3. The boy who is learning

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—Es más bajito de lo que pensaba.

Hongjoong ya no puede contar la cantidad de veces que le han dicho eso. esta vez ni siquiera puede rodar los ojos. No siendo que los reyes de la Atlántida le están dando la bienvenida. No la más cortes o calurosa, pero al menos se la están dando, lo cual ya es mucho decir.

Son un hombre y una mujer, ambos inhumanamente hermosos. No obstante, sabe que ese es un rasgo habitual. Indiferente a la zona en la que se encuentren, los atlantes tendrán los rasgos más bellos de su raza. Sean griegos, nórdicos, japoneses, chinos, somalíes, etíopes.

Perfección y nada más.

—Es un honor para mí conocerlos—saluda Hongjoong haciendo una reverencia—. Y también lo es ayudarlos a mantener la paz entre su reino y el reino de Trieste.

—Contamos con su apoyo para ello. No quisiéramos una masacre—repone la reina con gentileza, aunque Hongjoong detecta cierta ironía en su voz—. Como bien se le debe haber dicho, San será su ayudante y guardaespaldas—Hongjoong asiente y San reverencia por ello—, sin embargo, consideramos prudente dejarlo en compañía de uno de nuestros concubinos. Con el fin de que sea capaz de comprender más la situación de nuestro reino.

—Cualquier decisión que consideren pertinente, la aceptaré sin pensarlo, majestades... Lo único que espero aparte de la paz, es saber más de que mundo. Es algo que me ha hecho mucha ilusión toda la vida. —explica parco y algo nervioso, sonriendo torpe. El rey levanta una ceja y la reina se ríe nada más.

Considera a Hongjoong un niño tierno. Curioso por lo que no conoce y está lleno de magia.

—Ah, como no ibas a querer saber—repone orgullosa del asunto—. Bien, tu compañía será Wooyoung—anuncia, con alguien aparentemente más joven acercándose. Luce como un adolescente. Sonríe y saluda con la mano—. Es nuestro concubino más nuevo. Espero que no le moleste que vaya a ser un poco... hiperactivo.

—Para na-

—Ah, por favor no lo embarace, traería problemas.

Hongjoong queda rígido y frío ¿Qué él no puede hacer qué?

—Me puede seguir por aquí. Le mostraré su cuarto. —anuncia Wooyoung, tomando a Hongjoong y dándose un impulso con el que el pobre hombre grita. La reina se ríe de nuevo.

— ¿Por qué decidiste dar a Wooyoung?

—Porque es mío y no tuyo, yo decido por él—informa la reina—. San, mantente al pendiente. —El soldado reverencia antes de irse.

. . .

—Sé que hicieron arreglar esta habitación porque sus pulmones no iban a aguantar, les quedó más bonita de lo que esperé.

Hongjoong quiere sacarle foto a todo. Es genial. Simplemente genial. Ahora cae en cuenta de ¿Cómo va a contactar con Changbin para avisar que llegó? Que no se lo comió un tuvieron o que no se desmayó en Somalia de tanto esperar.

La cama es enorme, caben seis personas con mucho espacio en medio; almohadones esponjosos y seda por sabana; largas cortinas de tul protegiendo la vista al interior; una mesa de noche con una lampara en forma de medusa, un buró con espejo, accesorios y algunos aceites; divanes, mesa para té, una biblioteca llena. Su equipaje luce como lo único desentonando. Casi basura ahí puesta.

— ¡Ah! ¡Que ropa tan fea!

—A-ay-

— ¿Cómo usa esta cosa? Usted es muy bonito para usar esta porquería—crítica Wooyoung inquieto, tirando todo fuera de las maletas—. Feo, feo, feo, feo- ¡ESTO ES HORRIBLE! —chilla horrorizado a un cuello de tortuga con estampado de lunares—. ¿Por qué tiene todo esto? ¡No! ¡Debo vestirlo bien! Seguro en el closet de aquí todo le va a quedar.

The boy who found his soul || SeongJoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora