CAPÍTULO 3

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-¿Quién te crees para llamarme niñata?- Este chico me resultaba algo extraño, parecía el típico chico engreído de padres ricos que se revelaba y se iba a vivir lejos no sin pedirles dinero cada mes, aun así había algo en sus ojos que me extrañaba, parecía que habían sufrido, y mucho.

-No niñata, quien te crees tu para venir, rayar mi lancha y empezar a gritarme, que te han criado ¿En una pocilga?

-Mira niño ojiverde no es mi culpa de que alguien este de mal humor y tendrías que mirar quien es el que grita aquí.

La verdad es que estaba gritando uuunnn poquito, pero tampoco para que este me llame niñata.

- ¿Así que te gustan mis ojos eh? Suele pasar...- La verdad es que no eran feos pero este chico tenia el ego demasiado subido para mi gusto.

- Pues no están mal, menos mal que los tienes, no entiendo como algo tan dulce puede estar en alguien como tu.

-Bueno niñata, me quedaría aquí discutiendo contigo sobre mi belleza pero mañana tengo clases y no queda bien llegar tarde el primer día.

¿Tarde? Pero si hemos llegado a las 11 es imposible que sea tarde.

Cuando oí su lancha arrancar recaí que no sabia como volver a la orilla, ya que me había adrentrado demasiado en el mar y ni siquiera se veía la orilla.

-Oye ojiverde- Grité desde mi tabla para que me oyera.-¿Que hora es?

- Las 18:30 niñata.

¡¡QUE!!

Me asuste como nunca ¡¡Llevaba siete horas y media desaparecida, no quiero ni pensar lo que dirá Kath cuando me vea, pensarán que se me a tragado el mar o algo por el estilo. Dejé de pensar en tontadas y empecé a nadar hacia la orilla o hacia donde creía yo que estaba la orilla porque si soy sincera no tenia ni idea de hacia donde iba.

-¿Que crees que haces nadando hacia mar adentro niñata?- Y ahí estaba de nuevo el ojiverde riéndose de mi.

- Tampoco creo que te interese ¿No?

-Anda sube que te lleve a la orilla, sino acabaras siendo comida para tiburones y no les debe de gustar la carne de niñata-

Asta aquí había llegado el chico este, estaba loco si creía que me subiría a su lancha.

Nada mas me dijo la dirección de la costa comencé a brazear encima de mi tabla para alejarme de el e irme a casa de una vez. Cuando ya pensaba que lo había dejado atrás oí el motor de la maldita lancha detrás de mí y en cuanto me alcanzó tiro de mi tabla haciéndome caer al mar, y comenzó a reír y a mostrar una preciosa sonrisa.

La suerte que tienes ahora de que las miradas no maten.

Una vez paro de reirse me cogió de la mano y me ayudo a subir a su lancha, allí me tendió una toalla con delfines de colores que me hizo empezar a reír como nunca.

- ¿Que te pasa nunca has visto a un chico tan guapo que le gusten los delfines o que?

- ¿Te soy sincera? Ni eres tan guapo ni pensé que te gustarían los delfines de colores.

- Uy que no soy tan guapo dice, si ya te has enamorado de mi, solo admítelo niñata- Dijo guiñándome uno de sus preciosos ojos y sacando su lengua agujereada por una bola del mismo color que sus ojos.

¿Como puede alguien ser tan engreído y a la vez creerse algo que es verdad? Porque aunque me lo tome a risa es guapo y lo peor es que lo sabe.

(...)

-Bueno niñata ya estamos en la orilla, ¿quieres que te lleve a algún sitio?- Pregunto bajando mi tabla y dejándola clavada en la arena.

- ¿Podrías dejarme un teléfono? Ah y deja de llamarme así.

-¿Como quieres que te llame si ni siquiera se tu nombre niñata?- Dijo mientras se sacaba un iphone 6 de su bolsillo trasero y me lo dejaba.

¿Como podía ser que llevaba mas de una hora con este chico y ni siquiera sabía su nombre? SOY IMBÉCIL

- Ana, Ana Law.

- Te sigue quedando mejor niñata.

Ya pasé de seguir con el juego, así que solo teclee el numero de Bruno y espere a que contestara mientras veía como el ojiverde sacaba un cigarrillo de la caja y empezaba a aspirar el humo negro que de este salia.

- ¿Si?- Por fin oí la voz de mi amigo al otro lado de la linea.

-Bruno, soy yo Ana, ¿Puedes venir a buscarme a la carretera donde habíamos aparcado el coche antes?

-Claro que si Ana, ¿Se puede saber donde estabas?, Kath y yo llevamos buscándote varias horas.

- Ya te cuento cuando llegues Bruno- Y colgué el teléfono para devolvérselo al dueño.

-Gracias por ayudarme ojiverde.

- De nada niñata, y que ¿Tu no quieres saber mi nombre?.

Entonces ví a Bruno parar el coche delante nuestro con una mirada de desconcierto respecto a mi nuevo ¨Amigo¨.

-La verdad es que no, gracias por prestarme el teléfono, gritarme, tirarme al agua y traerme hasta aquí, hasta nunca ojiverde- Dije levantando mi mano y corriendo hasta Bruno, quien me recibió con un cálido abrazo.

- Me vas a tener que explicar varias cosas rubita.

- Te las contaré todas ahora Bruno.


A Finales del PrincipioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora