-Anna, cariño, levántate corre -dice mi padre mientras me balancea para que me despierte. Miro el móvil, cinco y media de la madrugada-.
-Papá, ¿qué quieres a estas horas? Déjame dormir -digo mientras me echo la sábana encima-.
-Va dormilona, corre, voy a vestirme y tú haz lo mismo.Pero, ¿qué motivo tiene que ser tan importante para interrumpir mi sueño? Me levanto con calma y busco algo de ropa para ponerme. Ni siquiera sé para dónde es la ropa, seguro que luego fallo y mi padre me dice algo. Lo veo pasar corriendo con la toalla liado y mientras dice va, va, va. Si piensa que va a estresarme va listo, pienso. Miro mi armario a ver qué es lo que me convence y veo un vaquero largo fino y una camiseta que me compré hace unos días y aún está sin estrenar. Me lo pongo y busco mis zapatillas negras. Mi padre está en la puerta de mi habitación mirándome mal pero aun me tengo que peinar. "Papá, relájate" le digo pero nada, sigue mirándome mal. Pero vamos, ni sé dónde vamos, ¿quién tiene que mirar mal a quién? Acabo de peinarme, bueno, peinarme, me arreglo un poco el pelo y ya.
-Vale papá, ¿dónde vamos?
Ni me contestó, me agarró del brazo y me llevó hasta el coche. Una hora conduciendo y sin decir ni mu. Se le ve muy contento mientras canturrea las canciones que ponen en la radio y se inventa un inglés de pueblo y con acento, no puede estar más gracioso. Me alegra verle así, tan alegre, tan vivo, tan... tan él. Sin duda siempre había sido un hombre que no se derrumbaba fácilmente y, en parte, supongo que yo lo había heredado de él. Llegamos a un pequeño lago y bajamos del coche. Mi padre abrió el maletero.
-¿Me ayudas? -dijo mi padre señalando las bolsas que habían dentro de él-.
-¿Y esto? -dije sorprendida-.
-¿Cuánto hace que no salíamos tú y yo de pesca?
-Años.
-Pues va -dijo cogiendo las bolsas y mientras yo le ayudaba. Nos instalamos en la orilla del lago y empezamos a colocar las cañas-. Echaba de menos esto. Bueno, ¿piensas decirme que ha pasado con tu hermana o no?
-¿Que qué ha pasado? Nada, papá.
-Vamos, Anna, ¿crees que no te conozco?
-Papá...
-Suéltalo.
-El segundo día salimos y, bueno, digamos que discutimos y me echaron del chalet.
-Anna, estuviste más días, ¿te fuiste a un hotel? -preguntó nervioso-.
-No exactamente. El primer día conocimos a un chico, Pablo, me fui a su casa hasta que me tuve que volver.
-¿Cómo?
-Sí, papá, pero tranquilo que es un amigo. Bueno, era, creo. En fin, que no pasa nada porque no pasó nada, se portó muy bien conmigo y fue muy amable y atento y... -dije con una sonrisa de idiota en mi cara-. Pues eso, que fue muy bueno.
-¿Te gusta?
-Está a diez horas de aquí en coche.
-No me has respondido.
-Y es muy creído-nos quedamos unos minutos en silencio-.
-Anna, mereces ser feliz, lo sabes, ¿no?
-Claro, papá.
-Pero muy feliz -insistió-. Anna, creo que mamá ya no puede luchar más y es curioso que tú siempre estés aquí. Nunca nos fallas, ni a tu madre ni a mí, cariño, y a veces pienso que simplemente por estar aquí te estás perdiendo tu vida. Tu época de emborracharte y volver a casa casi muerta. De fumarte unos porros con los amigos e irte de fiesta semanas enteras. Por eso no quería que volvieras de Barcelona, porque era tu momento.
-Siempre hay tiempo papá.
-¿Y Christian?
-¿Qué pasa con él?
-No te haces una idea de las veces que me ha preguntado por ti, por si sabía si estabas bien, si estabas comiendo, si te cuidabas... -me miró fijamente, esperando que yo le dijese algo-.
-Sabes que yo no lo veo como nada más, papá.
-A veces hay que aprender a valorar lo que tienes, cariño.Y me abrazó por la espalda mientras esperábamos a que picase algún pez. Él no se hacía una idea de lo mucho que yo le había dado vueltas a eso, a valorar lo que tenía. Echaba mucho de menos esto, estar con mi padre, charlar con él y sentir que, por unos minutos, estaba ahí. Me sorprendía que me dijese que debía ser feliz, que lo merecía, porque él nunca se adentraba tanto, emocionalmente, cuando hablaba conmigo e intentaba por todos los medios desviar un poco la conversación cuando se ponían las cosas sensibles pero esa vez no y yo sabía que, en parte, tenía miedo de que mamá muriese y yo me dedicase tanto a ellos que me sintiese perdida. Yo también lo había pensado en muchas ocasiones pero supongo que ya me sentía perdida entonces. Suena el móvil y miro a mi padre. Miro la pantalla y es un whatsapp de Pablo:
"No es más feliz el que más tiene si no el que menos necesita. Llámame cuando puedas."¿Qué querrá decir? Miro a mi padre que sé que acaba de leer el mensaje y me hace una señal con la cabeza para que le llame.
-¿Pablo? -digo cuando escucho como descuelgan-.
-Anna, me alegra oír tu voz.
-¿Qué quieres decirme con eso?
-Que aprendas a valorar lo que tienes y no te quejes por lo que no tienes, quejica.
-Idiota. Dos frases y ya quiero matarte -dije haciéndome la ofendida-.
-¿A besos?
-Estoy con mi padre, de pesca, aprovechando el día -dije haciéndole entender que no fuese por ahí su conversación-.
-Oh, planazo, yo estoy pensando en que ponerme esta noche. Me voy de fiesta. ¿Qué me recomiendas, calzoncillos rojos o verdes?
-¿Qué dices? -digo sabiendo que me estoy poniendo roja y mi padre me mira atento-
-Oye, ¿cómo va todo? Estoy deseando que vuelvas -añadió cambiando de tema-.
-Bueno, todo bien, esta noche te hablo y charlamos un rato.
-Pequeña, me voy de fiesta, recuerdalo -aha, dije mientras asentía como si pudiese verme-. ¿Vas a volver a Barcelona?
-No, ¿para qué?
-Para estar conmigo y ayudarme con los colores y la comida china.
-¿Vas a venir tú acaso a Badajoz?
-¿Allí? ¿A qué?
-A verme -dije segura de mi misma-.
-Tendrás que convencerme -dijo juguetón-.
-Verde -contesté-, el verde me gusta más. Ten en cuenta que con el verde ya puedes acelerar y avanzar. ¿Tengo que darte clases de conducir o qué?
-Me gustaría ver como avanzamos juntos -añadió pícaro-. Y aceleramos. Oh, sí, me encantaría conducir la carretera de tus curvas a toda velocidad.
-Ten cuidado porque hay carreteras peligrosas.
-Me pondré el cinturón y me dejaré llevar.
-Y recuerda hidratarte, los viajes tan largos en verano...
-Anna... -dijo y yo sabía que se estaba mordiendo el labio como la vez que me vió con ese vestido negro que yo sabía que me quería quitar-. Tengo que verte y besarte hasta quedar harto.
-Vale, perfecto, cuando quieras. Ten cuidado, te dejo que estoy con mi padre. Un beso. Donde quieras -añadí susurrando-.
-Cuando quieras, pequeña -y colgamos-.-¿Tiene pensado venirse unos días? -dijo mi padre sin entender la conversación-.
-Se lo quiere pensar. Dice que si no voy yo igual se pasa pero no creo, es un poco loco y dice que si pero, en realidad, no.
-Si viene que se quede en casa -dijo y le mire sorprendida- atado en el sofá, claro. O lo ponemos con los perros en el patio. Sí, así mejor -dijo mientras me abrazaba fuerte y nos echábamos a reír-. Esta tarde, a la vuelta, vamos a ver a mamá. Ayer me llamaron por la tarde y quiere vernos. ¿Te apetece?
-¿Qué si me apetece? ¡Vamos, ya! -dije emocionada-.
-No, aun no, ahora disfrutemos de esto.

ESTÁS LEYENDO
Enamórate de Barcelona
RomanceMe presento, soy Anna y solo vengo a contar una historia más. No sabría deciros si buena o mala pero... si me enseñó, y mucho. ¿Más cosas sobre mí? Pues soy morena, tengo los ojos azules, soy muy persistente, vergonzosa y alegre, si te detienes a co...