvo Lizzie.

—Lo mismo digo de ti James, estaré bien.—Dijo Elizabeth forzando una sonrisa, la cual James devolvió, sin embargo no llegó a sus ojos, verdaderamente le preocupaba el bienestar de su hermana. 

—Vamos a dar un paseo Lizzie.—Dijo James antes de extenderle la mano a su hermana, quien la tomó sonriente. Sirius miró como ambos salían de la sala común con una sonrisa, y por un instante, deseó que su relación con Regulus aún fuera así.

James y Elizabeth caminaban por los jardines cercanos a la torre de Astronomía cuando James rompió el silencio.

—A veces no puedo creer que me queda un año y medio aquí, este lugar ha sido mi segunda casa por mucho tiempo. Pienso pedirle a Lily que salga conmigo cerca de navidad. Ya no quiero simplemente coquetear con ella y ver que no da resultado.

Elizabeth le sonrió a su hermano.

—Todo estará bien James, te ha tomado años llegar a su corazón, pero son el uno para el otro. Y no quiero a otra persona como mi cuñada.