El admirador secreto... no tan secreto

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Sorprendentemente la emoción de nuestra misión nos agotó hasta el punto hacernos ir a dormir temprano.

Cuando la alarma suena en la mañana, todas corremos hacia el baño, la ducha, el tocador, la cocina (Val necesito mucha, mucha agua después de despertar).

Nos toma aproximadamente veinte minutos el asearnos, vestirnos y maquillarnos. A las cinco treinta, muy despiertas, pero con ojos del color de la sangre, todas estamos en el auto de Becca, repasando el plan, lo cual consiste únicamente en estacionarnos frente a la tienda de zapatos que está a una cuadra de distancia de la floristería y esperar que el chico llegue.

—Si lo descubrimos —Celeste me señala—. Tienes que prometer que no saldrás del auto para intentar matarlo. Debes mantener la cabeza fría.

—Yo tengo una mente fría. —Me defiendo. Ellas niegan—. En tal caso, ustedes también tienen que prometer no saltar sobre él para decirle lo... dulce que piensan que es.

—Genial. —Becca asiente fervientemente—. Por el momento no lo haremos, podemos desmayarnos sobre él más tarde.

—¿Existe alguna posibilidad de que no se desmayen?

—No —dicen las tres al mismo tiempo.

El trayecto a la floristería es tan rápido. Anormalmente rápido. Estamos en el lugar acordado quince minutos antes de las seis. Mis manos tiemblan por la emoción, porque, bueno, lo admito, estoy un poco emocionada. No todos los días tengo la oportunidad de conocer a un chico que se muere por mi... okay, eso fue malo... ¿cuándo dejé de pensar que era una trampa?

Antes de que pueda volverme loca con tantos pensamientos, Val, que está del lado del copiloto, se arrodilla sobre el asiento y nos observa a Celeste y a mí.

—Creo —dice, sus labios de color naranja forman una sonrisa—. Que deberíamos conmemorar este día.

—¿Por qué? No es como si fuera un día...

—¡Shh! Julieta, no lo arruines.

—Joder, Celeste. Estas demasiado tensa.

—¡Shhh!

Becca, que es quien está conduciendo, se gira hacia nostras también. Su sonrisa satírica es un poco aterrorizante.

—¿No se les ha ocurrido que estamos haciendo un excelente trabajo de espías? —Yo niego, las demás asienten—. Creo que deberíamos tener pruebas, quiero decir, en caso de que queramos contar esta historia más adelante, será un recuerdo maravilloso.

—¡Selfies! —gritan Val y Celeste al mismo tiempo.

Becca sale del auto para observar la calle, que está completamente sola. Hace una señal a Val y luego Celeste está halándome por el brazo, obligándome a salir.

A esta hora de la mañana la mayor parte del tiempo hace frio. El sol está comenzando a salir aunque no completamente, dejando el cielo convertido en un cambas de tonos grises y naranjas. El clima viene acompañado por un poco de brisa que hace que nuestros cabellos sueltos golpeen nuestros rostros.

La avenida está casi desértica, y realmente no hay señales del admira... el chico de las notas. Las tres chicas a mi lado se mueven hacia el centro de la calle, calculando un ángulo desde donde puedan tomar una fotografía de sus rostros y que la floristería aparezca al fondo.

Al principio sólo  las observo, con el ceño fruncido y una mueca divertida en los labios. Luego, Becca me toma del brazo, empujándome hacia ellas y obligándome a juntar mi mejilla con la de Val.

Dicen que es A.M.O.RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora