Capítulo 19. Recuerdos

8 0 0
                                    

- Milena, te estaba esperando – Quien me llamaba era la sacerdotisa, era una criatura un poco difícil de describir, parecía estar envuelta en una luz resplandeciente, que por momentos se apagaba y volvía a encender, como un foco fundido. Avanzó un poco hacia nosotros y pude verla mejor, no esperaba que se viera tan joven, siendo sincera me la imaginaba como una anciana muy arrugada debido a su edad, pero parecía más bien alguien en sus sesenta. Cuando llegó a nosotros nos pidió que la siguiéramos, se veía que caminaba con mucho esfuerzo, como si el bastón que llevaba consigo no fuera suficiente. Salimos del templo y lo rodeamos, caminamos unos cuantos metros y finalmente llegamos a una laguna, no era muy grande pero sin duda era hermosa, el agua era color turquesa mientras que en las orillas era tan transparente que se podía observar algunas piedrecillas.

- Aquí es donde les confieren a los niños sus poderes – me dijo Damian a lo cual solo asentí

La sacerdotisa le indicó a Damian y a Denna que se quedaran en la entrada del camino, que sólo yo podía entrar con ella, miré a Damian y con un movimiento de cabeza me indicó que fuera y que estuviera tranquila

- ¿Sabía qué iba a venir? – le pregunté a la sacerdotisa

- Claro, yo lo sé todo – rio como si se sintiera mucho mejor – Te estuve esperando casi una década, no sabía cuándo ibas a llegar, pero sí sabía que vendrías. Tus padres estarían feliz de saber que por fin estás en Ashkaly, en donde perteneces – Cuando dijo eso sentí un punzón en mi corazón, eso solo significaba una cosa, mis padres estaban muertos – Lo siento tanto mi niña – No pude evitar soltar lágrimas, tenía la esperanza de conocerlos. Traté de reprimir mi llanto

La sacerdotisa y yo llegamos a la orilla de la laguna y me preguntó si no le tenía miedo al mar, se me hizo muy rara su pregunta pero poco después lo entendí. La sacerdotisa me extendió su mano y cuando la tomé comenzamos a avanzar juntas hacia el centro de la laguna, para mi sorpresa no nos hundimos, caminamos sobre el agua. Cuando llegamos justamente en medio de todo la laguna mágicamente se convirtió en un amplio mar, alrededor no había nada más que agua, ni siquiera había rastros de Damian ni de Denna. Incluso ya no se encontraba la sacerdotisa que había conocido, en su lugar se encontraba una niña de unos diez años quien me tomaba suavemente de ambas manos.

- ¿A qué viniste? ¿Qué es lo que buscas Milena? – me preguntó

- Vine porque quiero saber la verdad

- ¿Qué verdad?

- Quiero saber mi origen, quién soy – entre más hablaba el tranquilo mar parecía sacudirse, como si una tormenta se avecinara – Porqué estoy aquí y quiero saber si en verdad puedo ayudar para que la lucha contra la rebelión termine – al finalizar no pude evitar mirar bajo mis pies y casi grito cuando vi como un gran remolino se formaba debajo de nosotras

- Espero y no te de miedo el mar – volvió a repetir, acto seguido me soltó de las manos y caí al agua, el remolinó que se formó me arrastró hasta el fondo del mar, hice todo lo posible por flotar pero no pude, sentí claramente como me asfixiaba, todo a mi alrededor estaba oscuro y muy frío, poco a poco sentí como podía respirar mejor, pero a pesar de eso, aún tenía miedo y ansiedad, no podía ver nada, me encontraba sola en el fondo del mar y tal vez habían criaturas desconocidas.

- Solo tienes que recordar – sonó una voz que hizo eco

Traté de mantener la calma, respiré una y otra vez, pero aun así no lo lograba, incluso parecía que entre más tiempo pasaba más me hundía. Pasó a mi parecer unas horas y no lograba entender nada, así que volví a sentirme sofocada, el mar parecía que respondía a mis emociones, pues volvió a agitarse y la corriente se hizo nuevamente fuerte, pensé que me quedaría ahí atrapada para siempre. Sin embargo recordé la voz que me habló cuando Asth y yo quedamos atrapados en el portal.

"Acepta tu destino... Solo tienes que recordar"

Al instante cerré los ojos y respiré profundamente, traté de controlar cada pensamiento en mi mente, hasta que finalmente logré pensar en nada. Fue en ese momento cuando sentí como el mar se apaciguó nuevamente, y poco a poco mi cuerpo se sintió más liviano, tanto que comencé a flotar dejando atrás la profundidad, y ahí recordé.

Mi padre era un humano, Terrence era su nombre, conoció a mi madre en una excursión que hizo con sus amigos. 

ASHKALY: en búsqueda de la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora