Prólogo

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En las penumbras de una habitación sombría, se ocultaba una mente tortuosa y desquiciada. Allí, en el silencio enfermizo, yacía Mia, una joven  guapa, de figura extremadamente delgada y pálida tez. Su pelo oscuro caía en cascada sobre sus hombros, enmarcando un rostro de facciones perfectas y penetrantes ojos negros, que a menudo parecían atravesar el alma de quienes la miraban. Pese a su anorexia.... (Seguir) Pero detrás de esa apariencia encantadora, Mia ocultaba una oscuridad interna que la consumía.

Desde temprana edad, Mia había lidiado con dos trastornos que la sumían en un abismo: la psicopatía y la anorexia. Su mente fría y carente de empatía se contraponía al caos emocional que la llevaba a controlar obsesivamente su ingesta de alimentos hasta límites peligrosos. Su belleza, lejos de ser un bálsamo para sus inseguridades, a menudo la hacía sentir como una marioneta en manos de los demás, una muñeca perfecta cuyo interior estaba lleno de grietas oscuras.

Sin embargo, una idea retorcida se había apoderado de su ser, un oscuro anhelo que la perseguía sin descanso: formar parte de la élite de los asesinos en serie más conocidos de la historia. Sueños sangrientos la atormentaban cada noche, en los cuales se veía a sí misma sumergida en una espiral de violencia, saciando esa sed siniestra de poder y control.

A pesar de esa oscura fascinación, un lazo inquebrantable la mantenía atada a la realidad. Su hermana menor, Olivia, era su única razón para no sumergirse completamente en la vorágine de sus depravados sueños. Mia estaba dispuesta a protegerla, incluso de sí misma.

Aquella noche, mientras el viento aullaba en el exterior, Mia tuvo un sueño vívido y perturbador. Se vio a sí misma en la sombra de la historia, merodeando junto a infames asesinos que habían dejado una estela de horror y sangre. Cada figura siniestra la instaba a unirse a ellos en sus macabros actos, y un oscuro placer brotaba de su interior mientras imaginaba los detalles de sus retorcidos crímenes.

Sin embargo, en medio de ese sueño enfermizo, sus ojos negros se cruzaron con los de Olivia, su dulce y vulnerable hermana, quien la observaba con tristeza y miedo. En ese instante, la conexión entre ambas fue más fuerte que cualquier anhelo siniestro que pudiera poseer. Fue como un despertar repentino en medio de una pesadilla.

Mia se sentó en la cama, jadeando y sudando, sintiendo la angustia aplastar su pecho. Buscó algo, cualquier cosa que pudiera distraerla de esos pensamientos oscuros, y sus manos temblorosas se detuvieron en una vieja caja de recuerdos que guardaba debajo de la cama.

Con cuidado, abrió la caja y desenterró fotografías y cartas desgastadas por el tiempo. Allí estaban los recuerdos de una infancia que parecía normal, compartida con Olivia, antes de que la oscuridad se apoderara de ella. Una lágrima solitaria rodó por su mejilla mientras recordaba lo que una vez había sido, lo que había perdido en su camino hacia la obscuridad.

En ese instante, Mia tomó una decisión: debía enfrentarse a su propio tormento y luchar contra los oscuros deseos que amenazaban con consumirla. Si bien no podía deshacerse completamente de su psicopatía y anorexia, sí podía luchar por mantener a salvo a Olivia, y tal vez, encontrar un propósito en su vida más allá de la sombra de la maldad que la acechaba.

El destino, como siempre, tenía formas extrañas de responder a nuestros deseos más profundos. Al día siguiente, mientras Mia caminaba por el parque cercano, un sentimiento de inquietud la invadió. Sintió una mirada intensa clavada en su espalda, y al volverse, se encontró con un chico alto y perturbadoramente sonriente.

El miedo y la adrenalina se mezclaron en su interior, pero esta vez, no cedió ante la tentación de huir. En cambio, decidió enfrentar al acosador, desafiando su propio instinto de supervivencia. Era como si el universo le estuviera presentando una oportunidad para redimirse o, tal vez, para caer aún más en las profundidades de la oscuridad.

Y así, la vida de Mia dio un giro inesperado. Un nuevo capítulo se abría ante ella, un capítulo en el que tendría que luchar contra sus demonios internos mientras enfrentaba la amenaza tangible que la acechaba. Aunque desconocía el desenlace de esta historia, estaba decidida a luchar con todas sus fuerzas para proteger a Olivia y encontrar, tal vez, una pequeña dosis de paz en medio de su anhelo oscuro.

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