Capítulo 14

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Garra Sombría despertó y se estiró en su lecho. Primero las patas traseras, después las delanteras. Salió de la guarida a paso tranquilo. Fuera, una brisa fría del alba la azotó. Dirigió su vista a la maternidad vacía y se preguntó cuándo habría más cachorros.
En el claro, Leónido organizaba las patrullas, y Abedul salió encabezando una partida de caza con Flor Centelleante, Patas Blancas y Zarpa Espinosa. Cola Mojada y Fardo platicaban en un costado. Zarpa De Pino y Celestino jugaban a pelear junto al tronco frente a la guarida de los aprendices. La guerrera ronroneó al ver a los dos jóvenes dándose manotazos con las uñas envainadas y saltando de un lado al otro juguetonamente. Sintió una punzada de tristeza al recordar las veces que había jugado así con Manto Abrasado.
Se acercó a Leónido al oír que la llamaba.
-Buen día, ¿Ocurre algo?-preguntó la gata negra.
-Patas Blancas me propuso que Zarpa Espinosa y Zarpa de Pino salieran juntos más tarde, cuando el sol esté en lo más alto. ¿Celestino querría venir también?- El lugarteniente se encontraba ya bastante tranquilo, y había acabado de organizar patrullas-será luego del entrenamiento, así tendrán tiempo de compartir un rato solos. Pero diles que traigan al menos una presa cada uno, ¡no debemos malgastar tanto tiempo!-explicó, al parecer algo nostálgico.
-¡Seguro estará encantado de ir! Ya mismo voy a contarle.
La guerrera se giró y, mientras se acercaba a los dos aprendices, algo frío le tocó la nariz. Agitó la cabeza y miró arriba. Del cielo nublado caían, helados y cristalinos, copos de nieve. Vió que Celestino paraba de jugar cuando uno le cayó en la oreja, la que agitó.
-¿Qué es esto?-preguntó, fascinado con el pequeño cristal blanco. Zarpa de Pino saltaba a todos lados dando menotazos a los pequeños puntos blancos.
-Nieve-maulló Garra Sombría, risueña, aunque no tan feliz. Pocos eran los recuerdos bonitos que tenía de las nevadas.-Podrán jugar con ella más tarde. Ustedes dos y Zarpa Espinosa tendrán tiempo de salir solos cuando el sol esté en lo más alto.- A Celestino se le iluminaron los ojos al oír esas palabras-luego del entrenamiento-le recordó su mentora.
El aprendiz asintió rápidamente y se despidió de su amigo. Salieron del campamento cuando el cielo se tenía con el rojo del amanecer.
Celestino corrió por el bosque, persiguiendo copos de nieve y atrapándolos con las zarpas. Finalmente olió a ratón y desapareció entre los arbustos. Garra Sombría lo esperó quieta, y unos segundos después el aprendiz reapareció, esta vez con una nueva presa colgando de la boca. Continuaron cazando.
La mentora percibió un leve movimiento entre las hojas secas, cubiertas por una fina capa de nieve. Abrió la boca y olfateó. Captó el olor de una musaraña. Esperó unos segundos y finalmente saltó. Sus uñas traspasaron una hoja y también el curpo del roedor, quedando ambos clavados en ella.

● ● ●

Ya había transcurrido un rato. Garra Sombría y Celestino regresaban al campamento. El aprendiz se mostraba emocionado por iniciar la jornada de diversión con sus compañeros de guarida, mientras aue su mentora solo pensaba en tomar una presa del montón y relajarse. Recién se daba cuenta de lo hambrienta que estaba.
Llegaron. Garra Sombría entró y se sacudió los copos que tenía pegados. Contrastaban contra su pelaje negro.
Se acercó al montón de carne fresca y eligió un campañol. Por suerte, las presas continuaban siendo no tan escuálidas, aunque tampoco rollizas. La guerrera sabía que, si llegaba una helada, la comida desaparecería y, aún peor; podrían surgir enfermedades.
Engulló su presa en lo que dura un pestaneo. Celestino ya había salido con los demás aprendices. De seguro se divertirían mucho. Garra Sombría vió a Manto Abrasado cerca de ella. Decidió acercarse a hablar con el guerrero. Quería resolver los problemas que estaban teniendo entre ambos.
-Manto Abrasado...-empezó la gata, pero él se giró y le dió la espalda. Ella no se rindió y continuó-: ¡Oye! ¿Qué es lo que te pasa? Solo quiero hablar contigo...- No logró acabar aquella frase pues el guerrero atigrado se giró y la fulminó con sus ojos amarillos, diciendo:
-Déjame, Garra Sombría. Ya demostraste donde reside tu lealtad.- Volvió a voltearse, y esta vez, más bajo aún, susurró algo que no supo que la guerrera oiría-y tu amistad...- Ella no podía verlo de frente, pero sabía, por el olor, que sus ojos estaban llorosos. Quiso restregarse contra su suave pelaje y abrió la boca para contradecirlo, pero él se alejó antes de que tuviera la oportunidad, y se puso a charlar con Patas Blancas. Garra Sombría bufó de indignación y se volteó hacia la guarida de los guerreros. <<No me importa -se dijo a sí misma- si quiere odiarme, que lo haga.>>
Unos minutos después, se acostó en su lecho. No era hora de dormir, pero sentía las patas entumecidas, y no sabía si del frío o del dolor. No le importaba. Apoyó la cabeza sobre las patas e intentó descansar.
No pudo. Ya al atardecer, escuchó pasos rápidos provenientes de fuera. Supuso que algo andaba mal y salió de la guarida. Vió que los aprendices habían regresado, y tenían aspecto triunfal. Tuvo un mal presentimiento. De los tres, Celestino era el único con la cola y orejas abajo. Notó que susurraba algo al oído de Zarpa de Pino, que susurró algo a Zarpa Espinosa, aunque ninguno de los dos pareció dar importancia a lo que sea que les había dicho el aprendiz gris y blanco.
-¿Cómo les fue?-preguntó Leónido, aunque su voz sonaba acusadora, como si supiera que algo estaba mal.
-Bien-respondió Zarpa Espinosa con mucha seguridad.
-Cierto-dijo Zarpa de Pino.
-No es verdad. Las cosas no están del todo bien-maulló Celestino.
-¡Pero somos héroes! No hay nada de malo en eso-replicó el aprendiz atigrado.
-Diganme qué pasó-bramó Estrella Arenosa, que acababa de llegar.
-Bueno, estuvimos jugando y cazando un rato-empezó Zarpa Espinosa-y, en un momento, encontramos a una perra.
-¿Una perra en nuestro territorio?-gritó Abedul, alarmado.
-Sí, cerca de la frontera con los dos patas ¡era enorme!-continuó la aprendiza-pero, ¿adivinen qué?- Hizo una pausa que dejó a todos expectantes-¡La vencimos en una batalla!- gritó triunfal.
-¡Bien echo! No hay nada de malo en eso-dijo Abedul.
-Sí... lo hay- maulló Celestino con voz quebrada. Estrella Arenosa le hizo una seña para que continuara-olía... a leche.
Leónido lo miró con ojos desorbitados. ¿Leche? Garra Sombría sabía que eso estaba mal.
-¿Qué ocurre?-preguntó Zarpa de Pino, asustado por la mirada de los guerreros.
-Yo tenía razón- le espetó Celestino. Se le quebró la voz al añadir-: Esa perra tenía cachorros...

 Se le quebró la voz al añadir-: Esa perra tenía cachorros

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Arriba, Patas Blancas.

Días Sombríos #2 / Compañeros / Los Gatos GuerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora