himno rogando clemencia

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No todos los lugares pueden ser llamados hogar. Un hogar debe estar impregnado de comodidad y seguridad; donde recurrir cuando todo se desmorona. 

Esa fue una de las mayores razones por las cuales Minhyung huyó. Sin embargo, allí se encontraba nuevamente después de años habitando en otro lugar. No tenía opción, y francamente tenía una leve esperanza de que su progenitor habría cambiado. Asimismo, conocía toda la verdad, sabía quién era realmente su padre y creía que esa información podría jugar a su favor. Aunque esta última idea se esfumo fugazmente cuando comprendió que su padre podría ser conocedor de muchas más cosas que él. 

Suspiró. Dejaría que la Diosa Fortuna decidiera su hado. 

Cuando recobró la compostura golpeó la puerta de madera que hacía demasiado tiempo que no veía de cerca. Acto seguido se escucharon unos pasos y pocos segundos después ocurrió el reencuentro que Minhyung jamás creía presenciar. 

—¿Quién sois?—preguntó Eunseok sin un mínimo de importancia en su voz. 

—Querido padre, soy Minhyung. Vuestro hijo.—realizó una reverencia cuando terminó de hablar. 

—¿Minhyung? ¿Qué hacéis aquí?—Sus palabras seguían siendo dichas sin más. 

—Na Jaemin fue asesinado. Es una deshonra regresar tras todo lo ocurrido, mas os imploro volver junto a vos. 

No hubo respuesta verbal, tan solo bastó un asentimiento y unos pasos dejando el camino libre a Minhyung. Este último ingresó musitando su agradecimiento miles de veces. Sin embargo, había algo que estaba atormentándolo. Sentía la atmósfera siniestra, como si algo horrible estuviera a punto de suceder. 

Mientras su mente trataba de descifrar todas las incógnitas que surgían sin cesar, el contrario comenzó a hablar: 

—¿Por qué habéis regresado después de tanto tiempo, hijo mío? Creí que mi existencia dejó de ser relevante para vos. 

El dramaturgo no iba a caer en las trampas que su padre estaba colocándole. A pesar de todos los años que habían transcurrido, seguía jugando sucio. 

—Necesito respuestas, y vos sois el único que podéis dármelas. 

—Comenzad, pues. 

—¿Quién sois? 

—Lee Eunseok, vos sabéis eso mejor que nadie.

—Cierto es, mas terminad con las falacias que habéis alimentado durante tantos años. Hablad, Qiao Kun. 

Este último mencionado comenzó a reír denotando ironía en cada sonido que emitía. 

—Así que ya conocéis la historia. Lord Lee es realmente digno de admiración. Jamás abandonó su plan. 

—¿De qué estáis hablando?—de repente, Minhyung se quedó paralizado—Lord Lee asesinó a Na Jaemin. 

Kun volvió a reír. Esta vez, observando a su hijo con una mirada llena de maldad. 

—Excelente, hijo mío. Estáis resolviendo todo este enredo sin ningún fallo. Digno de alguien criado por un repugnante bardo. Sin embargo, un rey a quien su pueblo aclama no puede manchar sus manos con sangre vulgar. 

Minhyung no habló. Seguía completamente paralizado por la confesión. 

—Siento lástima por la hermosa princesa, deberá cargar con un martirio que le azotará hasta el día de su muerte. Mas no debéis darle mayor importancia, porque vos seréis el encargado de hacerle olvidar la desgracia que cometió por su propia voluntad. 

poemas escritos bajo la lluvia | markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora