Prefacio: Ella

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Narra Sonia...

Cuando vuelvo a pensar en ello, en la forma en como iniciaron las cosas, en como terminaron, solo se me viene a la mente una palabra, una palabra que odias. Es gracioso, siempre pensé que tus manos tan grandes como son serían firmes como una roca, pero en realidad temblaban al igual que tiemblan las mías cuando escribo esto, pues debo enfrentar el hecho que tal vez jamás te vuelva a ver, por ello quiero contarte esto, esta tonta historia de lo que me llevó a aquel lugar...

Soy el tipo de chica que cree fervientemente que las cosas pasan por una razón, por eso pienso que nuestro encuentro fue inevitable y, aunque no se si lo que siento en este momento es mutuo, puedo decir que es genuino esta vez. Así es, creo que nuestro encuentro y todo lo que pasó fue obra del destino. El maldito destino.

Era plena primavera, en ambos sentidos del camino de bicicletas se hallaban campos enormes de pasto delgado, muy diferente al artificial que ahora impera en Galar, todo aquello eran los esfuerzos de conjuntos de la toda la región con su programa de restauración de zonas poco favorecidas, en pocas palabras, se modernizaban pueblos y ciudades enteras para ponerlas en condiciones casi idénticas a las principales ciudades de Galar. En aquel entonces pensaba que todo ello era fantástico, en especial porque el pueblo, ahora ciudad, Birmingham era una de las zonas del nuevo puerto de Galar.

Pero ahí, en este comarca en medio de regiones, las cosas eran tan diferentes, por primera vez pensé en el intenso color de las plantas autóctonas de esta región, verdes tan intensos y colores tan vívidos que hacían palidecer a cualquier pintura. Todo aquello gritaba vida.

Miré a la derecha y podría jurar que las olas del mar que se veían rozaban mis mejillas, la luz del medio día hacía que el mar se convirtiera en un espejo gigante, por él surcaban parvadas enormes de Wingull y pidove, incluso un Rookidee travieso había intentado quitarme del cabello alguno de mis broches.

―Aunque lo único triste es que estoy desparecer de los mapas de la región ―dije para mí misma.

Ajuste bien la pinza que usé para reforzar el nudo de la liga que le hice a mi falda para andar a toda prisa en bicicleta.

"ah, qué vergüenza ¿A caso sigo siendo una niña?" pensé. 

Aunque me de vergüenza admitirlo no soy buena despertándome por mí misma, por lo general era Yamper el encargado de despertarme por las mañanas, pero se había lastimado de una pata y, si bien la abuela me aseguraba que ya estaba recuperado, quise dejarlo en reposo un tiempo más, al menos hasta el día del festival. Por lo que estaba sola, bueno, junto a la razón por la cual no pude dormir correctamente la noche anterior,era una sensación extraña, el simple de estar en silencio no me era incomodo, sin embargo, esa dulce compañía que hacía falta.

Al bajar una colina solté mi cuerpo para sentir al aire golpear mi cara, podía sentir mis pulmones llenarse y expandirse, el sonido de la velocidad me aislaba del mundo, en aquel entonces, eso me hacía tanta falta, aunque fuese por un motivo infantil.

El sonido de mi Rotomdex casi hace que pierda el equilibrio, apenas y pude reforzar el control de mi bici, afortunadamente una estación de reposo estaba a unos cuantos metros de donde estaba por lo que pude orillarme y contestar la llamada de mi abuela.

Me orillé y frené con mis pies sin importar que trajera calzado nuevo.

― ¿Hola?

―Hola querida, ¿te interrumpo? ―dijo mi abuela. Casi podía ver sus ojos verdes preocupados.

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⏰ Última actualización: Sep 18 ⏰

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