1- [<Pesadillas>]

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[...]

Pertenezco a una antigua dinastía...

Una niña, una guerra, muertes, lazos rotos...

Por mis venas corre sangre real...

Gritos y más gritos...

Nunca lo dejes de repetir...

Mamá~...

No lo puedes olvidar...

El abismo, el mismo que me mandó aquí...

— ¡Debes volver para tomar tú posición y hacer venganza por todo lo que nos hizo!

¿Quién soy? ¿Que hago aquí? ¿Que sucede?

¡MAMÁ NO!

[...]

Abro los ojos sudada y asustada. ¿Que fue ese sueño?

— Cariño, se te va a enfriar el desayuno, debes bajar ahora y alistarte, hoy comienzas la escuela –mi madre entró a mi habitación luego de tocar ligeramente y luego se retiró.

Exhalé fuertemente cuando se cerró la puerta. Toqué mi frente llena de sudor y me levanté de la cama a paso tembloroso hasta el baño.

Me alisté y bajé cuando organicé las cosas que necesitaba para el primer día de clases. Odio esto, la escuela es aburrida, no soy como los demás adolescentes.

Siempre eh sabido que no soy igual al resto, desde niña debo cargar con ese peso. Y en parte me siento especial, no quiero ser como esos tontos.

— Buenos días –le doy un beso en la mejilla a mis padres y me siento en la mesa.

— ¿Cómo durmió mi campeona? –mi padre dejó el periódico para ponerme atención.

— Bien...

Ambos se miraron y mi madre suspiró en mi dirección, mi padre se sentó en la silla al lado de la mía y me colocó una mano en el hombro.

— Háblanos cariño, recuerda; somos el equipo de los diferentes –colocó su puño cerca de mí y mi madre puso el suyo sobre el de mi padre.

Sonreí. Ellos son los mejores padres que pude tener, son toda mi familia. Mis amigos y consejeros.

— Los especiales –puse mi puño sobre el de mi madre y realizamos nuestro saludo.

— ¿Sigues con las pesadillas? –asiento.

— Cada vez son más claras, y más frecuentes –sobo mi pecho al sentir la presión en él.

— ¿Quieres hablar con nosotros de ello? –niego.

— No creo que sea el momento, solo son suposiciones, no sé realmente con qué estoy soñando, nada tiene sentido, quizás debería dejar de leer tantos libros de fantasía –me encojo de hombros.

— Cariño, no creo que los libros de fantasía sean lo que te esté haciendo soñar estas cosas.

— Amor... –mamá miró a papá de una forma que no supe reconocer.

— Yo pienso que es hora de que sepa, ya no puede dormir, esto se está tornando malo para su salud –papá me mira y mamá le corta lo que iba a decirme.

— Aún no cumple los 20, hicimos una promesa, no rompas con tú palabra ahora.

— ¿De qué están hablando? ¿Soy adoptada? –me levanto de la silla y los miro a ambos.

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