Capitulo 1. Lluvia

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Vivi POV

Odio la lluvia.

Está cayendo un puto mar de lágrimas desde aquello de ahí arriba a lo que llaman cielo. No podía decidir llover otro día, no. Tenía que ser hoy.

Yo, como siempre, voy a contrarreloj. Llevo trabajando treinta y cinco días seguidos y sin descansar. Soy fisioterapeuta, por cierto.

¿Qué porqué esa matada de días seguidos? Ahora lo entenderéis.

¿Qué es ilegal trabajar tantos días? Sí, lo sé. Pero... a cambio iba a tener treinta días de descanso en el paraíso. 

O Menorca, como quieras tú llamarlo.

Mi avión sale a las cinco de la tarde. Son las diez de la mañana y tengo que ir a firmar unos papeles a la gestora, comprar una maleta de cabina para el puto avión, ir al gimnasio para compensar la ochocientas calorías de más que me iban a caber en el cuerpo y pasarme por el médico a ver si me deja algo recetado para esta migraña que me está matando.

Soy una persona bastante cuadriculada y me gusta dejar todo para última hora. Se podría decir que soy bastante incongruente. No es que me guste, es que es irremediable. Me sale solo. No puedo evitarlo.

There we go.

Me subo al coche, desbloqueo mi iPhone, entro a Apple Music y busco "Young Miko: Imprescindibles". Lisa empieza a sonar y yo emprendo mi camino hacia la gestora. Llevaba con la clínica aproximadamente tres años y en este último año había empezado a despegar velozmente, eso me hacía sentir satisfecha y orgullosa en mi trabajo. Nací en el sur y dejé todo para venirme a Barcelona y abrirla desde cero, yo sola, pese a todos los consejos que recibía sin haberlos pedido.

"Es arriesgado, puedes perderlo todo, mejor trabajar para alguien y ya está"

"¿Y si no sale bien que vas a hacer? Que eres muy joven Violeta."

Sólo mi mejor amigo me dio el aliento suficiente para tirar adelante.

"A ver nena, tu dale duro, si sale mal, en Barcelona hay demasiados puentes dónde vivir y si sale bien, compras una mansión y así dejamos de tener solo un baño minúsculo, que sigo cumpliendo años y se me acumulan las cremas anti-arrugas joder." 

Álvaro y yo, por aquel entonces compartíamos un discreto estudio cerca de las ramblas. Le dí duro a la clínica y durante dos meses tuve que aprender carpintería, decoración de interiores y un poco de marketing y publicidad, el cual mejoré un poco con los años. Al principio no tenía nadie a mi cargo, me encargaba yo de todos los pacientes, de la agenda y de las redes. A día de hoy cuento con dos chicas maravillosas y con Trini, una señora de 56 años que bien podía ser mi madre y que se encargaba de la agenda. Trini era nuestra vecina desde hace algo más de cinco años. Una andaluza con mucha gracia que había dejado todo en Málaga para estar más cerca de su familia, que vivía en Barcelona. A mi me cuidaba como si fuese una hija más así que cuando se quedó sin trabajo, no dudé en ofrecerle el puesto, aunque ella no tuviera idea de Excel, ordenadores o iPad. 

Trini es adorable.

Baby, I'm a gentleman, yo te quito el dress
sé que en el DM debe' tener par de request

El sonido de una llamada entrante me saca de mi performance habitual, no sé vosotros, pero yo en el coche me creo que voy en un videoclip de traperas de Nueva York. Así soy.

- ¡Dime Triniiiii! ¿Que no me he ido aún y ya me echas de menos? - respondo la llamada.

- Ay hija, que cosas tienes. ¿Te has hecho la comida para hoy? Eres un desastre, seguro que no.

- Gracias Trini, con piropasos como los tuyos, ¡para qué querré yo novia!

- Pues una si que te hace falta también te digo, que te alegre ese carácter que tienes. Bueno escúchame, ¿Comes en casa y me haces un favorcillo?

