Los años han pasado y en Kensington ha perdurado la paz y la tranquilidad, sin embargo, de entre las cenizas surgirá un nuevo enemigo -¿o varios?- que busca recuperar lo que "por ley" le pertenece.
¿Serán capaces Daniela y María José de darle frente...
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Narrador
La agilidad y el nerviosismo.
La frialdad y la ansiedad.
La claridad y la desesperación.
Damián, el joven hijo de Rinaldi y de la BOSS estaba sacando lo mejor de lo primero, mientras que Harry junto a Gael estaban demostrando lo segundo.
Damián tenía la agilidad para teclear con gran habilidad comandos en la computadora central que su propia madre había diseñado y desarrollado, contaba con la frialdad para no dejarse ganar por emociones o sentimentalismos y por supuesto, la claridad mental y corporal que hacía notar era la necesaria para que la presión de los segundos descontando en el reloj no significara hacer un mal movimiento. No podría cometer ningún error.
¿Acaso Damián Rinaldi podría salvar a sus madres y a todo el equipo?
— ¡¿Milán?! ¡¿Me copias?!
Daniela, por su parte, estaba tratando de contactar con su segundo al mando, no obstante, cada uno de los intentos era en vano. La comunicación había sido desactivada, cada gramo de señal que pudiera existir había sido reducida a cero en esa caja de acero reforzado hecha por Irina Petrov.
El contador seguía avanzando, segundo a segundo cada una de las personas veían como un final inminente se acercaba. Laura tragando en seco solo puede entrelazar la mano con su hermana, buscaba con ese gesto transmitirle algo de calma en medio de aquel caos.
Solo un «saldremos de esto, Lu» en medio de susurros le hacía saber a su hermana. Que con un movimiento positivo de su cabeza le contestaba.
— Odio los espacios cerrados, creo que me estoy ahogando –Alek deja de lado su fusil y recarga su peso en sus rodillas a través de sus manos comenzando a tomar bocanadas de aire.
— Tan solo no respires tan forzosamente –Ethan se le acerca —saldremos de aquí... debemos de hacerlo –el mejor amigo y esposo de Ava Smith trataba de llevar calma al momento, y decía lo que decía más para él mismo que para el resto, de alguna forma quería convencerse que ese día no sería el final de todo.
No se supone que así deban terminar las cosas... aunque... ¿Cuándo ha terminado algo bien la vida?
Categóricamente la vida se ha encargado en infinidades de veces de demostrarnos que nosotros somos solo un pequeño punto en medio de toda la inmensidad de un planeta. Sin contar más allá del universo. Solo somos almas que deambulan esperando el día en que todo termine, así que... ¿Por qué habríamos de tener algún tipo de esperanza en que algo pueda cambiar?
Sea como sea... el final siempre será amargo. Porque el final se define en la muerte.
— Nosotros debemos irnos –Igor agarra del brazo a su hermana quien solo ve con una sonrisa el conteo regresivo en el reloj en su muñeca —esa bomba no solo acabará con esa pequeña habitación sino con todo el lugar, con toda la villa.
