𓇊Capítulo 33𓇊

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Stef

Sabía que tendría su rabia, su desprecio, porque es mi hija, sé a quién le ha sacado el orgullo. Pero esto... es diferente, es más doloroso.

En cuanto Adel atraviesa el portal, supongo que, a su reino, activo mi pulsera para hacer lo mismo y soy detenido por un escudo frente al portal.

¡Qué rayos!

Busco el responsable y es el hijo mayor de Adel que reluce su puño izquierdo.

—No irás a ningún lado, Alice no te quiere cerca —escupe con fuerza como si sus palabras me detuvieran.

—Tú no me das órdenes —afirmo rompiendo el escudo, tengo más años de existencia, sus hechizos son un juego para mí.

Avanzo convocando otro portal y de nuevo soy detenido por un escudo, al menos este parece más fuerte y busco la mirada del príncipe, pero esta vez me topo con la de una pelirroja que reconozco como la guardiana armonix.

—Tal vez, el príncipe supremo —enfatiza el título —no puede darte órdenes, pero como máximum ni siquiera tenemos que darlas, nuestra sola palabra es ley —dicta deshaciendo el portal.

Toda la realeza presente está conmovida intentando procesar la última hora, incluso deseosos de poder irse.

Samay y Alec se acercan, mi esposa llega a mi lado preparándose para una confrontación.

—No sé qué creen que estuvo haciendo Alice esto cuatro ciclos, pero tienen que saber que no la ha pasado nada bien —cuenta Samay con la voz más compasiva que hace que se me estremezca todo.

—Tampoco eligió la oscuridad como pensaron que lo haría, porque ella es la guardiana de la unión, está en su responsabilidad principal mantener ambas esencias, destrucción y creación juntas. Solo necesitaba seguridad para mostrarse tal cual es, todos usted con tantas mentiras no ayudaron a su proceso —dice Alec con una voz muchísimo más a reproche.

Lo que considero saber y lo que ellos dicen chocan dentro de mí, me apresuró a salir del lugar porque sé que voy a perder el control. La maldición de los Ben comenzó con la bendición de los espíritus dragones, nacemos inestables, pero se nos entrena para transformar esa inestabilidad en ventaja, queriendo que sea una inestabilidad por poder nada más. No pasó con Alice, desde su nacimiento hubo algo que dejó claro que no tendría solo inestabilidad por poder, se supo que sería por magia que necesitaría de un alter y que por lo que me contó Anthony este ya hecho de las suyas.

—El consejo se encargó de todo —escucho a mi padre a lo lejos.

Sé que Cris no va a ser especialmente amable sobre el asunto y me preparo para las reprimidas.

Pareciera que vuelvo va a tener quince.

—¿Sigues aquí? ¿Por qué rayos no has sido por ella? —empieza y aunque Sofía intenta intervenir levantándose, le indico que se detenga.

—Antes de ir por ella, me gustaría saber, padre, ¿quién es el hombre que has dejado que le ordene a esta familia lo que puede o no hacer? —me atrevo a preguntar y su rostro se enfría.

—Te dije que nunca hicieras esa pregunta —reprende mi madre y confirmo que todo está mal.

—¡Respóndeme! —alzo la voz hacia mi padre.

Las miradas que tenemos el uno con el otro son retadoras, ninguno parece ceder, menos él.

Siento la tensión de cientos de mentiras a mi alrededor, su emanar es tan pesado que parece reforzarse a cada segundo como si formase una barrera a su alrededor.

Eternidad es ÉpicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora