Prologo

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Dos almas destinadas a encontrarse en cada vida que tuvieran. Sus nombres eran Daniel y Dexter, y en sus vidas pasadas, habían sido una pareja profundamente enamorada y conectada. Sin embargo, como en un ciclo interminable, también estaban destinados a renacer una y otra vez, pero no siempre como aliados. En una de sus últimas vidas, el destino los enfrentó como enemigos acérrimos.

En su primera vida juntos, Daniel y Dexter eran almas gemelas, inseparables en Dabin, capital de Ceaban. Se amaban incondicionalmente, compartían sus sueños y esperanzas, y sus risas resonaban a través de los campos verdes y las colinas doradas de la ciudad. Pero envidias y ambiciones oscuras crecían en los corazones de aquellos que deseaban lo que tenían.

A lo largo de las siguientes vidas, sus caminos se cruzaron en diversas formas. A veces, eran amigos cercanos que luchaban por la justicia y protegían a los más débiles. En otras ocasiones, eran rivales en campos de batalla, donde se apuntaban entre si con sus armas.

Sin embargo, en su última vida juntos, el destino los colocó en lados opuestos de una guerra que amenazaba con desgarrar a Ceaban. Dexter se convirtió en la cabeza de una poderosa familia, cegado por el odio y la sed de poder. Daniel lideraba la segunda familia más poderosa del país.

Cuando finalmente se encontraron en el campo de batalla, el reconocimiento brilló en sus ojos. Aunque sus recuerdos de vidas pasadas permanecían ocultos, había una inexplicable conexión que les resultaba familiar. Aun así, el deber y las circunstancias los obligaron a enfrentarse.

La batalla fue intensa, cada uno luchando con toda su habilidad y fervor. Cada golpe era una mezcla de amor y odio, y a medida que sus armas disparaban, parecía que el destino estaba tratando de corregir un antiguo error.

En el punto culminante del enfrentamiento, cuando el arma de Dexter estaba a punto de soltar una bala hacia Daniel, una extraña sensación los embargó a ambos. Miraron a los ojos del otro y, por un instante, el tiempo se detuvo. Fue en ese breve momento de conexión cuando los recuerdos de sus vidas pasadas fluyeron hacia ellos.

El dolor de todas las vidas que habían compartido, el amor que una vez sintieron y la pérdida que habían soportado, todo inundó sus corazones. Se dieron cuenta de que habían sido separados por fuerzas más allá de su con-trol, y que el destino había jugado con sus vidas una y otra vez.

Sintiendo una oleada de compasión y perdón, Dexter apartó su arma y se arrodilló ante Daniel. —No puedo seguir luchando contigo, — susurró, —sé que hemos sido enemigos, pero también hemos sido amantes y amigos.

Daniel asintió, las lágrimas brotaban de sus ojos mientras dejaba caer su arma. —Tienes razón, — respondió, —pero parece que el destino siempre nos separa. Tal vez en la próxima vida...—

Antes de que pudiera terminar la frase, un impacto desconocido los envolvió.

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