Zánganos

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Cap.11

Por más que lo intenté, no pude evitar pensar en todo lo que me había dicho Mikael. Me encogí de piernas y suspiré. Ya me dolía el trasero de estar sentada en el porche.

Lucas se detuvo a mi lado. Lo miré de soslayo, mientras él dirigía su mirada a la mía. -¿Te estás desvaneciendo o es idea mía? -Pregunté detallando sus facciones.

El solo sonrió y apartó la mirada -Ya casi es tiempo de que me vaya. Es por eso.

-Irte. ¿A dónde? -Me levanté. Quedando un escalón más abajo que el. Tuve que echar hacía atrás la cabeza para verle.

-Pronto lo entenderás. Ahora vamos, ya es hora de irnos.

Asentí una vez con la cabeza, con tantas dudas y preguntas que no me atreví a hacer en ese momento. Camino unos pasos antes de que lo detuviera. -Lucas... -Le llamé, el se detuvo dándome la espalda. -No quiero que te vayas.

Se dió la vuelta y me observó detenidamente. Caminó unos pasos acortando la distancia que había entre nosotros. Al llegar a mí, extendió su mano y tocó mi mejilla.

-Ya hablaremos las cosas. Tenemos que irnos. Ya no es seguro para tí estar aquí. Ahora vamos, venga.

Camine a su lado, mientras nos dirigimos hasta el patio trasero, dónde la luna ya empezaba a asomarse.

Mikael.

-No la puedo dejar ir. -Repetí por quinta vez. Mikaella se encontraba bloqueando la puerta.

-Ambos sabemos porque razones la has traído aquí. Si aquí ya no es seguro para ella, Lo más lógico es que se vaya.

Me detuve frente a ella y la miré. -No lo entiendes. No puede irse sóla. Si le llega a pasar algo por mi culpa, no me lo voy a perdonar.

Mikaella sonrió escuetamente. -Tu la metiste en ésto ¿recuerdas? Todo es tu culpa. -Su dedo tocó mi pecho una y otra vez con cada palabra que decía.
-¿Recuerdas cuántas veces te e pedí que detuvieras todo? Ahora no digas nada y deja que se vaya.

Sabía que tenía razón ¡Si tan solo hubiera pensado mejor las cosas!

-Esta es la consecuencia de tus acciones. -Volvió a hablar. -Si lo que te preocupa es que esté sola... Ella no lo estará.

—¿No? —Pregunté confundido.

-Lucas está con ella. ¿Recuerdas Miky? -Le puse mala cara -No me mires de esa manera. Tuviste tu oportunidad de protegerla y no lo hiciste, es su turno de cumplir su objetivo.

La miré fijamente. -Dejame pasar, no lo diré una vez más.

-Hermano, basta. No seas pesado, no vayas a empeorar las cosas.

-Si tengo que matar, mover cielo, mar y todo lo que se interponga, por ella, lo haré. Ahora te quitas o te quito yo.

Su mirada feroz no cedió. Es tan testaruda, por algo lleva el apellido Barro. De un rápido movimiento la cargue sobre mis hombros.

-¿¡Mikael que diablos!? ¡Bájame!

Abrí el cajón del escritorio y saque las esposas. -Ahora se buena hermanita y quédate aquí -Dije mientras se la colocaba cuidadosamente.

PAGANDO POR LA MUERTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora