El tráfico de aquel sábado no se congestiona tanto como un día de semana común y corriente. Las calles de Seúl se mantienen despejadas en la medida de lo posible, sin embotellamiento que causen el arrepentimiento en el empresario detrás del volante, que acostumbra a ser llevado a todas partes por su chofer designado durante su día a día y que, en esta ocasión, ha optado por la privacidad de su coche personal para la tarde que le aguarda.
El cielo brilla ferozmente en lo más alto del cielo, glorificando un verano caluroso que con suerte le estará dando la bienvenida al otoño en un par de semanas o un simple abrir y cerrar de ojos. El volumen de la radio permanece en los decibeles más bajos, reproduciendo una canción con letras ininteligibles que llenan entre murmullos los rincones del vehículo que se desplaza por las avenidas sin el mayor percance, y que guarda la presencia de un par de hombres que todavía están habituándose a la presencia del otro y al significado del cariño verdadero.
La mano del empresario descansa tranquila sobre el muslo de su acompañante, en la línea central que quiere alcanzar su rodilla sin apagar la llama de una expectativa que aún no puede concretizar. No es ninguna anomalía en él ese tipo de contacto. De hecho, fue bastante claro al inicio con sus aficiones por el contacto físico, alegando que para él son más bien una necesidad antes que un capricho y que requería del permiso de su nuevo interés amoroso antes de poder suplir dicho requisito.
Recibió una respuesta afirmativa por escrito en aquel entonces, cuando solo recién estaban iniciando, acompañada de un sonrojo ferviente que al sol de hoy recuerda con la misma complacencia de ese día. Lo encontró adorable en grandes cantidades, sumamente atractivo entre toda esa timidez inaudita que desvaneció tan pronto como le puso las manos encima y atrapó sus labios en un beso que añora en todo momento a partir de ese día.
Es una de sus memorias más preciadas, y el solo vestigio de ella le provoca una suave respiración que ahora cruza por sus fosas nasales. El empresario se relame los labios con calma, echándole un vistazo a su mano cubierta por el dorso de una palma que lo sostiene sin prisa y que curiosamente contrasta con la expresión del muchacho que no ha dejado de mordisquearse los labios desde hace dos cuadras atrás.
Quiere creer que lo ha estado haciendo desde aquel entonces, pero una parte de él duda en si lo empezó a hacer desde que se introdujo en el asiento del acompañante y supo cuál era su próximo destino.
Taehyung lo ha notado por el rabillo del ojo desde hace rato, cómo su nuevo retoño se remueve con disimulo inquieto en su lugar y se atrapa la dulce piel de la boca entre los dientes para lidiar con el misterio que resulta ser el valle de sus pensamientos. También se ha dado cuenta de cómo su vista salpica de un lado a otro, cuencas oscuras que no se pierden de nada y que probablemente tratan de enfocarse en todo incluso cuando es prácticamente imposible. Asimismo, ha estado abriendo los labios de vez en cuando, como si quisiera decir algo por momentos, pero no encontrara el valor —o sencillamente la confianza—para dejar salir lo que sea que se le está clavando en el pecho.
Ha decidido ser paciente con él al respecto, esperar a que se deshaga del potencial nudo que pueda estar perturbando su cabeza y que tome la iniciativa de expresarle qué es lo que lo está mortificando por su propia cuenta. No es capaz de hacer la vista gorda al respecto, por supuesto, pero tampoco tiene intenciones de presionarlo a hablar si todavía no ha resuelto su conflicto interno.
No cree que sea algo demasiado alarmante, sin embargo. Después de todo, Jungkook parecía estar muy bien cuando hablaron por teléfono la noche anterior. Taehyung se atrevería a decir incluso, que estaba emocionado por organizar esa cita con él, pues sus risitas fugaces y el suave balbuceo detrás de sus palabras hicieron evidente el cosquilleo que debía estar sintiendo ante la expectativa. O al menos, eso fue lo que creyó hasta que el muchacho de pelo oscuro se presentó delante de él con preocupación prolongada y un beso en los labios que le hizo saber de inmediato que había algo que no le estaba sentando bien.
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I'm in love with u, sorry ✿ taekook au! | ✓
Fanfiction"solo un poco de jungkook siendo ayudado y mimado por taehyung a ponerse maquillaje, pintarse las uñas y elegir su ropa. o en donde kim taehyung se ha conseguido un tímido y risueño amante, y últimamente lo único que quiere es complacerlo con todo...