Prólogo

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«Katherine: Mujer llena de pureza»

La tranquilidad en el pueblo Esmerald amenazaba con quebrantarse en cuanto dos sujetos se presentaron en casa de una de las familias más importantes del pueblo. La desaparición de una de las personas más queridas causó una contusión grande en las pequeñas mentes de sus residentes.

Los secretos son un arma peligrosa para quien lo posee, un arma de doble filo. El conteo regresivo de una bomba que amenazaba con explotar cada vez que alguien se acercaba más a la verdad llegaba a su fin

Cada acción tiene una consecuencia, ¿Quién o qué fué la acción y quién o qué fué la consecuencia?

Dos personas que no tenían porqué, se conectaron como si de dos imanes se tratara. Dos miradas. Dos cuerpos. Un alma.

¿Era demasiado cliché decir que los polos opuestos se atraían?

 «Cuando Apolo vio un día a Dafne, se sintió herido de amor y se lanzó en su persecución. Pero Dafne, que sufría el efecto contrario, huyó de él. Y la ninfa corrió y corrió hasta que, agotada, pidió ayuda a su padre, el dios-río Ladon, el cual determinó convertir a Dafne en laurel. Cuando Apolo alcanzó a Dafne, ésta iniciaba la transformación: su cuerpo se cubrió de dura corteza, sus pies fueron raíces que se hincaban en el suelo y su cabello se llenó de hojas. Apolo se abrazó al árbol y se echó a llorar. Y dijo: «Puesto que no puedes ser mi mujer, serás mi árbol predilecto y tus hojas, siempre verdes, coronarán las cabezas de las gentes en señal de victoria»

  —Dafne y Eros en el arte de lanzar flechas


KATHERINE (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora