Jin Mazama, ha estado intentado evitar quedar en coma en los 145 bucles anteriores y así evitar que Lanka acabe muriendo por su culpa, pero antes de intentarlo una vez más Jin se cansa de tantos viajes en el tiempo y cae en la más profunda desespera...
(Estos hechos ocurren en el intervalo del fin de semana, después de la visita de Ferryl a la Academia Seton. Disfrutad del capítulo)
Me llamo Yukari Komori, soy una koala de 16 años de edad y recientemente cumplí el sueño que tenía desde hace mucho tiempo: Saber cuál era la comida tan deliciosa que probé hace muchísimo tiempo y que era más deliciosa que el eucalipto.
Llevaba mucho tiempo con esa espinita clavada en el alma y mi madre nunca me decía de que se trataba, siempre me daba evasivas y cuando me quejaba de porque siempre comíamos eucalipto, para desayunar, comer o cenar siempre decía ''Es nuestra estrategia de supervivencia''
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Mis padres y mi hermano menor aceptaban el comer siempre lo mismo como si nada, pues yo no, estaba tan harta de esta situación, que hubiera preferido nunca nacer como koala. La única con la que me podía desahogar era con Micchan, una zarigüeya de la miel y mi mejor amiga de secundaria.
Ella siempre me escuchaba, a pesar de que ya me había quejado de lo mismo una y otra vez, pero ella siempre me escuchaba con paciencia y me sonreía e incluso me alentó cuando le dije que me inscribiría en la Academia Seton, porque creía que podría encontrar humanos, que era más omnívoros que los animales y pensé que me podría ayudar con mi problema.
Obviamente la idea de separarnos nos ponía tristes a las dos, pero no hubo lágrimas y ella me deseo toda la suerte del para que encontrara el platillo que buscaba. Desde luego Micchan era la mejor, nos prometimos en ese momento que cuando lo encontrara lo comeríamos juntas en señal de nuestra eterna amistad.
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Durante los siguientes meses antes de la ceremonia de apertura, aparte de estudiar para los exámenes de ingreso, también estudie y practique por mi cuenta lo que los humanos llaman ''cocinar''. Al principio lo hacía, porque si encontraba humanos podía hablar con ellos sobre este tema o por sí podía descubrir el plato por mi cuenta, pero empezó a gustarme más de lo que creía e incluso me divertía muchísimo, aunque me daba mucho acercarme a un fuego para cocinar.
Llego el día de la ceremonia de apertura de la Academia Seton y reconozco que estaba un poco nerviosa, ya que era exactamente como decían los rumores: un gran revoltijo de animales.
