El universo junta a dos almas antiguas seis siglos después, en donde el odio floreció después de un amor prohibido. ¿Qué pasará cuando en sus nuevas vidas, se reconozcan?
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Dante, Siglo XXI
El calor de las calles de Barcelona a finales de verano era algo que pese a vivirlo cada año siempre me sorprendía. ¿Cómo podía existir un calor tan húmedo y sofocante? Era casi una batalla contra tus propios deseos el hecho de pisar la calle.
— Bueno Dante, por suerte el precio no ha subido este mes, esperemos que siga así mucho más tiempo — La voz de Alba, a quien ya la conocía bastante bien después de tantas visitas mensuales que yo hacía a esa farmacia desde hacía años me sacó de mi ensoñación, haciendo que mi vista en vez de mirar a la calle a través de las puertas correderas de cristal del lugar, se centraran en la pequeña bolsa de plástico con el logo corporativo que había dejado en el mostrador.
— Créeme, lo espero mucho más de lo que podrías imaginar— Una sonrisa amable decoró mi rostro mientras que con mi mano derecha buscaba la cartera que tenía por alguno de los bolsillos de mis pantalones cargo. Quizás eso de seguir las modas no era tan práctico como me pensaba.
Una vez encontrada saqué la tarjeta de crédito y se la di, alargando mi mano con el pedazo de plástico entre el índice y el dedo medio, mirando esa amable cara que ya tenía memorizada. Sus finos dedos cogieron mi tarjeta, concentrada como siempre a la hora de efectuar mi pago. Sin embargo, al ver como su ceño se fruncía un poco y se mojaba el labio superior, supe que, de nuevo, no me escaparía de esa.
— Sé que no es de mi incumbencia, pero el mes pasado no viniste, Dante — Dejó caer ese dato sin apenas mirarme. Yo, sabiendo lo que pasaría, solo apoyé mis codos al mostrador y suspiré — Y ambos sabemos que no es la primera vez que te saltas algún que otro mes — Su mirada dejó el ordenador para centrarse en mí.
—Lo sé ¿Vale? Simplemente, me despisté con los estudios y bueno, tampoco lo noté — Moví mi mano queriendo sacar hierro a lo que decía. Alba me miró con una cara de pocos amigos, una mirada intensa que me decía que quizás no se había tragado del todo la excusa — No pongas esa cara, no es el fin del mundo.
— Pero sí el fin de tu vida, Dante — Suspiró mientras negaba con la cabeza. Yo ante tal gesto me sentí un poco cohibido, como si fuera de nuevo un niño de cuatro años siendo regañado por su madre — ¿Tienes problemas económicos? — Preguntó con delicadeza mientras dejaba el tiquet en la bolsa y la acercaba más a mí.
— ¡Qué va! Solo que el préstamo que pedí para el máster a veces me juega malas pasadas, pero lo tengo todo bajo control, no te preocupes. — Con una sonrisa cogí la bolsa y mi tarjeta —En fin, ¡Nos vemos el mes que viene, si es que sigo vivo! — Me despedí ya dado la vuelta, escuchando mi nombre siendo chillado por Alba ante lo mal que le había parecido ese último comentario. Yo solo reí suavemente, haciendo una mueca cuando me fijé en la bolsa de la farmacia.
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