6. Y yo creí tener preguntas

122 17 4
                                    

La sencillez y tranquilidad que Asami había demostrado ayudo a la morena a relajarse un poco más bajo su presencia. Luego de enterarse de que ella y Piandao pertenecían a grupos enemigos, podía decir que se sentía menos preocupada por la agresividad que la ojiverde había demostrado el primer día, anque resultaba sorprendente notar lo rápido que había sido capaz de identificar a Piandao como a un miembro del Loto Rojo. Al menos ahora podía ver algo positivo en no pertenecer al mismo grupo que Piandao, así podía pasar tiempo con la forastera sin tener que preocuparse por su enemistad.

La conmoción inicial drenó a la morena emocionalmente, no se sentía capaz de soportar más por el momento y temía que las preguntas que tenía en mente terminaran por desatar otra espiral de emociones difíciles de contener, así que invitarla a comer pareció ser lo más apropiado para calmar los ánimos, afortunadamente la ojiverde había admitido no haber probado bocado desde la mañana por lo que algo de comida le vendría bien.

El usual recorrido que se hacía de la zona residencial hacia la plaza del pueblo se transformó en un paseo turístico especialmente pintoresco con todas las preguntas que Asami tenía sobre cada pequeño detalle que sus ojos alcanzaban a distinguir.

¿Cuántas casas hay? ¿Cuántas familias viven en el pueblo? ¿De qué materiales elaboran las chozas? ¿De qué materiales elaboran las telas para sus ropas? ¿De dónde sacan los pigmentos para teñir las telas? ¿La isla tiene un clima completamente tropical durante todo el año? ¿Hay especies de animales que migren a lo largo del año o todas las especies se quedan en la isla en todo momento?¿Qué tipo de vegetales crecen aquí? 

La meticulosidad en su manera de preguntar sobre el lugar dejaba a la morena pensando sobre el oficio al que Asami podía dedicarse en su vida fuera de la isla. ¿Qué la hacía tener ese nivel de interés en cosas que a cualquier otra persona le parecerían triviales? Y lo peculiar era que el interés que demostraba era completamente genuino. La mujer preguntaba con ojos curiosos y analíticos mientras parecía tomar notas mentales de cada respuesta que obtenía.

Eclipse se sintió extrañada al notar que, por primera vez desde que había recobrado la consciencia, ella era la persona responsable de responder preguntas y explicarle algo a alguien. A causa de su falta de memoria ella solía ser la encargada de cuestionar todo a toda hora y en todo lugar. Se sentía bien cambiar de papeles para variar. Pensó con una pequeña sonrisa mientras Asami se ocupaba en comer el plato con arroz y pescado que le había conseguido de entre los servicios de comida que usualmente estaban disponibles para los monjes.

Luego de comer Eclipse sintió que había descansado lo suficiente para poder continuar con el recorrido por el pueblo, sabía que la forastera tendría muchas preguntas más, pero por algún extraño motivo eso parecía motivarla a querer mostrarle todo lo que sabía. Así guió a la ojiverde por los alrededores del pueblo mostrándole los campos de cultivo, los talleres de textilería, el pequeño teatro del pueblo en dónde la gente solía actuar distintas obras, cantar, tocar instrumentos o contar historias. Le mostró los almacenes de alimento, los corrales de ganado, la escuela, y finalmente, los muelles de pesca.

Eventualmente la fatiga alcanzó a la joven morena quien no estaba acostumbrada a caminar por lapsos de tiempo prolongados. Apoyar su peso sobre la muleta comenzaba a dolerle bajo el brazo, pero con tal de seguir mostrándose útil intentó ignorarlo, para su sorpresa la ojiverde no lo pasó por alto, una breve pregunta había bastado para convencerla de que era momento de descansar sin importar el número de veces que hubiera intentado asegurarle que "todo estaba bien" por lo que terminaron sentadas sobre la arena a un par de metros de los muelles. 

- De verdad, estoy bien. - Eclipse suspiró maldiciendo internamente la debilidad de su cuerpo y la falta de su pierna.
- Bueno, pero yo estoy agotada. - Le sonrió antes de volver la mirada hacia el mar. Detestaba que la gente tuviera que hacer excepciones para ella, resultaba obvio que la forastera, con un cuerpo tan atlético como el que poseía, no estaba para nada cerca del agotamiento. Era evidente que estaba teniendo especial consideración con ella y detestaba que fuera así. 

Antología. Futuro Incierto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora