Había una vez una tierra normal, con paisajes bonitos, montañas heladas, praderas, desiertos, volcanes... absolutamente todo era normal, no guardaba ni una pizca de magia. Todo era simplemente como le ves en tu planeta. En este planeta había continentes, en estos continentes, países, en estos, ciudades, como la capital, y, pasando más desapercibidos que las ciudades, hay pueblos, pueblos grandes, medianos y pequeños.
Entre los pequeños, hay decenas de miles de ellos, entre ellos en los que se encuentra el protagonista de nuestra historia, Hikaru. Que vivía en un pueblo llamado Hogo. Este lugar era un pueblo nevado y tranquilo, aquí vivían unas quinientas personas, ahora pasemos a ver donde está nuestro protagonista. En ese momento, Hikaru estaba en el bosque, jugando tranquilamente con su amigo, Haru Tensei, que era muy energético e hiperactivo, no dejaba de hablar prácticamente nunca.
-¡Hika, tú la llevas! Ja, ja, ja, ¡Nunca me atraparás!- Eso era lo poco que se escuchaba en el bosque, simplemente eran dos niños de aproximadamente cinco años jugando tranquilamente, como era costumbre en ese pueblo, en ese lugar se notaba la tranquilidad, todo era puro y tranquilo, esos dos niños no dejaron de jugar en todo el día, esos dos no pararon de jugar y correr hasta que la poca luz que había señalaba el alba, lo que hizo que los niños regresaran del bosque en el que se habían pasado el día entero jugando.
Hikaru se despediría de su amigo con la mano y empezaría a correr hacia su casa. Al llegar ahí, se encontraría de lleno con su padre, Tetsuo Hikari.
-¡Hika!, ¿Donde te habías metido? Tu madre estaba muy preocupada por ti, procura volver más temprano o te castigo sin ir con tu amigos.-Su padre siempre le hablaba amablemente, pero... su madre existía.
Esa mujer siempre lo había odiado por no ser lo que ella quería, ella quería una niña de hija y no un niño, haciendo que Hikaru no sea querido por ella, más bien, siempre que hablaba con su madre, ella le gritaba con odio, por eso el chico casi nunca hablaba. Este simplemente negaría con la cabeza y miraría a su padre con una mirada algo enfadada, peró sobre todo vacía y deprimente.
-Sabes perfectamente que eso no es cierto... Mamá me odia, no hace falta que lo intentes ocultar, ya que se nota a kilómetros que esa mujer no me quiere... así que padre, no vuelvas a decir cosas como esas que es como si te intentaras mentir a ti mismo. Bueno, tengo algo de hambre, ¿has hecho ya la cena o te ayudo a hacerla...?-El chico con su mirada de depresión miraría a su padre, causando un temblor en él.
-S-si, he hecho ya la cena... tenemos arroz con especias y verduras... espero que te guste Hika... bueno, vamos a comer, que se nos enfría la cena, y luego vete a dormir Hika.- Su padre se iría al sofá mientras esperaba a que su hijo se moviera, finalmente, nuestro protagonista caminaría hasta la cocina y tomaría un plato del alimento que le había puesto su padre en la cocina, comiendo levantado ya que tenía que irse rápido si no quería coincidir ni un momento con su madre, haciendo así que él terminara de comer rápidamente y se iría a la cama.
Haciendo que se tirara a su cama a pensar sobre todo lo que había vivido, cosa que siempre pensaba antes de dormir.
-Hoy he vivido muchas experiencias con Haru... Me lo he pasado muy bien, la verdad... me alegra poder hablar con alguien que me comprende tan bien... Aunque no le haya pasado nada parecido a lo mío, es alguien de fiar, y se puede hablar con tranquilidad... Confío más en él que en mis padres mismos... Es un gran chico, a parte que también es como un ídolo... Su personalidad es envidiable, es un buenazo en el que todo el mundo puede confiar, a parte de que nunca lo he visto triste... Puede incluso que sea un chico igual que yo, fingiendo estados de ánimo...
Pero lo de Haru se ve muy auténtico así que no creo que sea eso. Y solo tenemos cinco módicos años, a no ser que haya vivido una mala experiencia, Haru no sería capaz de imitar tan bien los sentimientos de felicidad...-El chico miraría por la ventana de su cuarto, viendo que la gente de la taberna que había ahí, delante de su casa, estabam saliendo de allí, cosa que sorprendería al chico, más cunado los vería usar armas. Haciendo que el chico tomara la espada que tenía detrás de la mesilla de su cuarto, regalo del padre de Haru, un herrero que vivía por ahí cerca, al bajar al piso de abajo escucharía gritos afuera, haciendo que este saliera.
-No me jodas... ¿Que cojones es esto...?-El chico no podría formular palabras al ver esa escena, era simplemente indescriptible, tanto la cara que le quedó, tanto la escena que este estaba viviendo, habría seres extraños por todas partes, seres que volaban y descendían para comerse a la gente, otros que eran enormes, tanto, que sus patas tenían el diámetro de unas veinte casas aproximadamente.
El chico al ver eso se sorprendería de mala manera, la sangre y los cadáveres de los aldeanos de su tan preciada aldea estaban por el suelo, distinguiendo al herrero, al tabernero, y... a su madre abrazada a su padre. El chico al verlos muertos quedaría muy sorprendido, con una mirada atónita miraría a los enormes seres, que al verlos, lo dejaban sin palabras. Este empezaría a correr hacia la casa de Haru, por el camino se encontraría cadáveres de gente de todo tipo. El vendedor de armas, el abuelo que contaba historias a los niños pequeños de la aldea, incluso el limpiador de zapatos.
Este derramaría algunas lágrimas, principalmente por ese abuelo, al que consideraría como un familiar suyo. Al llegar a la casa de Haru, este podría ver a la madre de este en el suelo, muerta. Al ver hacia la derecha, vería a Haru tirado en el suelo llorando. Solo podría ver como su amigo lloraba y acercarse para intentar consolarlo.
*//Y eso fue todo por hoy, diganme en los comentarios que les pareció esta primera parte, y cual es su personaje favorito, cuidense mucho y no se olviden de votar esta historia, la cual me está costando bastante hacer//*
*[[[Se os quiere]]]*
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El rey de la medianoche
RandomUn simple chico llamado Hikaru, de unos cinco años, recibió un ataque de unos seres llamados Quimeras, seres mitológicos que nunca se habian visto antes. los humanos, con obligación de protegerse de ellos, evolucionaron sus capacidades, creando un c...