Recuerdos...
Eso es lo único que mi cabeza puede describir en este instante. Recuerdos confusos, borrosos, lejanos se asoman en mis pensamientos por las noches que me perturban el sueño. Ese tipo, esa silueta: siempre de gran altura y oscurecida, nu...
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Desperté en un vacío sin rumbo, era aparentemente infinito, sereno… me cegaba el color blanco de sus paredes sin fin. Miraba a mi alrededor buscando alguna salida, pero no la hallaba a simple vista.
Usualmente no acostumbro a sentir placer estando sola, pero esta vez era diferente, sentía que había alguien conmigo, que hacía desaparecer la soledad de este desolado sitio. El silencio era tan profundo que me ensordecía al punto de sentirme desorientada… esto, hasta que se rompió por unos pasos que se escuchaban en la lejanía. Un paso tras otro, "eso" se acercaba más a mí. Quería seguir el ruido y ver de quién provenía, pero el eco que provocaba me hacía perder más y más.
Al punto de solo estar caminando en círculos, sin un camino, sin rumbo… ahogándome en mi propia desesperación en buscar ayuda… Escuchaba esos pasos cada vez más cerca, detrás de mí. Cuando me doy la vuelta me encuentro con una silueta negra entre el paisaje blanco, parecía ser un muchacho muy alto, con unas protuberancias en su cabeza. Ví con dificultad que extendió su mano hacia mi hombro y, por más que sea una sombra, podía sentirlo. Era una sensación tan familiar que me helaba, pero a la vez me daba un sentimiento de calidez en el corazón, que seguidamente llegó a mis ojos cristalinos.
Se acercaba más y más a mi cuerpo, como si quisiera darme un abrazo de consuelo, que con sólo su contacto, sin hablar, sin pronunciar una sola palabra, pudiera decir que todo está bien… Sentía que mis ojos pesaban, y que pronto se desbordarían en cascadas de nostalgia y melancolía. Fue en ese momento en que sentí un peso en el pecho cuando me desperté. Mi hermana menor, Kazumi, se abalanzó sobre mí animadamente para darme los buenos días. Abrí los ojos por el sobresalto, sintiendo cómo una lágrima bajaba lentamente por mi mejilla.
— ¡Ugh! ¡Hermana, ¿qué te pasa?!
— ¡Buenos días! —Respondió animadamente mi hermana pequeña, mientras tocaba mi mejilla mojada con ambas manos— ¿Por qué lloras? ¿Soñaste con el coco?
— ¿Qué? No seas infantil. Sé que tienes ocho años, pero el coco no existe… Sólo fue un mal sueño —Procedí a apartar la mirada, para que no viera mis lágrimas—
— Oh, bueno. Está bien… ¿Te gustaría escuchar algo para animarte? Últimamente está funcionando.
— ¿Mhh? Espero que sea algo bueno si con eso crees que me animará.
— Es más bueno de lo que crees —Hizo una pausa— ¡Papá y mamá dijeron que nos vamos a mudar a otro país!
— ¡¿Que qué?! —Mi reacción no fue la que esperaba mi hermana. En esos momentos no estaba para soportar bromas malas de su parte— ¡No bromees así! Mucho menos cuando todavía estoy en la cama…
— Pero no es broma. Mamá me dijo que nos vamos a mudar porque surgió una oportunidad en otro lugar para su trabajo, o algo así —Hizo una pausa para tomar aire, mientras se tocaba la barbilla— No le entendí muy bien, sabes que los temas de adultos me confunden mucho.
