𝒳𝒱𝐼𝐼 -𝓛𝓮𝔂 𝓭𝓮 𝓜𝓸𝓻𝓯𝓮𝓸-

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*Separador: Gally*

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*Separador: Gally*

Unos golpes en la puerta me hicieron desenterrar con molestia los colmillos del cuerpo de Krista, quien estaba recostada en la cama de su habitación conmigo encima de ella. Tenía solamente un top negro sobre su torso que dejaba a la vista su bien formado abdomen y al verla ponerse una camisa encima de él, casi solté un sonido de decepción.

—Buena hora para interrumpir— Me limpié la sangre que escurrió por mi barbilla y terminé chupando los residuos que recogí, para después regresar a la herida en su cuello y dar una lenta lamida en el lugar.

—Más le vale al triste túmulo de células que sea importante... O ya verá.

Me reí de la forma en la que llamó a quien sea que estuviera afuera y me quité de encima para que pudiera ir a abrir la puerta.

Tras abrir, apareció alguien bajo el arco de la puerta que nunca imaginé volver a ver. Su larga barba casi logró ocultar su reconocible rostro, pero era él. Su mera presencia evocó recuerdos dolorosos que traté de evitar, pero verlo junto a Krista solo los avivó aún más.

—¿Qué quieres? —Fue el saludo de la cazadora, que estaba enojada por haber sido interrumpida.

—Hola, Key, yo también te extrañé.

Era Gabriel, el cazador que nos había ayudado en el pasado a estar juntas, estaba de nuevo frente a mí.

—Obviamente, ¿qué haces acá?

—Me enteré de lo que pasó en Lunae.

Acomodé mejor mi blusa para que no se notara que hace unos pocos segundos había una mano ahí dentro y me preparé para presentarme.

—Eso solo habla de lo terriblemente chismoso que eres.

—Como digas, ¿me piensas dejar pasar?

Krista volteó a mirarme, probablemente para comprobar si ya estaba presentable y luego accedió a la petición del cazador.

—Bien, pero antes...

Abrió aún más la puerta para que los oscuros ojos del cazador se posaran en mí.

Me levanté de mi sitio al mismo tiempo que ellos caminaron dentro de la habitación.

—P-pero...— Estaba asombrado, o eso parecía por su reciente tartamudeo— ¿A-adara?

A pesar de todo lo que pasó en estos últimos cien años, el que me llamara por aquel nombre no me afectó en lo más mínimo.

—Gally.— Fue la cazadora quien respondió por mí, corrigiéndolo— Su nombre es Gally.

—Me alegra volver a verte, Gabriel.

Le sonreí para intentar sacarlo del estado de shock en el que había quedado al verme, y al hacerlo, se lanzó a mi cuerpo, envolviéndome en un fuerte abrazo al cual no correspondí como se debía por la impresión.

Infierno Escarlata (C.E 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora