"Subió los pocos peldaños que daban entrada a la sagrada cúpula adornada de antigüedad.
El viento hizo acto de presencia y algunos mechones bailaron con él, aspiró el aroma a laureles y luego sus ojos marrones se detuvieron en aquella figura que como las anteriores veces se encontraba al otro lado del salón, sentado, callado, solamente esperándola.
—Perdón por llegar tarde— Susurró bájame mientras caminaba hasta llegar al lado de aquel chico.
—Tranquila. La noche es eterna.
Agatha le miró, observó con detenimiento cada detalle del rostro y de la cabellera para al final suspirar. Aún le costaba creer que Egan se encontraba a un lado de ella en el sagrado Templo de Apolo conversado despreocupadamente bajo aquel manto estrellado, pero igual a como otras veces, lo dejo pasar para disponerse a disfrutar de aquella inusual compañía que mantenían de nuevo en medio de su sueño"—Agatha ¿A dónde vas?— Inquirió la mayor desde la cocina cuando escuchó los pasos de su hija.
—Voy con... las chicas a... ¡A bordar!— Respondió apresurada, para terminar de llegar a la puerta.— ¡Regresaré tarde!Sin esperar una respuesta la castaña abrió la puerta y la cerró detrás de sí escuchando a su madre llamarle. Con una sonrisa nerviosa troto por aquel caminito bordeado de pasto que le conduciría al pueblo, lugar a donde llegó tras unos minutos.
Muchos saludaban a la joven de tez trigueña, algunas chicas se detuvieron a intercambiar palabras con ella y al final cada quien siguió con su camino. Agatha se detuvo frente aquella gigantesca construcción donde en la parte superior se podía leer "Gennadeion"
La chica entró, grandes columnas la recibieron y a los laterales infinidades de libros. Sin saber muy bien por dónde comenzar e incluso qué buscar decidió iniciar por el azar.
Tras unos minutos la delfiense se encontraba en la mesa del fondo donde sobre la tabla de madre se encontraban varios libros abiertos en determinadas páginas mientras algunos se encontraban apilados esperando pacientemente que Agatha saliera de aquel estado de estupor.
Había encontrado un antiguo texto donde relataba sobre las pitonisas, sacerdotisas que podían predecir el futuro e interpretar el sagrado Oráculo, bien las conocía, interactúo con ellas en varías ocasiones cuando visitaba el Templo de Apolo en compañía de su madre, y en ocasiones subía a la cúpula para llevar los dulces durante alguna ceremonia. Se quedó pensando un poco ¿Y si esos sueños raros donde Egan y ella se encontraban mantenían un mensaje oculto que no había logrado descifrar?
«¿Será posible que yo...? No... imposible» Pensó. Apoyando el mentón en el dorso de su mano se dispuso a releer de nuevo el último párrafo «Solo algunos tienen el don de poder ver a través de aquel velo llamado realidad» Caviló un rato más, sacando hipótesis que no tenían coherencia y que al final le hicieron doler un poco la cabeza. «Olvídenlo, de seguro son simples sueños por enamoramiento»
Después de casi media hora la tarde cayó y la chica de ojos marrones se dispuso a colocar el último libro en el estante para salir de la biblioteca y al momento en que lo dejo; un trocito de pergamino salió danzando con el viento hasta caer a sus pies, con curiosidad se inclinó a recogerlo y al darle la vuelta encontró algunas inscripciones en hebreo. Mirando a ambos lados guardó el pergamino para leerlo después.
Se encaminó con dudas carcomiendole la cabeza y al momento en que giró a la izquierda vio a un anciano que con dificultad intentaba levantar las mandarinas que cayeron de la cesta.
—Permitame ayudarle— Expresó la menor al momento en que se hincaba ensuciando el peplo y ayudaba al señor.
—Oh mi niña, muchas gracias— Dijo el anciano cuando la joven colocó la última mandarina. El hombre de canosos cabellos la observó colocar la cesta estable y luego sacudir un poco la vestimenta antes de brindarle una sonrisa para marcharse.— Dulce señorita, disculpe mi osadía, pero ¿Usted es una sacerdotisa de Apolo?
—¿Disculpe?— Agatha volvió su mirada algo confundida.— Se equivoca, no soy sacerdotisa.
—Pero si eres de Delfos— Dicho aquello el hombre observó cómo la mirada de la menor cambió totalmente a una llena de confusión y algo de temor.— ¿Tienes un momento para comer mandarinas?...
El hombre le contó a Agatha sobre su esposa, una bella mujer que profesaba en el Templo de Apolo, y aquella a la cual muchas de sus compañeras tacharon de impura.
—Mi amada nunca gusto de códigos y reglas que le frenarán su manera de vivir— Comentó el anciano mientras desconchaba la fruta.— Mi esposa se mantuvo siempre casta hasta que decidió retirarse del Oráculo.
—¿Por qué me dice todo esto?— Preguntó aún descolgada un poco la chica, pero interesada en aquel relato que a ciencia cierta no le encontraba relación del todo.
El anciano le miró brindándole una apacible sonrisa.
—Mi esposa dijo una vez: "Te advierto, quienquiera que fueres tú, que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera"— Agatha le miró como tratando de entender sus palabras, pero nunca logró hacerlo.— Esas fueron sus últimas palabras antes de fallecer.
La castaña se tenso un poco, se quedó en silencio observando aquel trozo de mandarina e inexplicablemente sintió algo de tristeza.
—Pequeña, no se trata de ser pitonisa o no. Ser guerrero o un simple civil. Solo se trata de los tesoros con los que dioses nos bendijeron para ver más allá del velo de la realidad— Explicó.— Tienes sueños. Sueños que no entiendes, pero que sabes tienen alguna relación con algo, y ese algo mi niña, no lo vas a encontrar en una biblioteca; sino en ti misma.
...
La chica de ojos marrones regreso a su hogar tras un largo rato, al momento en que entró descubrió la estancia vacía y cuando se encaminó a la cocina sobre el mesón encontró la nota de su madre anunciándole que fue con algunas conocidas a pasar el rato junto a su ración de comida. Dejó todo intacto para dirigirse a la habitación donde entró y suspiró. Aún tenía la cabeza revuelta y seguía pensando en aquellas palabras dichas por el anciano, en eso recordó el pergamino que había guardado entre su peplo y se dispuso a sacarlo.
Agatha fue hasta el escritorio para buscar un papiro nuevo y tomar el pincel junto a la tinta, tomó asiento y alcanzó una pequeña libreta de cuero donde al abrirla encontró una lista de algunas palabras en hebreo.
—Ojala, coincidan— Dijo entre risas leves para dirigir sus fanales marrones al viejo pergamino.— Bueno, aquí vamos.
Tardó casi tres horas para traducir todo el texto y al final no supo cómo interpretarlo.
Lo leyó un par de veces, lo analizo cuantas veces su cerebro se lo permitió y cuando los párpados sucumbieron a los deseos de Morfeo cayó en un suave sueño donde a la lejanía escucho la melodiosa voz de alguien, que entre el murmullo del Mar Egeo le susurraba apaciblemente."Σε αυτή και σε μια άλλη ζωή
Δεμένοι με την αδελφή ψυχή σας θα είστε
Ανάμεσα στις μετενσαρκώσεις θα βρεθούν
Και όταν βλέπετε ο ένας τον άλλον, τα μάτια τους θα αναγνωρίζουν ο ένας τον άλλον"
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↬ Gennadeion: Es una de las bibliotecas más importantes de Grecia , con más de 110.000 volúmenes sobre historia, literatura y arte griegos desde la antigüedad hasta la época moderna. La biblioteca está ubicada en las laderas del monte Lycabettus, en el centro de Atenas.
↬ Papiro: Material formado por tiras de una planta acuática que vive en zonas pantanosas y que se pegaban en sentido longitudinal o transversal, para luego ser prensadas y encoladas con engrudo.
↬ Σε αυτή και σε μια άλλη ζωή
Δεμένοι με την αδελφή ψυχή σας θα είστε
Ανάμεσα στις μετενσαρκώσεις θα βρεθούν
Και όταν βλέπετε ο ένας τον άλλον, τα μάτια τους θα αναγνωρίζουν ο ένας τον άλλον.
En esta y otra vida
Atado a tu alma gemela estarás
Entre las reencarnaciones se encontraran
Y cuando ambos os veáis sus ojos se reconocerán.
ESTÁS LEYENDO
ᴛᴡᴏ ᴛᴡɪɴ ғʟᴀᴍᴇs ᴅᴇsᴛɪɴᴇᴅ ɴᴏᴛ ᴛᴏ ʙᴇ ᴛᴏɢᴇᴛʜᴇʀ
أدب المراهقين«𝐅𝐢𝐠𝐮𝐫𝐚́𝐬𝐞𝐦𝐞, 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐚𝐡𝐨𝐫𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞𝐬 𝐡𝐚𝐧 𝐢𝐠𝐧𝐨𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐧𝐭𝐞𝐫𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐞𝐥 𝐩𝐨𝐝𝐞𝐫 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫; 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐢 𝐥𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐢𝐞𝐬𝐞𝐧, 𝐥𝐞 𝐥𝐞𝐯𝐚𝐧𝐭𝐚𝐫𝐢́𝐚𝐧 𝐭𝐞𝐦𝐩𝐥𝐨𝐬 𝐲 𝐚...