XVII. Azúcar para Eiji

54 7 41
                                    

Para Eiji fue un descubrimiento extraño. No había nada de malo en que tuviera sus gustos dirigidos hacia la masculinidad, Daiki era un ejemplo. Ser homosexual era común a pesar de si la gente decidía salir del armario o no. No debía ser nada preocupante, ¿a quién le importaba si había personas que amaban o se sentían atraídas por otras del mismo sexo? A él no, desde luego. Pero el hecho de ser inofensivo no signifaba que no fuera impactante y difícil de asimilar. Toda su vida creyó que le gustaban las mujeres, y así fue. Nunca sintió nada especial hacia un hombre, ni atracción física, ni emocional... Hasta ahora. Entendía que Daiki le gustara a nivel psicológico, hasta aceptó la realidad de ese hecho. Era una persona a la que había querido desde el inicio de sus vidas, alguien que adoraba y admiraba, incluyendo fortalezas como defectos. Admitió y aceptó desde el primer día que era bello, muy femenino y que la figura de su cuerpo le resultaba muy atractiva, que le atraía muchísimo. Oh, tal vez... fuera por eso. Porque en verdad, era como una mujer, físicamente hablando, pero con pene. Uno poco notable, diferente... Podía serlo, aquellas características juntas hacían de Daiki un imán para él, tenía sentido. A Eiji le gustaba la feminidad, su amigo tenía de eso en cada poro. No le gustaban los penes, pero el chico no poseía uno estándar como los demás, era un poco... distinto. ¿Podía considerarse bisexual entonces? No lo creía. Pensar en otro genital masculino que no fuera exactamente el de su compañero le causaba un desagrado importante. Pero tampoco era del todo hetero si se tomaba en cuenta que el muchacho era un chico... Entendía que Daiki le excitara porque tenía un cuerpo de su gusto, ¿pero que le excitara también su intimidad? ¿Entonces, qué era todo esto? Pues... No existía un nombre concreto. Era una atracción sexual y emocional exclusiva solo para una sola persona, mientras que por detrás existía una sexualidad base. Raro. Muy raro. Y no podía hacer nada por evitarlo, aunque tampoco era que quisiera. Daiki era... la persona más especial que había tenido. Incluso si actualmente ya no era su mejor amigo, continuaba tomando uno de los lugares más altos en su escala de prioridades, por encima de las relaciones sociales. Había que mantener la calma. No pasaba nada. No era malo sentirse atraído de tal manera por él... ¿Verdad? Era natural, su cuerpo aún era joven y con un nivel de hormonas elevado. A diferencia de los adolescentes en plena etapa, él ya tenía la cabeza en su lugar, bien sujeta al cuello. Eiji podía pensar, podía mantener los pies en la tierra y ser responsable con sus acciones y pensamientos. A nivel emocional era más maduro por estar finalizando el tramo adolescente. Solo necesitaba tiempo para identificar si era un capricho fetichista o si realmente le gustaba de manera sexual y emocional. Mientras tanto, trataría de comportarse como siempre, ignorando ese nuevo descubrimiento. Por ahora, su tarea principal era no mirar por más segundos aquella zona íntima tan poco desarrollada de él y tratar de reducir la presión sanguínea que se le estaba acumulando en su propia privacidad inferior y que estaba provocando una dureza inminente.

-E-esa... - señaló una toalla de color azul, doblada por debajo de otras dos, negra y morada oscura. Mantuvo su vista forzada hacia aquella dirección para después bajarla un poco.

-¿No sales? -tomó la que Eiji le indicó, se secó el exceso de humedad en la cabeza, y después su cuerpo.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Kimetsu no Yaiba: Next GenerationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora