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Un par de años después









Itadori Yuji

Miro a mi abuelo y luego al gran hombre detrás de él.

Hace un par de minutos me ha llamado a través de los sirvientes para subir a su despacho, pero no he logrado avanzar más allá del umbral cuando noto que no está solo. Normalmente no me pondría nervioso frente a mi abuelo y socios suyos, pero la presencia extra resulta tan imponente que no logro evitar el tartamudeo.
Nunca había visto un hombre tan alto y con un cuerpo tan fornido que pareciera una clase de gladiador como los que se narran en los libros de historia.

Pasa — mi abuelo mueve la mano en forma de invitación a entrar.
Avanzo despacio. Con disimulo miro hacia el hombre. Tengo apenas un par de segundos para detallar su pobre vestimenta y concluir que él no es un socio de la familia, cuando sus ojos ya se encuentran descubriendo a los míos. Finjo demencia al evitarlo.

Quedó de pie frente al escritorio. Mi abuelo tarda unos segundos antes de hablar. Mueve su brazo señalando a su acompañante. — Es un esclavo que compre hace unos años. Ha sido corto el tiempo, pero me ha convencido para darle un puesto diferente

Sus palabras me parecen confusas sin una introducción correcta. Aún así no lo interrumpo y dejo que continúe.

La silla en la que se encuentra sentado es arrastrada hacia atrás al tiempo que se pone de pie. Camina hasta poner sus manos sobre mis hombros — No he olvidado lo que sucedió hace un mes dice.

Mi cuerpo se tensa como un reflejo ante el recuerdo. Sé que lo siente bajo su mano ya que aprieta levemente mi hombro en una acción reconfortante.

Vuelve sobre sus pasos quedando a pocos metros del hombre.

Mi abuelo es de baja de estatura, pero junto a él la diferencia se marca mucho más.

Decidí que Sukuna pasara a ser tu guardián. Es un esclavo que ahora te pertenece. Tómalo como un regalo por tu cumpleaños número 16

Mis ojos se abren ante lo repentino de sus palabras. Dejando de lado que me ha adelantado un regalo por casi tres meses. Un esclavo, digo en mente. 

Estoy estupefacto.

Volteo a mirarlo. Es tan alto que creo debe pasar los 1.90 m. de altura. Su cuerpo, que musculoso es, se logra marcar bajo la ropa. Tiene un rostro serio que transmite la sensación de ser impasible. Hay un par de cicatrices extrañas bajo sus ojos, como líneas pequeñas que se abultan ligeramente en ambos lados. Su cabello no es tan largo, pero mantiene un estilo alborotado que lo hace parecer como si lo fuera.
Mi abuelo sigue hablando, pero he estoy tan inmerso en pensamientos que no logro escuchar nada más.

Mi esclavo — repito, está vez haciéndolo a viva voz. Es la palabra que más resuena en mi mente. No me sorprende, pero sería el primero en ser llamado de mi total pertenencia.

Sukuna, que es el nombre por el que lo ha llamado mi abuelo, avanza hacía mí. Poco a poco queda más que claro lo alto que es; le llego no más allá de sus hombros, por lo que debo levantar la cabeza.

Se inclina en forma de respeto y no puedo hacer más que resistir la necesidad de retroceder.

Seguiré todas las ordenes que me dé, joven amo

Su voz es profunda.

Al instante no sé que responderle. Subo y bajo de manera torpe la cabeza asintiendo a sus palabras. Mi abuelo, que mira toda la escena, niega con mi nerviosismo evidente.

Un Lobo Enjaulado (SukuIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora