Sebastián era de los chicos que siempre había soñado con tener. Alto, rubio, cuerpo atlético y una sonrisa encantadora.
Llevábamos cinco meses saliendo y pesar de eso no habíamos terminado de formalizar, lo cual era algo que me desesperaba y mucha veces me creaba ansiedad, pues siempre he sido alguien a quien no le gusta perder tiempo al momento de sentir una conexión, y si me lo preguntas, lo considero uno de mis defectos.
Estábamos en su habitación. Las luces led color magenta hacían un ambiente tranquilo en el que amaba estar, pues me daban tanta paz, al combinarlo con su compañía y la musica suave que sonaba al fondo.
Sebastian me besaba lentamente mientras pasaba suavemente sus dedos por mis piernas, subiendo hasta mi "amigo".
-Para- le digo con una risita burlona.- Tus roomies están abajo. Pueden escucharnos si esto sube de nivel.
Allison y Sofía se la pasaban en la sala cada que iba a visitar a Sebas, y siempre había imaginado que era justamente por su lado morboso esperando a escuchar gemidos de ambos o alguna cosa así.
-Tranquilo-me dijo con expresión seria- la puerta bloquea el sonido.
Sabia que era mentira, pero igual le seguí el paso. Metí mi mano en su bóxer y sentí la erección completa.
Sentía como su pene lubricaba cada vez más, era algo que no me encantaba en mi, pero sentirlo en su cuerpo solo hacía que me excitara más.
Me saca el pene y empieza a saborearlo de abajo hacia arriba. Amaba sentir sus labios recorriéndome completo.
Empiezo a gemir cada vez más al sentir que aumentaba la excitación.
La noche que empezó como una visita normal, de abrazos y besos. Y terminó en ambos corriéndonos y teniendo uno de los mejores orgasmos de nuestra vida.
La mejor noche que tuvimos.
Y la última...