- No sé si comer me dará tiempo porque voy con la hora pega' al culo, ¿Qué necesitas?

- Pues hija que me he dado cuenta que tenía la cita con el especialista, para eso de la espalda que tanto me mata y  que yo pensaba que era en quince días y resulta que es mañana, y el móvil me dice algo de yo que se, que se puede cambiar pero mira, yo ya estoy perdiendo la paciencia con el cacharro ese, que dice dale al OK pues si le estoy dando coño, pero nada no sale y me frustro.

- Ay la edaaad como nos tiene... Venga pues me paso antes de coger el avión, que lo cojo a las seis de la tarde pero Álvaro me espera a las cuatro para ir al aeropuerto juntos. Comer dudo que me de tiempo pero te lo arreglo para que no la pierdas, que no sabemos que tienes en esa espalda y tenemos que cuidarla.

- Vale, llámame antes de pasarte para saberlo.

- Ni se te ocurra hacer un tupper eh. - La amenazó porque la conozco bien.

- Que no. Tu avísame, venga un beso bonita.

Me cuelga y automáticamente mi móvil vuelve a dónde lo había dejado.

Si quiere' hacemo' un quicky
y luego dice' "thank you, next"

Thank you next y mi oído ensordeció. Sentí una presión brutal en el pecho y no estoy segura de si perdí el conocimiento o no.

Justo estaba entrando en una rotonda la cual estaba literalmente vacía por la lluvia, de repente todo se volvió negro y un estruendo se apoderó de mis oídos.

Cuando abrí los ojos lo primero que vi fue el Airbag inflado que había explosionado contra mi cara. Genial, latigazo cervical de seguro. Estaba casi estampada contra la fuente que había en medio de la rotonda. What the fuck. Si en ningún momento me había despistado, que coño había pasado. Cuando intenté analizar la situación me di cuenta que otro coche estaba colisionado contra el mio, a mi derecha.

JODER.

Parecía un puto acordeón por ese lado. Justo había terminado de pagar mi coche el mes pasado. ¿Algo más podía salir mal? Seguro que sí. Murphy.

La parte frontal del coche estaba bien y la parte izquierda a penas había rozado la fuente, al menos dos palmos me separaban de ella por ese lado; supongo que el otro coche arrastró un buen trayecto al mio pero no lo suficiente como para aplastarme por completo. Empecé a comprobar que movía ambos pies, que la flexión y extensión de ambas rodillas se encontraba intacta. Empecé a palparme las cervicales, palpaba una contractura, estaba bastante inflamado y todo apuntaba que por el golpe contra el Airbag me había lesionado, algo dentro de lo normal.

Me dio por mirar hacia delante y vi a una chica andar de un lado a otro con bastante impaciencia.

La lluvia la tenía empapada.

En estos casos se supone que debes de llamar al 112, esperar a que llegue la ambulancia y que sean ellos los que te saquen del coche te lleven al hospital y mediante radiografía comprueben que tus cervicales están bien, que no te vas a quedar paraplejica o algo por el estilo, pero si algo me caracteriza es la cabezonería y estoy segura de que más allá de ese latigazo cervical no tengo nada más.

Abro la puerta del conductor y salgo por ese espacio de dos palmos que me separan de la fuente.

Empieza a llover más fuerte y siento que el pelo se me empapa. Genial justo lo que más odio, el pelo mojado.

- ¡Eh! - increpé a la chica sacándola de sus pensamientos.

- ¡Joder! - se lamentó. - Lo siento mucho, ¿estás bien? - parecía preocupada.

No respondí, tan solo di media vuelta al ruedo para ver su coche estampado contra el mio. No me lo podía creer. Estaba viva de milagro. Un puto ángel estaba a mi lado. Que coño, uno no, media iglesia, medio Olimpo y cuatro budas por lo menos.

- Casi me matas. - la miré seria. - Tienes tu puto coche encima del mio y me lo has dejado siniestro total. ¿A ti te parece que estoy bien?

*Nota de autora: Hola otra vé!*




El primer verano de nuestra vida - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora