Suspiré nerviosa, mientras pasaba un sin fin de veces mis manos por aquel bonito vestido en tonos rosas que me había traído la ama de llaves de la casa de Vladimir, que resultó ser una mujer anciana muy amable que me lleno de comida y de halagos sobre mi bonito cabello dorado y mis ojos, que aseguraba que eran trozos de cielo. Realmente fue muy dulce y tenía ese aspecto maternal, que me llenó el corazón de flores y colores como nunca antes.
Luego de lo que paso anoche me desperté sola en la cama, haciéndome sentir tan tonta y miserable por un segundo, pero segundos después vi al Señor Petrov salir del baño de la habitación con el cabello mojado y terminándose de poner el traje, que era lo único que le faltaba por colocarse, porque sus guantes y máscara ya los tenía en el lugar de siempre ¿Nunca se los quitara? ¿Será tan triste la historia de lo que oculta como para nunca quitárselos? No lo sé, solo espero que no sea así. Vladimir no merece sufrir y menos cuando me saludo con un beso en los labios que me derritió y me lleno de perdones, diciendo que tenía que irse rápidamente por un asunto urgente pero que yo desayune tranquila, ya que luego una camioneta me llevaría a su sorpresa. Me prometió pasar todo el día conmigo solo por esas horas en las que desapareció en la mañana, y no sé por qué ese gesto me derritió el corazón.
Así que, una vez más estoy en una de sus grandes y robustas camionetas, acompañada de Igor, al cual no le paro de hablar y él escucha atentamente sin refutar demasiado. Me encuentro nerviosa sin saber que clase de sorpresa me deparará esta vez, pero sé que aunque sea una simple salida con un helado, estaré feliz de estar a su lado. Dudo mucho que Vladimir pueda hacer algo tan simple o mundano como tomar un helado. Bueno, eso está claro, pero a lo que quiero llegar es que sin importar que sea, mi corazón está feliz.
—Señorita Sikora—llamó mi atención Igor, cuando me distraje mirando por la ventana—ya hemos llegado al destino.
Anunció y se bajó del vehículo para abrirme la puerta, una vez que salí vi el gigantesco y amplio edificio que se cierne frente a mí. Era realmente enorme y en la entrada vi unas letras enormes que decían algo en francés, o eso creo.
—El Señor Petrov la espera dentro—avisó mientras yo sonreía y frotaba mis manos para recibir algo de calor.
—¡Muchas gracias, Igor, fue muy divertido hacer este pequeño viaje con usted!—hablé alegre y al parecer le contagie mi entusiasmo, ya que él rió a mi par—¡Espero que tenga un bonito día y la próxima abríguese más, porque si no se enfermara!
—Por supuesto que sí, Señorita Sikora—respondió ante mi reto y yo me dispuse a caminar hacia la entrada.
Mi respiración era algo irregular, ya que jamás imaginé que algo así sucedería en este viaje y sé que en parte estaba escapando de mi realidad, una que muy pronto me golpeara. Porque todavía debo de afrontar a mi padre y asumir las consecuencias de estar en mi familia, al tener que casarme con un hombre al cual no conozco y ya aborrezco, quizás, él era bueno y era todo un caballero, pero realmente no me interesa ¿Cómo podría cuando mi corazón esta siendo robado por alguien más? Porque aunque no quiera admitirlo, Vladimir está poco a poco adueñándose de mi alma y eso en parte me asusta como me emociona, porque sé que lo nuestro jamás podrá ser.
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The Monster © [+18] ✔
Любовные романыLibro I de la Bilogía la Debilidad del Diablo: The Monster. [COMPLETA] Elaia Sikora es hija de uno de los mafiosos más importantes en Polonia, sin embargo, ella poco está enterada de este mundo y se ve a la hora de actuar de esa manera dulce y amoro...