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- ¿No me piensas contestar?

- No tengo por qué hacerlo, es mi vida personal.

- Eres su novia, eres la novia de un cliente.

- Tú aceptaste el contrato, no yo, y no somos novios.

- Te dio un beso frente a mí, y no te veo muy molesta por eso.

- Armando, lo diré una vez y no lo repetiré, no somos novios y aunque lo fuera, no es de tu incumbencia ni la de nadie, excepto mía. Si no tienes más nada que decir, estoy trabajando.

Sale molesto de mi oficina, pero ¿a este hombre que le sucede últimamente? Mejor me voy.

-*-

- ¡Charlotte, aterriza, te estoy hablando y parece que hablo con la pared!

- Tengo la mente en otro lado.

- ¿Así vas a estar con tu amiga que no ves haces años? Eso es ofensivo.

- Tres semanas, no exageres y fue tu culpa por qué estás muy ocupada, señora abogada.

- Lo estoy; sin embargo, no has escuchado nada de lo que te he dicho.

- Claro que sí. Llevas un caso de divorcio de personas muy ricas por infidelidad de ambas partes, además de eso tienes una mascota nueva, lo cual me alegra mucho, y conociste a alguien en el gimnasio, pero no sabes si tiene o no, novia.

- Bien, si me escuchaste.

- Te lo dije. Y si quieres mi opinión con respecto a ese último asunto, si el tipo está bueno y lo sabe, tiene novia o es gay.

- Puede ser, pero es que cuando se trata de hombres no eres muy objetiva, los odias a todos.

- No los odio, pero ya los conozco y ninguno es diferente, todos están hechos del mismo molde.

- Solo porque tuviste una mala experiencia, lo calificas a todos por igual.

- Con una me basta, el masoquismo no es lo mío, además te recuerdo que caí en esa telaraña por tu culpa y la presión de todos.

- Ya va, te dije que él era un mujeriego, es más, tú conocías su reputación, todos los hicieron en la universidad y...

- Aun así, me lo presentaste para que dejara de ser la sosa, nerda de tu amiga que vivía encerrada en la biblioteca.

- Y no funciono, pero yo no te dije que tuvieras lo que sea que tuvieron.

- No tuvimos nada. Y no fuiste honesta conmigo cuando no me dijiste que el imbécil salía con otras, aun cuando sabía que coqueteaba conmigo.

- Repite eso cuantas veces quieras, pero si no hubieran tenido nada no te caería tan mal — toma de su bebida, luego me mira — En mi defensa pensé que él se aburriría rápido, con esa manera tan odiosa que lo tratabas y que nunca le ibas a dar oportunidad.

- Y así fue, yo era y soy demasiada mujer para ese imbécil, pero tú como mi supuesta amiga no debió taparlo y seguir siendo su amiga y confidente después de saber lo que me hizo.

- Yo que iba a saber — aún me lo niega — bien, lo sabía, pero pensé que tú habías accedido, siempre fuiste muy buena con el prójimo o por lo menos cuando te caían bien.

- No me vengas con ese cuento, y mucho menos a decirme que yo soy pesada con los hombres.

- Bien, pero no es mi culpa lo que sucedió entre ustedes, él también me engaño a mí, creí que había cambiado.

Bajo la lluvia de estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora