El encuentro

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Toda esta historia comienza conmigo, Javi. No sabría como describirme a la perfección, pero lo intentaré hacer de la mejor manera posible. Soy un chico que se preocupa por sus amigos, gracioso, empático y sentimental. En cuanto físico, soy un chico alto, con una complexión normal, moreno y con ojos verdes. Nada más importante que influya en esta historia. Bueno sí, soy gay. Parece un dato sin importancia, pero ya veréis que sí, importa saberlo.

Todo esto empieza en septiembre, cuando entré a 4ºEso. Después de un verano fantástico de vacaciones y diversión, me tocó volver a la rutina. Menos mal que en mi clase, tenía grandes amigos que hacían las clases más amenas. Cuando entré por primera vez, estaban todos muy cambiados, como si el verano les hubiera afectado a todos para bien. Intentaré hacer una breve presentación de cada uno sin hacer mucho hincapié. Estaba el típico grupo de chicos que juegan al fútbol y solo le gustan las chicas rubias. Dentro de ese grupo estaba el novio de mi amiga que, por casualidad, era rubia. Se llama Irene, y me ha acompañado desde que teníamos 5 años, es una de mis mejores amigas y a la que le cuento absolutamente todo lo que me pasa. También había un par de chicos que no estaban en ese grupo porque no le gustaban ese tipo de cosas, pero entre ellos se entendían. Dos tríos de amigas, uno de ellos muy pijas y otro que eran las tres muy majas. Después estaban mi amiga y yo, que yo pienso que somos un caso aparte, ya que entre nosotros nos entendemos, pero es muy difícil que otra gente logre entendernos. Esta amiga se llama Abryl, y siempre pienso que es imprescindible en mi vida y que sin ella no podría seguir un día más de vida.

De pronto, la tutora entró a la clase y nos presentó a dos chicos nuevos que iban a ser nuestros compañeros. A uno de ellos lo conocía, ya que era el hermanastro de un amigo mío. Al otro no lo había visto en mi vida, al verlo se me vino a la cabeza que era extranjero, ya que su tono de piel era más bien oscuro, y tenía acento latinoamericano. Empezamos las clases, y al llegar el recreo, toda mi clase le hicimos un interrogatorio al chico nuevo que nadie conocía. Le preguntamos de todo, parecía un interrogatorio del CSI. Le preguntamos lo típico, su nombre, de donde era, qué le gustaba, su color favorito y demás. También le hicimos preguntas sin sentido como cuál era su árbol favorito o su talla de zapatos. El simplemente respondía las preguntas, sin más. Os cuento un poco sobre él. Se llama Kevin, es de Paraguay, tiene un año más que nosotros y le gustan las mujeres, para variar.

Pasaron los días y el chico se había vuelto muy amigo de mis compañeros de clase, jugaban juntos al fútbol, charlaban en el recreo y tal. Sinceramente ese grupo nunca me había caído del todo bien, ya que nunca me había llamado la atención el fútbol ni las mujeres.

Un día, al terminar la clase de sintaxis, el chico nuevo se me acercó.

- Hola, ¿se te da bien esta materia?

- Podría decirse que sí - respondí sin más

- Entonces, ¿crees que podrías ayudarme para el examen de mañana? Llevo fatal esta materia - dijo con decepción

- Si, supongo que podría ayudarte

- Pues nos vemos esta tarde en la biblioteca - dijo sin esperar respuesta

- Perfecto, dame tu número para poder hablarte.

Después de esa conversación, terminó el instituto y me dio su número de teléfono. Por la tarde le hablé para avisarle que ya estaba en la biblioteca y justo al decírselo, le vi viniendo mientras corría, como si me hubiera tenido esperando toda una vida.

- Siento haberte hecho esperar - dijo con preocupación

- No llevo mucho rato aquí, no te preocupes

Después de eso entramos a la biblioteca y le ayudé con lo que no entendía de sintaxis. Realmente no entendía nada. Le tuve que enseñar desde cero pero no hubo problema porque aprendía rápido. Al pasar un par de horas, descansamos y me habló un poco de su país. Me dijo que allí el ambiente era muy distinto al de aquí. También hablamos de su capital, la ciudad donde él vivía, el idioma de allí y demás. Sobre las ocho y media tuve que irme a mi casa, pero le dejé todas las dudas aclaradas.

Al día siguiente teníamos el examen de sintaxis al que yo le ayudé. Me dijo que no le había salido muy bien porque no se acordaba de la mayoría de cosas pero aún así le ayudé mucho y me dio las gracias.

Al avanzar el día, llegó la jefa de estudios.

- Buenos días a todos - dijo con una sonrisa en su cara - tal y como sabéis, estos días se celebra en este instituto la semana cultural, así que por ello, os regalaremos una entrada para ver la obra de teatro "El conde Lucanor".

Todos mis compañeros se quejaron, ya que no querían ver una aburrida obra de teatro. Sin embargo, Kevin se acercó a mí muy ilusionado y me preguntó si quería ir con él. Seguido, Irene me preguntó lo mismo. Les dije a los dos que estaba bien, que nos veríamos en el teatro.

Esa misma noche hablé con Kevin por WhatsApp

- Hola Kevin, ¿te parece bien si nos vemos media hora antes de que empiece la obra para poder sentarnos delante? - le pregunté para aclarar la hora

- Siii está bien, aunque tengo un partido de baloncesto y no sé exactamente cuando terminará pero supongo que para esa hora

- Vale, nos vemos donde el otro día para ir a la biblioteca, hasta mañana

- Okeyy, nos vemos chaoooo

El día de la obra fui a casa de Irene temprano para pasar un buen rato con ella y con su hermano. Hablamos un poco de su novio y ella, los cuales llevaban ya un año y pico juntos. La obra de teatro empezaba a las 20:00 así que fuimos al teatro a las 19:30 para pillar un buen asiento. Le pregunté a Kevin cuanto le faltaba, porque aún no estaba ahí. Me dijo que aún no había llegado a su casa y aún tenía que ducharse, vestirse y llegar al teatro. Además, me pidió por favor que le esperara fuera, ya que no quería entrar él solo por si se perdía. Esperé fuera mucho tiempo y ya eran las 20:00 y aún no había llegado. Empecé a pensar que no iba a venir y que solo me lo dijo de broma, ya que quién querría ver una aburrida obra de teatro con unas personas que a penas acabas de conocer. Justo después de pensar eso lo vi, vino recién duchado con el pelo aún húmedo, estaba corriendo porque sabía que me estaba haciendo esperar. Llevaba puesta una camisa negra con una chaqueta del mismo color, junto a unos vaqueros negros también. Era la primera vez que lo veía tan arreglado, ya que nunca había ido así a clase. Al verlo correr así vestido se me pasó por la cabeza algo distinto que nunca había sentido. No le di mucha importancia.

- Siento haberte hecho esperar de nuevo - me dijo mientras resollaba por haber corrido tanto

- Esta vez sí me has hecho esperar más que la última vez - dije sin intención de hacerlo sentir mal - lo mejor es que entremos cuanto antes para no perdernos el principio.

Acto seguido entramos y ya habían empezado con las presentaciones, nos sentamos al lado de Irene y comenzó la obra.

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