El plan

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—¿Estás segura?

—Confía en mí, llevo planeando esto mucho tiempo.

Ella me sonríe, pero no parece estar del todo convencida. No puedo culparla, no es como yo, no todos sueñan con la muerte.

Pero no estoy mintiendo, llevo planeando esto mucho tiempo.

Nunca fui una persona rencorosa, de hecho no creo poder encajar en la categoría de lo que la gente definiría como una "mala persona". Aun así, no puedo evitar que esa clase de ideas inunden mi mente.

En algún momento que no soy capaz de concretar, una pequeña semilla entró en mi cerebro y creó toda una red de oscuros pensamientos que me acompañan hasta el día de hoy. No puedo remediarlo, las fantasías me persiguen de forma constante. ¿Por qué? No lo sé, solo sé que hay una vocecita en mi cabeza que me dice que debo hacerlo, que solo así todo parará.

Y, en el fondo, sé que tiene razón. De hecho, eso es lo que menos me preocupa.

No temo a la agonía provocada por el constante cosquilleo del deseo, llevo demasiado experimentándola, temo lo que ocurrirá después.

Lo he visto en otras personas que, como yo, creyeron que sucumbir a esos deseos era la clave para hacer que se parasen. Lo que no sabían era que la satisfacción es solo momentánea, como una buena droga, nunca tienes suficiente.

Sin embargo, no puedo decirle eso a ella, bastantes dudas tiene ya. Lo cierto es que creo que solo lo hace por mí, que, de algún modo casi tan perverso como mis deseos, ha malinterpretado nuestra relación y estaría dispuesta a hacer todo lo que le pida.

No me molesta, de hecho, debo reconocer que lo he estado aprovechando. Lo siento, no me interesa estar contigo, solo quiero tu influencia. Porque eres una pieza clave de mi plan, solo que aún no lo sabes.

—¿Lo tienes claro entonces? —Ella asiente.

—Ya lo he enviado y creo que funcionó, es justo como dijiste.

"Ya lo sé, siempre funciona".

La psique humana es en realidad una red de impulsos controlados, la mayoría de la gente tiene unas reacciones básicas ante determinados estímulos, yo no.

Tal vez por eso me interesaba tanto esto desde un principio, no negaré que la idea de encontrar a alguien como yo me provoca un ligero cosquilleo en la base del estómago, pero de momento no ha funcionado.

Todo ha salido de acuerdo al plan y eso se debe a que la gente es terriblemente aburrida y predecible. ¿Qué harían de saber que, de haber escogido la opción menos arbitraria, de haber renegado de sus instintos primarios y de lo que les mandaba la razón, podrían haber evitado tan horrible destino?

La duda me hace sentir un ligero hormigueo hasta el punto de hacerme cuestionarme si debería exponerles la posibilidad. No, por entretenida que pueda ser su respuesta, no merece la pena.

—De acuerdo, entonces sigue con lo que te dije, luego yo me encargo.

—Vale... —Sus ojos se mueven de forma frenética por la habitación, ¿acaso va a rajarse? ¿Podrá el pudor contra la fe ciega que tiene en mí?

Por muy orgullosa que pueda sentirme de que consiga evolucionar en sus decisiones, no puedo permitir que se aparte, no ahora. Gran parte del éxito de este plan radica en lo fácilmente manipulable que es.

—Oye, no te preocupes. —Tengo que asegurarme de que lo hará así que le muestro mi mejor sonrisa, nunca se resiste cuando lo hago. Le tiendo una de mis manos y extiendo el meñique, no puede negarse a una promesa y menos aún a un método tan infantil, algo que normalmente no debería esconder ningún significado maligno —. Estamos juntas en esto, ¿verdad?

—Verdad. —Su sonrisa es radiante y la mía esconde un motivo mucho más siniestro del que ella imagina.

Sabía que acabaría cediendo.

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