Rooney's POV
Papá no me levantó para acompañarlo, ¿me extrañaba? ni siquiera yo estaba poniendo de mi parte para fortalecer nuestro lazo. En cambio, mi cuerpo tenía una alarma propia y sabía bien que era hora de tomar desayuno.
Estella como siempre, estaba muy metida en su papel de cocinar y cocinar, como si hubiesen más de dos personas viviendo en casa. A ella le encantaba sorprendernos con sus platillos. A veces nos ofrecía nuevos sabores, y para serles sincera, nunca nos decepcionada su sazón.
Siempre estaba lista para recibir un nuevo pedido, así no fuese la hora de merendar. Al parecer le tenía un amor grande a la cocina.—Rooney, ven pronto, que vamos algo retrasados—le dejé un beso en la coronilla de la cabeza.
—Mmm—sentí que el olor de unas tostadas francesas llegaban a mis fosas nasales.
—Estella, muchas gracias—dijo papá como siempre—Por cierto, hoy llegan unos paquetes a partir del medio día. Si puedes, déjalos en la habitación de Ro—lo miré sorprendida.
—¿Y eso?—pregunté acercando el pequeño bowl de frutas a mi lado.
—Hace poco me dijiste que tus pantalones estaban algo desgastados—asentí—Vi tu lista de Amazon, así que lo compré por ti—una pequeña sonrisa se asomó.
—Muchas gracias, pa, no tenías qué, pero gracias—comencé a probar bocado. La fruta estaba muy fresca y dulce.
—Los pantalones que no utilices podríamos donarlos a alguien que sea de talla chica—alcé mi mirada. Había sentido un puñadito de disgusto, pero no entendía muy bien. Nunca me había importado regalar mi ropa, y más si esta ya no me era útil. Peor aún, no era alguien que compraba de manera compulsiva y todo lo escondía.
—Mmm, de hecho, es, mmm—me quedé pasmada unos segundos—Solo se percudieron un poquito—me llevé un pedacito de frambuesa.
—Como quieras, cariño. De todas formas hoy tendrás nuevos pantalones, ¿no es mejor?—asentí pensativa.
El desayuno acabó en silencio, aunque tampoco había mucho por decir. Me tranquilizaba que papá estuviese muy al pendiente de las notificaciones de su teléfono. Y yo... estaba ordenando mis ideas y la incomodidad que por alguna razón se impregnó en mi cuerpo.
—Papá—intervine antes de subir al auto.
—Hija—me asusté con las maquinaciones de cerebro.
—¿Cómo soy?—nunca en mi vida había preguntado aquello, nunca.
—Intelectualmente eres una genio, emocionalmente eres sensible, en el mejor de los sentidos, y físicamente, eres la copia exacta de tu madre—relamí mis labios. Para mí, mamá era bella, y si me parecía a ella, entonces no estaba mal—¿Por qué me lo preguntas?—condujo como siempre de camino al trabajo.
—Solo lo pensé, no creo tener una razón sensata—boté en forma de suspiro, el aire que había acumulado sin querer.
—Bueno—negó con una sonrisa—Por cierto, el jueves por la mañana tenemos nuestro chequeo anual con el médico, Marc me va a cubrir.
—Claro, pa—una vez que caí en cuenta de lo cerquísima que estábamos del set, mi corazón se aceleró: una día más para mirarla.
Y la rutina no variaba demasiado, pero no me molestaba. Por lo contrario, los cambios me generaban un poco de ansiedad y salir de mi zona de confort no era mi primera opción en mi lista de cosas por lograr.
—Buenos días—y aquella voz que gritaba "elegante" me sacó de cualquier pensamiento que habitaba en mi cabeza—Phillip, Rooney—nos saludó como siempre que teníamos a papá en medio.