Alerta: No.
Categoría:Romance fallido?
Terminaba de arreglar mi maquillaje mientras me miraba en el espejo de la habitación del hotel. Es el día de mi boda, y mi mejor amigo, Andre, no podrá asistir porque su madre tuvo un infarto y estaba de urgencia en el hospital. Recordar el dolor que me causaba el saber que mi segunda madre podría morir me hizo tener ganas de llorar. Limpié las lágrimas que amenazaban con salir de mis ojos, y me quedé quieta un buen rato pensando.
Cogí mi teléfono y marqué el número de mi esposo.
"El número que usted marcó, no existe o no está disponible en este momento. Para grab–"
Colgué, pensando en lo que estaría haciendo en estos momentos mi novio. Frustrada, lancé mi teléfono a la cama.
Algunos momentos después seguí aplicandome lapiz labial y rimel.
Cuando terminé, fui al clóset de la habitación para ponerme mi vestido de novia. Era un gran vestido blanco, con una pomposa falda llena de capas y pequeñas mariposas en la parte inferior. Me llegaba un poco más bajo de los talones pero tenía una cola que arrastraba, teniendo también muchas capas; además, un hermoso escote acompañado de un corsèt adornaban mi torso.
Terminé de arreglar mi cabello, haciendo unas ondas y poniendo fijador. Decoré mi cabello con una diadema repleta de flores, y por fin terminé mi arduo trabajo.
Me miré con perplejidad en el gran espejo, y me sentía la mujer más bella del mundo. Prontamente, sería la más feliz.
Miré la hora en mi celular, 9:30 a.m. ¡Rayos! Debía estar lista pronto.
Por suerte, la iglesia quedaba a solo 5 minutos en auto.
Me subí al elevador con dificultad; haberle dicho a mi madre que podría llevar todo esto sola pudo haber sido un error, después de todo fue ella quien se ofreció a llevarme en su auto.
Bajé del elevador y fui corriendo a la recepción.
- ¡Hola, Grecia! ¿Vas tarde a tu propia boda? - Me gritó con entusiasmo la recepcionista que resultaba ser mi vecina: la señora July de una avanzada edad.
- No es momento, señora July - Le digo yo con una sonrisa mientras me acercaba a su mesa - Necesito que llame a un taxi para mí de inmediato.
- ¡Ya rugiste nena! Tienes suerte, justo acabo de llamar uno para mí y está afuera; en cinco minutos terminó mi turno, pero te lo dejo con una condición; ¡guardame una decoración de mesa! - Me contestó señalando afuera, donde (como había dicho ella) había un taxi esperando.
Este día iba mejorando poco a poco.
- ¡Muchas gracias! ¡Le guardaré la mejor decoración que encuentre! - Agradecí mientras corría fuera para tomar el taxi.
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Pequeños relatos
RandomPequeños relatos o escritos que voy haciendo porque estoy aburrido. Este libro es para mejorar mi escritura, algunos relatos tal vez no tengan un buen argumento o tengan faltas de ortografía e incluso pueden ser sinsentidos, pero no sé preocupen por...